domingo, 22 de noviembre de 2015

Sacátela con peine fino




Tiranos temblad dice el Himno Nacional uruguayo; el tema es que si bien tiemblan, son incorregibles.
Lo que estamos viendo en el caso de Chile es un claro indicador de lo que ocurre cuando gobierna el Partido Socialista y sus alrededores.
En su reciente gira a Filipinas la Presidenta Bachelet refiriéndose al trabajo político expresó: “Muchas veces la gente se enamora de sus ideas, pero esas ideas no funcionan”, indicando un alto grado de madurez por provenir de quien viene.
Los que seguimos de cerca en otro tiempo la realidad chilena de la época de Allende entendimos que las ideologías sirven para bien poco y que se gobierna con pragmatismo. Como decía el Presidente chino Deng Xiaoping: “El gato tiene que servir para cazar ratones”, queriendo significar con eso, que no pretende de los funcionarios fidelidad ideológica, sino capacidad de gestión.
    Desde diversas posiciones se entendió dolorosamente, que no es tarea del Estado reformar a la gente y crear un supuesto hombre nuevo, sino gestionar con eficiencia y eficacia los dineros del contribuyente.
Tras la caída de Allende y la lloradera que vino, incluso por parte de aquellos que lo acusaban de “reformista”, hombres como Ricardo Lagos, que fue Ministro de Allende evidentemente, se hicieron una profunda reforma mental y como se dice vulgarmente, se sacaron la pavada ideológica con peine fino.
Nadie que esté en su sano juicio puede creer que en 4 años Bachelet 2 haga lo que no hizo Bachelet 1, excepto los estudiantes desubicados y el Partido Socialista en pleno.
En un momento en donde comienza a existir un descrédito muy grande en el sistema político, por parte de la gente que esperaba otra cosa, Isabel Allende, máxima jerarquía del dicho partido, sigue emperrada en legalizar el aborto y sus aliados de Democracia Cristiana le dicen que no es éste el momento de plantear esas cosas.
Chile es un país muy católico y si tuvieran una gestión creíble por los operadores económicos, podrían en una de esas, meter dicha ley de contrabando entre la humareda de diversos factores de distracción, que siempre suelen existir en épocas de bonanza. Pero las cosas no son así. El gobierno se demuestra incapaz e ineficiente, inoperante y sin liderazgo en la opinión pública.
Con un Presupuesto que si bien respeta la macro economía, tiene más de improvisación que de otra cosa, todos vimos como los mismos legisladores oficialistas fueron los primeros en oponerse a las disposiciones del gobierno, dando un espectáculo de anarquía y ausencia de liderazgo.
Con una ley de educación que no satisface ni a tirios ni troyanos, no saben de dónde van a sacar el dinero para una enseñanza que deja de estar basada en el mercado, la calidad y la excelencia y pasa a ser presupuestal, carente de autonomía y politizada. En todo, hasta en los temas de la salud, tienen que desvestir un santo para vestir a otro, con un supuesto logro muy magro para las tan prometidas medidas salvadoras.
No se dieron cuenta que no existe camino al socialismo, a lo sumo pueden existir políticas de transición al socialismo y hasta ahora, esas políticas también han fracasado.
Más allá de eso, es un hecho que están todos preocupados por las elecciones municipales y unos como Isabel Allende y el Partido Socialista buscando la candidatura única y. otros como la Democracia Cristiana, que representa un tercio de la coalición gobernante, buscando un perfil propio.
Hoy la economía chilena se está desacelerando porque China ya no compra como antes, el cobre bajó de precio y la única política del gobierno es cumplir con sus incumplibles promesas electorales.
En vez de preocuparles los temas de gestión y preparar a sus cuadros políticos para intervenir con capacidad administrativa en los distintos cargos que ocupan, sacan como cortina de humo una reforma constitucional que si se la analiza tal como se la plantea, a lo único que conduce es a crear más cargos burocráticos y políticos, con la excusa simplista de la mayor participación popular, la inclusión y toda esa verborrea típica de los socialistas, para justificar el hecho de que no saben gobernar.
En política no se puede gobernar a golpe de balde y a chiflido de la hinchada, hablando siempre para la tribuna, hasta terminar reconociendo que el amor a las propias ideas, puede darse de bruces con la realidad.
La imagen que transmiten todos estos gobiernos de izquierda es siempre la misma: La de aquel que se puso patas para arriba y grita: “¡Qué barbaridad, está todo el mundo patas para arriba!” y es tan imbécil que no se da cuenta que el único patas para arriba es él.


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