lunes, 2 de noviembre de 2015

Frente Amplio: Entre el nene chico y el hijo bóbo



      A esta altura de los acontecimientos políticos, faltando un mes y medio para que se apruebe el Presupuesto Nacional que nos ha de regir por cuatro años más, ya es dable colegir fácilmente, cuál ha de ser la orientación política que nos rige de aquí en más.
   Estamos delante de un gobierno que en su primer investidura lleva a Felipito de Mafalda y que opera a chiflidos de Benitin y Eneas desde un Comité de Base. Un gobierno estructurado para el dominio eterno de Dilma y Cristina o Scioli, que asesora a la pobre Bachellet y que quiere en todos los temas estar bien con Dios y con el diablo, que borra con el codo lo que escribe con la mano y que se manda virajes políticos de 360 grados.
     Sensacional.
    Siempre hablando para nenes chicos y discutiendo de revolución con el hijo bóbo.
     El ADN frentista, como se le dice ahora, cada vez que tiene que entrar en mutación, no encuentra nada mejor que resolver la situación purgando gente, con la cual al parecer, tengan los estudios y la capacitación que tengan, «no se pierde nada», en un claro ejemplo de que se le puede a cualquiera de ellos ponerles el dedo hasta lo más profundo del conducto rectal y si se retoba al manoseo, muy poco significan todos.
     Ya no se escuchan como en el primer Vázquez, cánticos a la «maduré» o al «hay que darle tiempo», en una realidad política en donde la única herencia maldita, es el modelo de país que ellos representan.
     Ahora nos enteramos que el pobre Nin Novoa, que no supo hacer valer acuerdos comerciales hacia la Alianza del Pacífico y de apertura importante de los servicios, en un contexto en donde hasta Fernando Enrique Cardoso viene a decirles que se olviden de Brasil, es un promitente luchador «contra el terrorismo», a chiflido de una Francia que lo único que le importa de Uruguay, es que el francés vuelva a ser un idioma que se enseña en liceo.
     ¡Té acordás hermano que tiempos aquellos, cuando Madame Ivonne salía al balcón y le decían «la loca del Bequeló»!
     Evidentemente, que ni el batllista más recalcitrante está de acuerdo con eso. Habría que resucitar gente de la época del Tabarís y el French Can Can.
     Estamos delante de una cosa nueva en política, gente que es capaz de comerse el garrón más grande del mundo, con tal de no coincidir ni un nano segundo con la oposición. No sea cosa que el blanqui colorado los vaya a morder.
     Prefieren vivir a los bandazos antes que plantearle al país una política de Estado en la que todos podamos mínimamente, estar de acuerdo.
     Ésta parecería ser la tónica de los años que corren, en donde coincidir con ellos, lo único que implica es callarse la boca y cobrarse el suculento sueldo de «asesor especialista en asuntos especiales».
     Para un acuerdo con Francia se necesita no solo sadismo refinado, sino la fina ironía de un cinismo despampanante, el que lleva maquiavélicamente a apoyar a todas las revoluciones del mundo, menos a aquella que los perjudica internamente.
     Son como padres corrompidos y prostituidos hablándole de «moral revolucionaria» al hijo bóbo.
     Si el hijo bóbo los llega a ver votando con la oposición, puede avivarse y eso les preocupa.
     El vaudeville entre la cañonera Clemençau y el Gran Jaurés frenteamplista recién empieza y no es para bañarse en un mar de rosas, porque no es nada improbable que cuando se cierre el telón de ésta época, nos encontremos que el Uruguay desapareció como país.
     La política no es para bon vitant y pasarla bien tirando manteca al techo con los dineros del contribuyente, mientras una conspiración de nibelungos impúdicamente se pasea por nuestras narices y a horcajadas.
     Se viene un viraje político importante de Norteamérica a la Patagonia y ésta gente ni con hacer la del avestruz puede hoy tapar el cielo con un toldo.
     Un gobierno que se Camporiza, ya sabemos que como Camporita «Se va al muere», con un Vázquez al gobierno y un Marcelo Abdála al joder.
     La política exige Raison d'être y no chiflidos, codazos y escupitajos de Comité de Base.
     Gobernar entre nenes chicos y el hijo bóbo, es como para vivir limpiando vómitos y cambiando pañales. Siempre a los codazos intestinos, en un juego de suma cero del tipo ganar-ganar, en donde nadie vale nada y es un sálvese quien pueda internista.
     El Uruguay se ve que merece el destino de un petiso intelectual, de un tíquis mítis de Comité de Base, sólo que algunos uruguayos, casi la mitad, pensamos que merecemos otro país, que no es ni más ni menos, que el Uruguay que nos robaron.
     Parafraseando a Antonio Machado, también nosotros podemos decir: ”Uruguayito que nacés, al mundo te guarde Dios, entre un Uruguay que muere y un Uruguay que bosteza, uno de los dos Uruguay, ha de helarte el corazón”.




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