Si esta alegría que ha surgido en plena
hipnosis de atolondramiento colectivo, fácilmente constatable, no solamente en
Montevideo, sino por todo el Uruguay, ha de durar mucho o poco, es un tema de
una complejidad tal, que ni un Joseph Alois Schumpeter podría estar en
condiciones de parametrizar el estado de ánimo de la gente, con las variables
macro económicas.
En
ningún momento en este blogger se ha hecho futurismo, porque si algo me
caracteriza es la convicción de que el futuro no existe, existe el presente y más
nada. Ese minuto que precede al actual es el futuro, un futuro que cuando se
vuelve tal, se convirtió en presente. Usamos la palabra “futuro” como forma de
ponerle un nombre a lo indeterminado, porque nadie tiene condiciones de vidente
para saber lo que ha de suceder. Esa gente que “ v e “ el “futuro”, en realidad
lo que “ v e “ son las concomitancias concretas de este presente y comprende
que, quien mal anda, mal acaba.
Tampoco se podrá encontrar aquí profecías
de fatalidad, porque la fatalidad es la única profecía autorrealizable. Es
decir, si yo pienso que las cosas van a salir bien, no porque crea eso, han de
resultar como quiero, pero en su deferencia, si estoy convencido que van a
salir mal, es una fija, salen mal. Conviene mirar el mundo con relativo y
razonable optimismo, sin ingenuidad y con espíritu crítico. Como decía José
Martí: “La crítica es el ejercicio del criterio”.
En economía como en la vida misma el
optimismo y el pesimismo tienen que ser prácticos. Se la ve fea, se la ve
buena, se la ve fácil, se la ve difícil, pero eso no significa que las cosas no
puedan ser de otra manera, cuando otros lo mismo, lo ven distinto.
Así como están planteadas las cosas en
el Uruguay de hoy, Cándido y su maestro Planglos de Voltaire, es un poroto al
lado del uruguayo y la uruguayita común. Viven en el mejor de los mundos
posibles y todo, hasta un atentado, violación, asesinato o rapiña es por algo
en la vida. “Algo habrán hecho para que les pase eso”.
La humanidad camina a pasos agigantados
hacia una nueva Edad Media, pero ese sería tema de otros análisis más genéricos.
El hecho cierto es que no podemos estar
contra el presente. Si se tardó eones de tiempo para llegar a esto, estar
contra esta realidad, es estar contra el desenvolvimiento humano, así la
democracia se haya pegado un tiro en los pies y decidido dejar de caminar.
La vida tiene siempre razón.