No
hubiera querido escribir este post, pero me veo obligado a hacerlo por varias
causas.
El
periodismo escrito está en crisis desde la época en que se inventó la radio a
galena. Días de radio son aquellos de nuestra infancia, en donde vivíamos en
función de la información radial, las radio novelas y la música que allí se
escuchaba, por lo general Tango.
Luego
vino la televisión y entonces era más importante escuchar la opinión política
en programas como Conozca su Derecho o Sala de Audiencias, que leer un sesudo
artículo periodístico.
La
televisión vino a cambiar todas las cosas, y la gente prefirió verlo en
imágenes a que se lo digan por escrito, porque leer implica un esfuerzo
volitivo que se justifica para estudiar, pero no para recibir información. Con
la televisión por cable dejamos de depender de cuatro canales y si bien éstos
mantuvieron su monopolio, pudimos ver CNN y programas españoles ampliando la
visión del mundo y de las cosas.
Con
el surgimiento y la popularización de Internet se comenzó a tener acceso a
información más personalizada. Hoy no es la época en donde al llegar al trabajo
todo el mundo decía: “No viste tal programa” y se comentaba eso, volviendo
prácticamente obligatorio verlo y el que no tenía televisión, porque el aparato
era caro, tenía que ir a la casa de un amigo a verla.
Con
Internet se puede optar por el protocolo de comunicación que uno desee; la
noticia se la puede leer o bien acceder a un video en donde se explica in situ
como son las cosas, además, si hay guerra se puede tener la opinión y el juicio
conclusivo de ambos bandos.
Lo
que los estudios estadísticos dicen en el Uruguay es que quien compra un diario
es el individuo mayor de 50 años; la juventud virtualmente, no lee diarios.
Este
hecho pone a la prensa escrita en un brete, les guste o no todos se ven
obligados a abrir una página web como gancho promocional para ser leídos, aún
pagando el precio de darle información gratis a quien no compra la publicación.
Una expresión periodística tanto escrita, radial o televisada y también de
Internet la financia el patrocinador, más que el usufructuario de la misma. Es
la forma de hacer negocios que Google brillantemente, vino a generar. Para el
usuario todo, para el patrocinador un porcentaje por click.
Sin
embargo muchos parecen no haberse dado cuenta de que un nuevo paradigma -esto
es, reglas de juego-, ha surgido en el mundo de la comunicación. Aquellos
corredores de información que existían en el pasado, hoy están en Internet. Las
academias no dan textos de estudio, sino que recomiendan una página web a la
que se accede con la clave que se les da a quienes pagaron la matrícula.
Era
Mario Benedetti quien decía que en el Uruguay no existe el lector puro, sino el
lector con ínfulas de escribiente. Todos llevan, sostenía en aquella época, un
par de vergonzosos sonetos -poesías clásicas- sonando en su conciencia.
Carlos
Vaz Ferreira en sus reflexiones filosóficas sobre el rol del periodismo
sostenía que tiene dos cosas. Una buena y otra mala. La buena que da agilidad
mental para plantear las cosas con claridad y eficacia comunicativa; la mala
que vuelve a la larga al individuo un perfecto mediocre, porque más allá de
cierto nivel, lo esclaviza al día a día y no le permite tomar distancia en
ningún tema.
Lo
que hoy estamos viendo es un periodismo de escritores frustrados que hacen de
un artículo una monografía universitaria para consumo de nadie, cuando ante los
desafíos que existen debieran aprender a sintetizar lo que piensan.
En
éste sentido, todos recordamos que Winston Churchill le decía a los informantes
que tenía en el servicio de inteligencia: “Si usted no me sabe dar la
información en una carilla y media a doble espacio, es porque usted no sabe de
lo que está hablando”.
Artículos
largos, tediosos, sin capacidad de síntesis, los leemos aquellos que estamos en
la política desde los 13 años y que a partir de nuestros 17 años, leemos el
diario todos los días, pero el hombre medio es improbable que lea tanta tinta
en cada tema, cuando eso mismo puede buscarlo en forma mucho más sintética
mirando un video de Youtube.
Recuerdo
en la época que quería entender el estructuralismo en lingüística, que Roland
Bartes siempre decía: “Escribiente rima con sirviente, escritor rima con autor”
y sostenía que él no leía la prensa, porque eso que se ponía allí escrito
estaba por debajo de la línea media del desprecio. Opinión, por supuesto,
extremista y exagerada como pocas, sin embargo algo cierto de verdad tenía,
porque un escribiente nunca podrá ser escritor y querer hacer de un artículo
periodístico que mañana va a estar en la feria envolviendo verduras, una
pequeña y tediosa monografía es algo que ni los prebost del New York Times del
año 40' recomiendan.
Después
se quejan de que están en crisis económica y no se dieron cuenta de que toda
esa balumba de papel escrito, hoy por hoy, está demás.
Sintetizar
con criterio local y nacional, la noticia que no puede salir en Internet,
porque fue generada aquí y ahora es el desafío que hoy tenemos todos.
Si no puedes verlo haz click aquí