sábado, 7 de noviembre de 2015

Apuntes para una breve historia de los últimos 50 años a nivel sindical.

      Resumir a grandes brochazos la historia del sindicalismo en lo que va de los últimos 50 años no es tarea fácil para nadie. Por lo tanto, y corriendo el riesgo de ser esquemático, trataré de ser claro, corto y conciso en la evaluación de cada período histórico que hemos vivido.
     Antes de la dictadura había un gremialismo de agremiaciones particulares. Existía un sindicalismo blanco y otro colorado. Básicamente, los sindicalistas eran batllistas, aunque había, fundamentalmente en el sector de la salud, una fuerte presencia nacionalista. Esto se expresaba también a nivel parlamentario en donde el colorado quería ir a la Comisión de Constitución y el blanco a la Comisión de Salud.
     Con el surgimiento del Congreso del Pueblo en 1965 y el proceso que conduce a una Central Única de Trabajadores, la CNT, se da lo que Jaime Pérez llamó “el golpe técnico” que puso al partido comunista en el centro de la actividad sindical.
     A partir de 1968, con la congelación de precios y salarios, que en realidad fue una congelación de salarios bajo desabastecimiento y acaparamiento de mercadería, empieza a darse un nivel de violencia social insólito en nuestra historia. Estamos hablando de una época en donde la mano de obra fabril era el 25 por ciento de la fuerza laboral empleada. Hoy no llega al 5%.
     Era, sin duda, el fin del estancamiento productivo y la sustitución de importaciones. Fábricas que trabajaban con máquinas a pedal de 1913, empresas que a fin de mes cerraban la contabilidad en rojo y trabajaban a expensas de préstamos políticos y una economía centrada en el mercado negro en donde las cosas más elementales allí salían otro precio diferente al oficial.
     Era el país de la demanda insatisfecha en donde para obtener un teléfono había que tener cuña política y recibir un pronto despacho.
     El nivel de malestar social llegó a la Universidad de la República y empezamos a ver lo que se llamaba “el estudiante crónico”, que era el que hizo de su condición de “estudiantado” un título que lo ponía de igual a igual con “el proletariado”, cuando todos sabemos que ser estudiante es una situación pasajera hasta el día que deja de serlo o se recibe y en cambio proletariado es el hombre de la prole, esto es, de las familias que tienen muchos hijos y más apropiado es hablar de trabajadores manuales e intelectuales.
     No se daban cuenta que se es trabajador toda la vida y en cambio se es estudiante durante un período determinado de la misma y entonces iban a la Olla sindical y los mismos obreros los despreciaban, porque tampoco entendían qué estaban los estudiantes haciendo allí.
     Mientras el desclazado social hizo época como figura neurótica, ardía Troya en un robo bancario todos los días, para que una organización subversiva, que luego se supo cuál era, hiciera finanzas.
     Cuando viene la dictadura, exceptuando el sector que fue a la Huelga General, la mayoría de la gente, fue completamente indiferente. Recuerdo la amargura de un amigo sindicalista que estaba ocupando la fábrica de pistones en la que trabajaba en la Unión, cuando salió por un instante en plena Huelga General para ver como estaba la cosa y fue a 18 de Julio y se encontró que estaba repleto con gente tomando cerveza, comiendo chivitos o pizza y a las carcajadas. Me decía: “Yo estoy dando la vida en la ocupación y al resto de la gente le importa muy poco lo que ocurre en el Uruguay”.
     Fueron 11 años de servilismo, de obsecuencia, de mediocridad. Se fueron del Uruguay 300 mil personas y sobrevivió un tipo de trabajador que se cree vivo y prospera por el miedo y la petices intelectual de quienes trabajan con él. Allí vimos todos que en realidad, los civiles eran peores que los militares.
     En las épocas de mediocridad cuando la especie humana iverna, decía Ortega y Gasset, “la inteligencia se vuelve oficio”, y en verdad en esa época eran todos “ténicos” más que técnicos, tenían la “experiencia” en la suela del zapato.
    Los avisos económicos laborales decían todos: “Inútil, sin experiencia” y bastaba sacarles la coma, para darse cuenta que los que sobrevivieron a la dictadura eran verdaderos inútiles sin experiencia. Gente que si se la saca de la fábrica en la que trabaja manoseando a los otros, no sirve absolutamente para más nada en la vida.
