sábado, 21 de noviembre de 2015

Sigue la sangría de divisas en Argentina.

     
          Ayer viernes 21, por la dolarización electoral, se fueron del vecino país 8 mil millones de dólares de las reservas.  El gobierno aún cuotificando la demanda de divisas, sufrió el mayor drenaje que se haya visto desde la guerra de las Malvinas de 1983 a la fecha.
          Más allá de esto, los contratos de futuros de dólar, fijado en 10,65 pesos, cuando se sabe que el dólar va a estar a más de 16, podrían costar hasta $ 70.000 millones. Pero el tema no concluye aquí, porque el Banco Central argentino utilizó ayer, otros 110 millones de dólares de las reservas para atender la demanda de importadores y ahorristas, con lo que aportó el 40 por ciento de los billetes negociados.
          Si se contabiliza la sangría se puede apreciar que liquidó US$ 560 millones en la semana y lleva vendidos US$ 1.750 millones en lo que va del mes. De esta manera se comprueba que tanto el proceso electoral, como el cepo cambiario para un dólar irreal, le insumió 8 mil 15 millones de dólares al Banco Central.
          A Alejandro Vanoli no le importa que se trate de una suma equivalente a un tercio de las reservas brutas que declara el Banco o al total de lo neto propio que tenía, puesto que lo único que le interesa es largarle el clavo ardiente al próximo Presidente, mientras el continuismo quedante acusa a Macri de todo lo horrible de una devaluación. Según informes veraces de la vecina orilla, todos están de acuerdo en que ahora sólo quedan dólares de los ahorristas y la porción invertida en oro.
          Quienes ya están pagando los platos rotos del cristinismo son los importadores y todos aquellos que dependen de los insumos importados para producir.
          Argentina, como Uruguay, son semi colonias gobernadas por hombrecitos que lo único que saben hacer es agobiar a impuestos al que produce y tirar manteca al techo con los dineros del contribuyente, como si la generación de riqueza fuera un granizado que llueve del cielo, a cambio de nada.
          El único en Argentina que supo hablar claro fue el diputado del Frente para la Victoria Roberto Feletti, cuando interrogado por la oposición confesó: "Tenemos los dólares suficientes para funcionar hasta el 10 de diciembre".
          La herencia maldita del próximo presidente se llama, déficit fiscal, déficit de la balanza de pagos, distorsión de los precios relativos, de las tarifas energéticas, el tipo de cambio, el cepo, la falta de dólares para importar, los impuestos a las exportaciones, la presión inflacionaria, la falta de financiamiento externo, las deudas con los fondos buitres y demás. No se dieron cuenta que lo importante no es tener dinero, sino crédito y crédito viene del latín credere, que quiere decir creer. Tampoco se dieron cuenta que la confianza baja en ascensor y sube por la escalera. Hoy Mauricio Macri es creíble porque demostró capacidad de gestión, hasta confirmar que la mejor manera de decir es hacer, por eso ahora se respira otro aire, que vaticina un shock de confianza. Con un Mauricio marcando un perfil propio y no con un Scioli como segundo de Cristina, se viene una nueva era en la relación internacional y en la inserción al mundo occidental.
          La pregunta que Scioli y otros desvergonzados se hacen sobre de dónde ha de sacar Macri los dólares, se contesta sola, porque con confiscarle las cuentas innominadas que Cristina y De Vido tienen en los 34 paraísos fiscales, con eso sólo se le devuelve a Argentina, lo esquilmado.
          Sabido es que se acuerdan de Santa Barbara cuando truena y la única respuesta que dan ante el fin del ciclo izquierdista es seguir designando gente con mandatos que están más allá de quien asuma.
