"La política es la actividad más noble del alma humana".
Aristóteles
Aristóteles
A veces la gente se confunde cuando no entiende el sentido y el rol que tiene la política en la vida social e institucional de un país.
Quienes vivimos el día a día de la actividad política, tenemos una responsabilidad muy grande sobre nuestros hombros. Sentir el peso de esa carga en la grupa es lo que dignifica el hecho de hacer política cuando se interviene en los distintos asuntos.
Así como el militar trabaja con disciplina militar, el político tiene su propia disciplina, aunque visto de afuera parezca una criatura inestable que vive en un mundo incierto.
Se es político aunque no se tenga ningún voto y muchas veces ocurre que se puede liderar una tendencia importante, sin ocupar un solo cargo político, como lo demuestra Jorge Batlle que fundido, en la ruina y sin cargo, sin embargo, cuando habla, todo el mundo para la oreja.
El parlamento le exige constitucionalmente tres funciones básicas al sistema político en su conjunto: organizar el debate nacional, controlar políticamente, no administrativamente a los Ministerios, los Entes Autónomos y los Servicios Descentralizados, como así, a los del artículo 220 y fundamentalmente, legislar.
El representante no tiene por qué ser un ídolo de multitudes y la gente que lo vota, no tiene por qué pensar igual en temas de conciencia, como el aborto, la eutanasia, el matrimonio igualitario o la marihuana. El representante no es un mandatado como creen en el Frente Amplio, no es el soviét y su dictadura del proletariado el que fija los lineamientos de una rara democracia directa, que termina en la más absoluta tiranía.
Además, el parlamento no le está pidiendo al representante que sea un técnico o un especialista en esto o lo otro. Le pide simplemente que sea un estudioso de los temas para los cuales está abocado en la respectiva Comisión parlamentaria. Nadie legisla con un simple tecnicismo, desprovisto de historicidad y fuera del derecho comparado de lo que se hace en otros lados.
No se hace política para estar de acuerdo por el gustito de coincidir, ni tampoco para discrepar por el placer de llevarle la contra a otro. Se hace política para defender los intereses concretos de aquellos que votan la opción que el representante significa, ante la cual a los próximos cinco años, la gente dirá si estuvo o no a la altura de aquello para lo cual lo votó.
En política plantarse ante la gente y decirle la verdad genera chiflidos y por eso muy pocos tienen el coraje de un Jorge Batlle que canta la justa.
Además, en el Uruguay irla de víctima da muy buenos dividendos políticos.
Sólo así se explica que un perfecto inepto como el niñato Michellini siga estando allí y en cambio a Pedro Bordaberry, que es un hombre realmente capaz, el apellido no lo ayude, o que una Macarena Gelman, verdadera niña de pecho, haya salido diputada.
El parlamento no es ni mucho menos una culminación. Nadie se prestigia porque le gane la discusión a otro. Se prestigia cuando desde un Ministerio o un cargo ejecutivo demuestra capacidad, eficiencia en el hacer y eficacia en plantear correctamente los objetivos.
El parlamento es escuela de formación política y la posibilidad de acceder a información privilegiada que de otro modo sería imposible tener, por eso todos quieren estar allí, en el ajo y bien sabemos que como dice El Eclesiastés: “Muchos son los llamados, pocos los elegidos”. Es más la gente que quedó por el camino y perdió la herencia de los padres, por querer hacer política, que los que llegaron a sentarse allí. Tema que nadie analiza y que entiende el día que queda, como se dice vulgarmente, con el trasero al aire.
Era Julio Mafud en la Argentina quien sostenía que así como el modelo de hombre del italiano es el artista, el del español el poeta, el del norteamericano el científico, el modelo de hombre del argentino, y también del uruguayo es el político y era Octavio Paz quien nos decía que América La Pobre tiene el desafío de ganar en la política, lo que perdió en tantos aspectos.
Aquí, entre nosotros, en el Río Sin La Plata, las soluciones se conciben desde la política y si hoy hay un shock de alegría en Argentina es gracias a Macri. Esperemos que la oposición entre nosotros, fundamentalmente, el partido nacional, nos devuelva pronto, dentro de cuatro años, un shock de optimismo para poder ver el futuro con confianza y sentido común.
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