     A mediados de los 70' un sector retiene la jubilación y continúa trabajando porque el dinero no alcanzaba para llegar a fin de mes y las jubilaciones las habían congelado. Se jubilaban bien y luego se encontraban con la dura realidad que hacía que a los dos años, no le sirviera para nada esa jubilación.
     Esta generación comienza a jubilarse a partir de los años 80' y surge otra clase trabajadora permeada mentalmente por el autoritarismo de la dictadura, el verticalismo y el sometimiento a las voces de mando.
     Cuando llega la democracia en el 85' parecían soldaditos que precisan que alguien “les dé la línea”, porque si no no sabían qué hacer. Eran tantas las limitaciones que tenían que se volvieron presa fácil de la más baja manipulación sindical que se haya conocido y que consistía en dar manija y hacer huelga por cualquier cosa. Muchos perdieron el trabajo y tuvieron que irse del país.
     Recuerdo una vez que en el Banco República estaban de paro perlado por Solidaridad con Nicaragua, Liberación de los presos políticos, Basta de Préstamos Usureros, Rebaja del Boleto y Aumento Salarial. Era evidente, que esos muchachos tenían muy poca capacidad intelectual de ubicación sindical. Fueron, como se decía en aquel entonces “a la guerra con un glicin” y “marcharon a la paliza”.
     Se llegó a un punto de la cosa en donde al final tenían miedo al miedo y desconfiaban el uno del otro. Todo les parecía cosa de ultras. Si volaba una mosca, decían “Cuidado con los ultras”.
     Los años 90' fueron años de apertura al Mercosur y allí Uruguay perdió 80 mil puestos de trabajo. Llamativamente, el único que hoy sigue defendiendo este esperpento es el Frente Amplio.
     A partir de fines de los 90' aparece un sindicalismo de empleados públicos y virtualmente el sector privado no tiene gran presencia de carácter gremial. En el PIT-CNT la emprenden contra un tipo de viejo sindicalista, le hacen la vida imposible, le dicen “ultra” por cualquier cosa, se ponen en posiciones del tipo “No va la cosa” y van a una purga importante.
     Desde el Frente Amplio y su prensa, derramaron ríos de tinta contra la globalización, la concentración del capital, el neo liberalismo, confundiendo aserrín con pan rayado. Porque Internet, por ejemplo, es globalización y es muy bueno. El tema no es la globalización en sí, sino la regionalización monetarista que está en la base de la guerra de las monedas y desestabiliza economías enteras por flujos de capital que nadie puede controlar y planchan la economía quitándole competitividad.
     Si alguien generó concentración de capital y extranjerizó la tierra, fue precisamente Astori, quitándoles la carga tributaria a los grandes capitales y gravando a la clase media. Si alguien se caracterizó por privatizar absolutamente todo. fue primero Tabaré Vázquez privatizando 90 servicios en la Intendencia de Montevideo y luego Astori tercerizando in limine todo lo que pudo.
     Luego de 10 años de postración y seguidismo al Frente Amplio ahora se desperezan en una huelga por cualquier cosa, para marcar la cancha a nivel político. Como son la clientela electoral el gobierno les teme y vive en una parálisis permanente.
     Fueron a parar al más bajo corporativismo de carácter fascista y mussuliniano -el haz, el fascio, de corporaciones de que hablaba El Duce- . Hicieron mucho dinero y todos estos dirigentes tienen propiedades en Miami, les votaron una Ley de Fuero Sindical que los vuelve intocables para hacer sindicalismo todo el tiempo y no trabajar, se permiten decirle al sistema político electo por la ciudadanía lo que tiene que hacer y lo que no, en un conjunto de desubicaciones a la peronista, jamás visto en nuestra historia sindical.
     Hoy hay gente que quiere derribar desde abajo las grandes columnatas de este monstruo, lo que está indicando que estamos delante de una grieta importante, de cara a un viento que viene de frente, contra el Frente.



Ya no se escuchan más los cánticos " a la maduré sindical", 
producto de esa adolescencia mal resuelta que tienen.

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