El
debate entre Scioli y Macri es de los hechos políticos más auspiciosos de los
últimos tiempos. Fue el primer debate presidencial de la historia política argentina,
que se inicia con un minuto de silencio por las víctimas del atentado
terrorista en París.
Fue
importante, en primer lugar, porque la sociedad estaba necesitando discutir y
confrontar ideas y no agravios desde trincheras ideológicas.
Allí
se vio un Scioli nervioso, con un discurso simplista y prestado, producto del
anti fondomonetarismo más infantil, para consumo de muchacho de primer año de
facultad que se hizo de izquierda.
Vimos
en cambio un Macri confiado, abierto, con ideas propias y cintura política. Un
Scioli que ataca, frente a un Macri que discute.
Scioli
no contestó ninguna pregunta, tenía un libreto rígido y panfletario de frases
hechas. Una catarata de mentiras a sabiendas, pensadas para generar miedo en la
gente.
El
peronismo estaba convencido de que eran invencibles y eso es lo que llega a su
fin en este debate, en donde los ídolos de barro que hasta ahora creían que
eran eternos, tienen por primera vez que convencer y carecen de línea
argumental. Un Scioli sectario y oberista para consumo interno de Unidad
Básica.
"Insistís
en debatir con un gobierno que termina el 10 de diciembre", le dice Scioli
a Macri, tratando como diría el paisano, de sacarse el lazo con las patas, como
si él fuera un habitante aéreo y no la continuidad del peronismo. Scioli no
quería pagar los platos rotos de Cristina. "Vos nos sos el cambio.
Elegiste estar con Zannini, Máximo, Aníbal, Milagro Sala", le contesta
Macri a un Scioli que lo miraba con nerviosismo y molesto. Scioli fue estoico
durante doce años, Macri en cambio superador.
"Por
qué no te preocupaste antes por la devaluación, por la inflación", le dice
Macri a un Scioli que hacía terrorismo verbal con el tema financiero.
"¿Cómo
es posible que nunca hayas podido completar los 180 días de clases?", le
espeta Macri a un Scioli y este lanza cosas como, "Su posición es siempre
del lado de las empresas privadas", cuando Macri nunca ha sido
privatizador y por eso logró el apoyo que tiene en la Provincia.
La
gran incongruencia de Scioli es que no quería ser atacado por su pasado, quería
hablar del futuro, pero atacaba a Macri por su pasado.
Más
allá de lo que cada cual pueda pensar en una opinión pública polarizada, con
gente de los dos partidos conversando y departiendo, el gran vencedor es Macri.
Hoy ya el debate no es un invento de los perdedores.
El
simple hecho de que haya existido un debate ya cambia el mapa político
argentino, porque hoy no son los barones del peronismo, las marchas, los cánticos,
las Unidades Básicas y el recuerdo enfermizo del primer y segundo Perón, sino
la elección entre dos personas y punto.
En
Argentina hay una gran cantidad de inconformes con estos años de kirchnerismo y
eso no lo pudo capitalizar Scioli encapsulado en el discurso cristinista. No entendió
que la gente está cansada y harta del kirchnerismo.
La
campaña del miedo que parecía que iría a tener éxito, vino a virar al ridículo,
porque es un desprecio a la gente, es tomar de gil a todo el mundo.
Macri
en el imaginario dejó de ser “la derecha” y Scioli no pudo desprenderse de Cristina.
Macri
tuvo un discurso directo desde el primer momento. No se dirigió al pueblo, al
obrero, porque eso es dirigirse a nadie. Se dirigió al hombre y por ende, se
hizo entender por todos. No se mostró blando y conciliador, sino firme y bien
informado en cosas concretas y también, en lo que piensa, sin entrar en
cuestiones personales.
Fue
un debate rico en ideas y Scioli no logró desligarse de su condición de
segundo. No logró revertir la opinión pública y en cambio Macri ganó un nuevo
escenario hacia los indecisos.
La
noche fue histórica porque finaliza. Para el peronismo en cambio fue histérica,
porque se les viene encima, con olor a expediente judicial.
El
debate trae cola para toda América Latina en el futuro. Es un referente para
todos y no solamente, los argentinos.
En
el Uruguay ya no podrán hacer la del avestruz los iluminados que no quieren
discutir.
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Sufren "La verguenza de haber sido y
el dolor de ya no ser"