sábado, 21 de noviembre de 2015

Algunas consideraciones sobre la crisis de la prensa escrita.



        No hubiera querido escribir este post, pero me veo obligado a hacerlo por varias causas.
        El periodismo escrito está en crisis desde la época en que se inventó la radio a galena. Días de radio son aquellos de nuestra infancia, en donde vivíamos en función de la información radial, las radio novelas y la música que allí se escuchaba, por lo general Tango.
        Luego vino la televisión y entonces era más importante escuchar la opinión política en programas como Conozca su Derecho o Sala de Audiencias, que leer un sesudo artículo periodístico.
        La televisión vino a cambiar todas las cosas, y la gente prefirió verlo en imágenes a que se lo digan por escrito, porque leer implica un esfuerzo volitivo que se justifica para estudiar, pero no para recibir información. Con la televisión por cable dejamos de depender de cuatro canales y si bien éstos mantuvieron su monopolio, pudimos ver CNN y programas españoles ampliando la visión del mundo y de las cosas.
        Con el surgimiento y la popularización de Internet se comenzó a tener acceso a información más personalizada. Hoy no es la época en donde al llegar al trabajo todo el mundo decía: “No viste tal programa” y se comentaba eso, volviendo prácticamente obligatorio verlo y el que no tenía televisión, porque el aparato era caro, tenía que ir a la casa de un amigo a verla.
        Con Internet se puede optar por el protocolo de comunicación que uno desee; la noticia se la puede leer o bien acceder a un video en donde se explica in situ como son las cosas, además, si hay guerra se puede tener la opinión y el juicio conclusivo de ambos bandos.
        Lo que los estudios estadísticos dicen en el Uruguay es que quien compra un diario es el individuo mayor de 50 años; la juventud virtualmente, no lee diarios.
        Este hecho pone a la prensa escrita en un brete, les guste o no todos se ven obligados a abrir una página web como gancho promocional para ser leídos, aún pagando el precio de darle información gratis a quien no compra la publicación. Una expresión periodística tanto escrita, radial o televisada y también de Internet la financia el patrocinador, más que el usufructuario de la misma. Es la forma de hacer negocios que Google brillantemente, vino a generar. Para el usuario todo, para el patrocinador un porcentaje por click.
        Sin embargo muchos parecen no haberse dado cuenta de que un nuevo paradigma -esto es, reglas de juego-, ha surgido en el mundo de la comunicación. Aquellos corredores de información que existían en el pasado, hoy están en Internet. Las academias no dan textos de estudio, sino que recomiendan una página web a la que se accede con la clave que se les da a quienes pagaron la matrícula.
        Era Mario Benedetti quien decía que en el Uruguay no existe el lector puro, sino el lector con ínfulas de escribiente. Todos llevan, sostenía en aquella época, un par de vergonzosos sonetos -poesías clásicas- sonando en su conciencia.
        Carlos Vaz Ferreira en sus reflexiones filosóficas sobre el rol del periodismo sostenía que tiene dos cosas. Una buena y otra mala. La buena que da agilidad mental para plantear las cosas con claridad y eficacia comunicativa; la mala que vuelve a la larga al individuo un perfecto mediocre, porque más allá de cierto nivel, lo esclaviza al día a día y no le permite tomar distancia en ningún tema.
        Lo que hoy estamos viendo es un periodismo de escritores frustrados que hacen de un artículo una monografía universitaria para consumo de nadie, cuando ante los desafíos que existen debieran aprender a sintetizar lo que piensan.
        En éste sentido, todos recordamos que Winston Churchill le decía a los informantes que tenía en el servicio de inteligencia: “Si usted no me sabe dar la información en una carilla y media a doble espacio, es porque usted no sabe de lo que está hablando”.
        Artículos largos, tediosos, sin capacidad de síntesis, los leemos aquellos que estamos en la política desde los 13 años y que a partir de nuestros 17 años, leemos el diario todos los días, pero el hombre medio es improbable que lea tanta tinta en cada tema, cuando eso mismo puede buscarlo en forma mucho más sintética mirando un video de Youtube.
   Recuerdo en la época que quería entender el estructuralismo en lingüística, que Roland Bartes siempre decía: “Escribiente rima con sirviente, escritor rima con autor” y sostenía que él no leía la prensa, porque eso que se ponía allí escrito estaba por debajo de la línea media del desprecio. Opinión, por supuesto, extremista y exagerada como pocas, sin embargo algo cierto de verdad tenía, porque un escribiente nunca podrá ser escritor y querer hacer de un artículo periodístico que mañana va a estar en la feria envolviendo verduras, una pequeña y tediosa monografía es algo que ni los prebost del New York Times del año 40' recomiendan.
        Después se quejan de que están en crisis económica y no se dieron cuenta de que toda esa balumba de papel escrito, hoy por hoy, está demás.
        Sintetizar con criterio local y nacional, la noticia que no puede salir en Internet, porque fue generada aquí y ahora es el desafío que hoy tenemos todos.



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