Lo
que trajo el izquierdismo tanto en Argentina como Uruguay han sido campañas del
miedo exitosas, generando temor en cada bando frente al otro.
Es
un juego de suma cero en dónde quien gana se queda con todo y no precisa
convivir con el de enfrente. Estamos hablando de gente que no conoce la
alternancia en el poder.
Fragmentadores
hacia afuera y fragmentados hacia adentro, se unifican solamente, insultando al
otro bando.
No
piensan, malician, no discuten, ladran, no toleran, acumulan fuerzas y siempre
desde una supuesta superioridad moral que los pone más allá de las leyes. No
conocen el adversario, sino el enemigo de clase. Como un raro dios de la
montaña mágica, van con todos y contra todos, siempre más allá del bien y del
mal.
El
fanatismo aniquila las convicciones y mucho más el fanatismo mediocre y la
mediocridad fanatizada, estulticia. Ofensa y desafío, ponen a toda la sociedad
en pie de guerra, diciéndole a todo el que se les oponga: No te necesitamos, no
existís.
Cuando
son oposición reclaman una libertad que no están dispuestos cuando son gobierno
a conceder. El concepto de igualdad que tienen es la medianía de vivir en una
cotidiana humillación, igualando hacia abajo. El criterio que tienen de la
convivencia fraterna es el internismo sectario y cerrado. Por eso no pueden hacer
acuerdos con la oposición, ni aún allí en donde ésta les brinda el apoyo para
darles gobernabilidad. Quieren gobernar sorprendiendo a la gente.
Desde
el punto de vista republicano y de la convivencia democrática entre todos, hoy
vivimos un momento fundacional.
La
libertad tiene la virtud de generar pluralidad y la diversidad trae oxígeno.
Son criaturas sin ideas políticas, que solamente discuten hacia adentro y no es
que estén contra la forma de pensar del adversario: Están contra el solo hecho
de que el otro es distinto a ellos, es diferente. No conciben un país en donde
se pueda pensar distinto, pero juntos.
Vivir
con gente que tiene un balde en la cabeza y precisa que le den la línea para
abrir la boca, cercena el concepto de ciudadano tal como lo conocimos en el
pasado.
El
mal llamado “progresismo” ha sido en verdad una involución regresiva. No sólo
porque fracturó a la sociedad desde una retórica incendiaria e irresponsable,
sino porque se negó al uso de la inteligencia recta, justificando lo injustificable,
hasta límites degradantes. Los Allende, los Perón, los Kirchner no se hacen
ningún problema, porque se sienten elegidos por el Altísimo para darla y para
liquidarla. Eso sí, cuando se les viene todo encima, lo primero que salen
pidiendo es por el derecho humano de los izquierdos humanos. Arman un discurso
en donde Pérez Sucovich en Chile, Braden en los tiempos de Perón o el diario
Clarín en la década K, tienen la culpa de todo.
No
tienen aliados internacionales. Cuando la Guerra Civil Española, por ejemplo,
los únicos aliados que tenían era Rusia y Uruguay, cuando cae Allende el único
apoyo era Cuba y Rusia, cuando derrocan a Perón sólo la España de Franco le dio
asilo político, porque hasta el Paraguay de Alfredo Stroessner había tenido
conflictos con ese delirio que era “La Argentina Potencia”.
Se
lo ve claramente con Cristina Kirchner, en dónde al final sus únicos aliados
eran Venezuela, Cuba, China y Rusia, porque si en algo se especializó, es en
quemar las naves con todos los países del mundo, empezando por la región. Ni en
el Chile de Bachelet, ni en el Uruguay de Vázquez, los izquierdistas la podían
ver.
Argentina
hoy es una democracia sin República, un país devastado, Chile y Uruguay el
reino de la ignorancia, la ineptitud y la improvisación, Brasil una bomba de
tiempo que pierde en una fuga de capitales, hasta el grado inversor. Buscan la
destrucción total a lo Fidel Castro y si no van más lejos, es porque no les da
la capacidad.
Eso
sí, las víctimas del populismo demagógico que suelen ser los operadores
económicos, las fuerzas vivas de la economía, son las que tienen que “hacer
auto crítica”.
Hoy
están de capa caída y se preparan para una oposición salvaje, buscando
boicotear todas las medidas que se pueden llevar adelante, por más sensatas y
razonables que sean. Lo vemos en el Uruguay en donde ya comienzan a
desperezarse y a poner el palo en la rueda por cualquier cosa, en una
irresponsable gimnasia política, así sea contra lo mismo que votaron. Prefieren
escupir del plato donde comen, antes que tener una actitud constructiva cuando
hacen oposición, incluso por razones de pulseada interna.
Están
siempre obligados a reinventarse elección tras elección, como si los candidatos
emergentes de la fuerza oficialista hubieran salido de adentro de un bollón y
no hubieran tenido ninguna responsabilidad en la gestión anterior, cuando eran
las caras visibles y responsables de lo que se hizo. Cuando se pasan facturas
entre ellos, se dicen las cosas más increíbles que alguien pueda escuchar, al
punto que dejan corta a la oposición que tuvieron hasta entonces.
Con
el tiempo que llevan gobernando la pobreza estructural es responsabilidad de
ellos, que los precisan para llevarlos de la nariz.
Mantienen a los pobres, quitando los estímulos para trabajar,
hasta terminar criminalizando la pobreza y convirtiendo al delincuente en un
avanzado por la abolición de la propiedad privada.
El
descaecimiento de la educación es obra de ellos, porque es funcional que exista
gente de pésima instrucción para ser votado a chiflido de consignas y no de
ideas que obliguen a pensar, debatir y razonar.
Desplazar
gente que tiene más de 20 años trabajando en el Estado y poner militantes
políticos, es crucial para evitar el hecho de que pese a que son mayoría
social, siguen siendo minoría institucional.
No
me cansaré de repetirlo el Uruguay no es ni Cuba, ni Venezuela porque se encuentra
ubicado entre Argentina y Brasil.
La
profundidad de la crisis que hoy vivimos, gracias al hecho de que el
izquierdismo no hizo otra cosa que tirar manteca al techo con los dineros del
contribuyente, aprovechando la bonanza que desde agosto de 2003 comenzó a
darse lamentablemente, no es percibida por la gente en toda su magnitud.
Y
ese es un desafío, al punto que muchos piensan que es mejor que sigan
gobernando ellos, que han sido los responsables del estropicio.
Están
quienes sostienen que cada país tiene el gobierno que se merece, más exacto
sería decir que cada lote generacional tiene el país que realmente quiso y si
hoy estamos rodeados de NI-NI, que ni estudian, ni trabajan, es porque así lo
han querido estos grandes fabricantes de miseria.
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