Era Aristóteles quien decía que aquel que opta por el término
medio termina quedándose con lo peor de cada extremo. Así el presidente de la
Generalitat, Carles Puigdemon, declara la independencia de Cataluña ‑acto de
sedición según Rajoy‑, pero la deja en suspenso para abrir un período de
diálogo. Una independencia con efecto retardado es una figura jurídica bastante
rara. Es una especie de independencia en hibernación, como esas impresoras que
quedan prendidas, pero no gastan casi electricidad o al igual que en una
película de Alfred Hitchcock, el desenlace de una trama oscura queda
terroríficamente en suspenso.
Mientras unos lo interpretan como un gesto de generosidad y
responsabilidad para abrir un tiempo de diálogo con el gobierno español, por el
otro lado reivindica el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un
estado independiente en forma de República, atando de esta forma dos moscas por el rabo y
en plena aporía, trata de satisfacer a tirios
y troyanos.
Todo dilema viene de una aporía –contradicción irresoluble‑,
ante lo cual los latinos recomendaban: “En la duda, abstente”. Pero en un
proceso de estas características, en donde se ha trabajado durante mucho tiempo
para llegar a esta situación, nadie puede vacilar en el preciso momento en que
sube al podio a representar un resultado que está dando por válido, aunque haya
sido completamente irregular.
Mientras prende una vela al Diablo, luego prende otra vela a
Dios y dice: ““Con la misma solemnidad el Govern y yo proponemos que el Parlament
suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las
próximas semanas se emprenda el diálogo”. Volviendo a Aristóteles, una cosa o
es o no es, porque nada puede ser y no ser al mismo tiempo.
Si como enseñaba el griego antiguo de los antecedentes se
siguen los consecuentes, del referéndum se sigue su consecuencia y si ésta
concomitancia le resulta inviable a esta altura de los acontecimientos debió de
haberlo pensado antes.
Ante esto el Gobierno español ve inadmisible hacer una
declaración implícita de independencia para luego dejarla en suspenso de manera
explícita.
El referéndum es válido o no es válido. Si lo es a pesar
de que haya sido suspendido por el Tribunal Constitucional y esto conduce a una
declaración de independencia, entonces no hay nada que negociar, su misma validez lo impone, en cambio si no lo es porque fue observado ¿Qué es lo que hay que negociar?
No está claro tampoco por la situación irregular bajo la que
se votó, que los catalanes quieran la independencia, aunque no es nada
improbable que una minoría, aproximadamente un 38 por ciento la reclame.
Una declaración de independencia diferida, a plazos, sigue
siendo un acto de sedición. Este aplazamiento sine die de la declaración de
independencia, lo único que hace es ahondar la incertidumbre que vuelve a
Cataluña zona de riesgo para las inversiones que se van y que probablemente,
sea cual sea el curso de los acontecimientos, no han de volver más y junto a
los capitales que huyen es fácil entender que también se irán los ciudadanos.
El Parlament no declaró la independencia y por ende, no es
posible suspender los efectos de algo que no ocurrió. Suspender una declaración que no se ha
realizado, es querer borrar hoy con el codo, lo que se ha venido firmando con
la mano y ésta situación deja molestas a ambas partes del litigio.
El hecho de que no haya existido declaración unilateral de
independencia es el único factor conciliador de toda la jornada, porque el
manejo político va de una pura pérdida de tiempo, a un gran papelón ante los dos
bandos. Mientras unos sostienen que hoy tocaba declarar solemnemente la
independencia catalana, otros celebran la ausencia de declaración unilateral.
Dejando esta rara forma diferida de ser independiente a las
escondidas, el Fondo Monetario Internacional, ve con preocupación el efecto
contagio hacia Portugal que todo esto puede aparejar.
"La situación en
España es de mucha preocupación", ha declarado en rueda de prensa Maurice
Obstfeld, economista jefe y director del Departamento de Investigación del FMI,
subrayando que la crisis abierta provoca mucha incertidumbre.
Ante esto, el único diálogo posiblemente será el de llamar a
elecciones en Cataluña y ver concretamente, que representa a esta altura de los acontecimientos cada fuerza política.
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