Cuando la campaña electoral, tanto los blancos como los colorados se pasaron rompiéndome las pelotas y pidiéndome que me calme y tranquilice. Realmente no los entendía. Están pagando de su bolsillo semejante despropósito y piden que se tranquilice a todo aquel que pone los puntos sobre las íes.
Ahora tienen el castigo que ellos, no yo, se merecen.
Ahora tienen el castigo que ellos, no yo, se merecen.