El año que finaliza se caracterizó por una oleada de
populismo que puso en cuestión a la Unidad Europea y cuya primera grieta fue el
Brexit.
Junto a esto el reciente rechazo popular a la reforma
constitucional que propuso el Primer Ministro italiano Matteo Renzi, se da en
un país que es miembro fundador de la Unidad Europea y que representa la octava
economía del bloque. Estaría pautando no tanto un populismo, como el
surgimiento del euro escepticismo. Mientras en Italia el clima económico siga
siendo incierto, el camino al populismo será un hecho.
Los movimientos populistas globalmente considerados en Europa
de izquierda a derecha, ya llevan ganados el 10 por ciento de los votos en 16
países.
Todos sabemos que existe Europa por el pacto implícito entre
Francia y Alemania, de modo que un avance populista en estos países, pondría en
serias dificultades a todo el bloque. Se rompería el equilibrio como cuando la
guerra del 14’ o la guerra del 39’.
Estamos aquí en presencia de un descontento generado por las inequidades
de la globalización, la relación costo-ganancia en el proceso de integración,
en donde no se le ve proporcionalidad, las presiones inmigratorias para una
Unidad Europea que después de la crisis de 2008, perdió 14 millones de empleos,
una enraizada crisis económica y los atentados terroristas.
En todos lados se acusa a la élite política de un crecimiento
tibio, de generar muy pocos empleos, y de gobernar para el sistema financiero.
Hay como consecuencia una crisis de los partidos
tradicionales y un crecimiento del recelo y la desconfianza.
Si tomamos por ejemplo Francia, con un mensaje enemigo a la
emigración, los musulmanes y a Europa, el Frente Nacional se consolida cada vez
más. No es nada improbable que Marine Le Pen, pase a segunda vuelta, compitiendo
con el líder de la derecha tradicional, François Fillon. Entre las promesas de
Le Pen está hacer un referéndum en 2017, como el Brexit, para salir de la zona
Euro.
En Alemania Angela Merkel ya está recibiendo cuestionamientos
por su política abierta, que ha posibilitado la entrada de 1.200.000
inmigrantes y los problemas que han causado desde acosos sexuales a actos
terroristas.
Los cinco comicios regionales celebrados este año que
finaliza, llevaron al partido populista de derecha, Alternativa a resultados
inéditos por ser una formación hasta entonces sin importancia y que ahora se
perfila como la tercera fuerza política.
En Holanda El Partido para la Libertad que dirige Geert
Wilder, según sondeos, le pronostican el 25 por ciento de los apoyos.
Son todas tendencias que pueden ser frenadas bajo alianzas
insólitas entre la izquierda clásica y la derecha tradicional, pero que están
indicando un derrotero claro: en la medida que la economía no mejora ha de
seguir avanzando éste fenómeno.
Aquí creo yo que hay una confusión de conceptos en ciertas
cuestiones básicas. El gran error de la Unidad Europea ha sido no darse cuenta
que eso que llamamos Patria, Nación o País, en realidad es la moneda. Un país
que renuncia a su moneda, renuncia al derecho de señoreaje y al curso forzoso.
Perdido eso, otros, la Pirámide como le dicen en Europa, serán quienes digan
cuanto puede y debe tener de masa monetaria cada uno. Allí está la pérdida de
soberanía, no en el pobre inmigrante que busca trabajo y viene a hacer más competitiva
la producción por la baja de los costos. Es un hecho que los trabajos que
agarra un inmigrante, no los quiere el nacional.
El otro error es creer que la soberanía nacional se defiende
aislándose del mundo. Lo que vuelve más soberano a un país es la
interdependencia de una economía complementaria con las demás.
El proteccionismo debe ser relativo y proteger exclusivamente
a algunas industrias básicas, no a todos los productos. Por ejemplo: ¿Uruguay
produce relojes? ¿Televisores? ¿Computadoras? Es evidente que no tiene sentido
proteger esto. En cambio la lechería hace a la matriz social de la campaña. Por
ende, los aranceles no pueden ser los mismos. Esa es la protección básica.
Ya los productores rurales en Europa dijeron que no están de
acuerdo que se negocie la producción agropecuaria en un posible Tratado de
Libre Comercio con el Mercosur. Lo mismo ocurre con el subsidio agrícola en
Estados Unidos. Hasta aquí la puja sectorial en donde el Estado juega un rol
bonapartista entre los diversos agentes intervinientes. Cerrarse
indiscriminadamente como hicieron los K en Argentina, es demencial, porque para
exportar hay también que importar.
Inglaterra por ejemplo, tiene ahora tremendas dificultades
para irse de la Unión Europea. El que votó el Brexit no es porque quiera
aislarse del mundo, sino porque si ha de recibir inmigración quiere que sea
calificada, como en Australia y no indiscriminada.
Los países progresan cuando explotan sus ventajas
comparativas y las economías que funcionan son las que han sabido hacerse
complementarias. Querer volver a la baja edad media, balcanizarse y vivir en
autarquía es la utopía reaccionaria de las izquierdas latinoamericanas y las
derechas europeas.
Confundir aquí los tantos, no ayuda y termina favoreciendo
la prédica de un aislacionismo utópico, sin tener en cuenta que hoy quienes
gobiernan el mundo, ya no son los Estados Nacionales, sino las grandes
corporaciones multinacionales.
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