domingo, 15 de noviembre de 2015

La dictadura financiera




Hoy estamos viviendo lo que bien podría llamarse de dictadura financiera.
No es de ahora, sino que arranca de los años 90’ cuando se inicia el proceso de bancarización de la industria, el comercio, el agro y la actividad económica en su conjunto.
Hasta los años 85’, en el Uruguay cada operador económico tenía su propia caja fuerte. Recuerdo que cuando yo era chico iba a los cambios de la Ciudad Vieja en torno al Banco de Londres, que tenían su propia caja fuerte en monedas extranjeras.
Aquello era peligroso y exigía una rigurosa contabilidad empresa por empresa.
El Código Civil no dice qué tipo de contabilidad el empresario debe llevar. Dice simplemente que “debe llevar una contabilidad”, de modo que querer imponer determinada Contabilidad es totalmente inconstitucional. Si el operador quiere llevar la contabilidad en papel higiénico, mientras sea legible lo que hizo y consistente en los montos que allí pone, puede hacerlo.
El Banco Central del Uruguay a través de diversas disposiciones quiso imponerles a los operadores determinada manera de llevar una Contabilidad y ellos, por falta de síndicos que sepan defender sus intereses se dejaron llevar. Exceptuando algunas empresas que siguieron llevando la contabilidad en libros de tomo y lomo, el resto se tecnificó, como se dice vulgarmente, a los bandazos, en sistemas operativos que hoy no existen y que mantenerlos supera el costo que implica acceder a nuevas tecnologías.
Nadie puede imponerle a otro la Contabilidad llevada de determinada forma, por conformismo orgánico y comodidad administrativa de los burócratas de la Dirección General Impositiva.
A partir de los años 90’ se inicia un proceso llamado de bancarización, que consiste en el hecho de que los Bancos le llevan la cuenta corriente a las empresas sin costo alguno. Esto que aparentemente era inocuo porque las empresas igual llevaban la cuenta corriente a mano y luego verificaban con la del Banco si lo que se hacía estaba bien o mal, no lo fue en verdad. Los Bancos, gracias a este “generoso” servicio comenzaron a obtener información de todo el movimiento comercial del Uruguay y todos sabemos que esa información es conocimiento y el conocimiento poder. Fundamentalmente, información para la toma de decisiones. El Banco “regala” un servicio y obtiene a cambio las llaves comerciales del movimiento de esa empresa, de modo que se puede determinar con facilidad que rentabilidad tiene cada emprendimiento en nuestro país.
        La izquierda de la época derramó ríos de tinta contra lo que llamaba “La Patria Financiera”, que era ni más ni menos, que éste proceso de bancarización que comenzaba.
        De esta suerte, los Bancos se volvieron instrumentos que llevaban la Contabilidad Suficiente de las empresas y las gestorías de trámite, la Contabilidad Oficial.
        Este proceso fue avanzando y con los gobiernos de izquierda llega hoy al colmo de la mal llamada Ley de Inclusión Financiera, que consiste en controlar absolutamente todos los movimientos comerciales.
        El soporte físico en papel es una garantía jurídica tanto para el empresario como para los deudores y acreedores. Terminar con eso, pone en manos del acreedor y del deudor la necesidad de tener la información necesaria para decir si pagó, compró o vendió. Quiere decir que hasta el más humilde cliente tiene que guardar la documentación, una cosa que es claramente inconstitucional.
        La engañifa de la reducción de tiempo y las facilidades que operar electrónicamente genera es para mentes chicas, porque todos sabemos que la esencia de los malwares que quieren tomar el administrador es emprenderla contra las cuentas corrientes y el objetivo de los Bancos es medrar con la información que recaban.
        Por lo visto, se terminó la época en donde los operadores económicos se negaban a que otros les miren la contabilidad y les anden toqueteando el nido.


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Te la compro 


Te acordás cuando eramos pobres,
íbamos tomados de la mano.