          En una Argentina devastada por ese raro huracán tropical de la Patagonia, que trajo tanto pingüino y pinguina voladora, ya nadie compra ni siquiera peronismo, porque como decia “El Pocho” su heredero es el pueblo y como pueblo somos todos, queda claro que su heredero es nadie. Tampoco “los pobres”, porque se puede estar en la miseria y no comulgar con la limosna vergonzante que humilla, tanto a quien la da, como a quien la recibe. Mucho menos al trabajador que tiene que pedirle al patrón que le baje el sueldo y le pague la diferencia por fuera de planilla, porque si no los impuestos le comen su salario. Lo que tanto Argentina, como Uruguay precisan, no es un gobierno populista a la peronista y paternalista al estilo batllista basado en la más baja y gris mediocridad moral y espiritual, lo que estos países necesitan, creo yo, es lo de Artigas, que llegue la hora en que los buenos no se confundan con los malos y que el ejemplo, venga de arriba. No es el gobierno el dueño de la sabiduría y el conocimiento, sino la sociedad civil, que ahora demuestra que está más allá de la cabeza de los dirigentes.
          El rioplantense aprende por conocimiento o sufriendo y la cura contra la ingenuidad y la estupidez suele ser muy dolorosa, cuando se queda económicamente, con el trasero al aire. Decía el Dante que el peor castigo no es la pobreza, “sino añorar en la miseria el tiempo feliz”.
          Argentina es riquisima, tiene los cuatro climas y el Uruguay podría albergar a mucho más gente que la que hoy padece tantas penurias sobre su suelo. Lo que nos ha dañado hasta la fractura social es el pobrismo mental de tanto curita laico. No se dieron cuenta que el modo más inteligente de ejercer el poder, tanto en el área pública, como en la privada es entender que el tan anhelado poder puede extinguirse en una tarde. Todos recordamos al ex Presidente guatemalteco Arbenz expulsado desnudo en el aeropuerto o al ex Presidente Belaúnde Terry sacado a bayonetazos de la cama, subiendo en calzoncillos al avión; a Gomulka en Polonia saliendo de la cárcel para tomar el poder o a Perón disparando a bombazos por la Cañonera Paraguay.
          En el Uruguay los iluminados hacen la vista gorda, cuando todos sabemos que en lo que va de este año un millón de uruguayos, esto es, la tercera parte de la población, fue a comprar ropa a la Argentina y si el vecino país entra en un default serio, no va a existir temporada turística y con el dólar planchado, desaparece la industria, el agro y el comercio.
          No quiero ni pensar el viraje político que vamos a vivir en el Uruguay si gana Mauricio Macri, más allá de las pataletas del MPP, La Raulito y el desmarque de Mujica Cordano. Vamos a ver a un Vázquez que siempre estuvo del lado de Cambiemos porque él es el cambio en el Uruguay y cosas así, previsibles para enanos mentales de Comité de Base a la peronista.
          Uruguay va a regularizar su situación con Argentina mandando a los capitales que dispararon de allá, mientras con el dólar planchado muere con los ojos abiertos, en una relación de comercio exterior en dónde por ahora, gane quien sea, no va a cambiar sustancialmente. La relación comercial nos desfavorece en un déficit de mil millones de dólares y nos ha de desfavorecer más con una Argentina más competitiva por la paridad de los poderes de compra. Uruguay le compra más a Argentina, que lo que Argentina le compra. Más allá de las dificultades del primer año del nuevo gobierno, una Argentina saludable nos ha de beneficiar también, compensando este desequilibrio en la Balanza Comercial y de Pagos. Habrá que ver como se perfila la etapa de transición y todos sabemos que la familia Macri tiene vínculos muy sólidos en el Uruguay. Como se emperraron en planchar el dólar y fijarse suculentos sueldos para los cargos de particular confianza, creando un estado dentro del estado, al mejor estilo Nixon antes de la caída, no es nada improbable que a mediados de 2017 haya un sinceramiento en la sociedad uruguaya y para ese entonces, como en el tango, vendrán caras extrañas.

          Mañana es el día D.


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Como decía Peloduro y su personaje El Pulga
"Yo sé que ahora vendrán caras se extrañan"