lunes, 17 de noviembre de 2014

Algunas reflexiones sobre la crisis del sistema fundacional de partidos

         Estamos viviendo una crisis del sistema fundacional bajo el cual nuestro país funcionó durante 178 años de historia y eso exige varias miradas diferentes acerca de qué es lo puede estar sucediendo en la cabeza de los uruguayos, que uno no logra entender.
         No se puede comprender que existan nacionalistas que porque no quedaron contentos con el resultado de las internas en el Partido Nacional, voten al Frente Amplio. Es tener muy poca cabeza política y ausencia casi total de espíritu de partido, de identidad y sentido de pertenencia. Es seguir al caudillo ciegamente o nada. Es no darse cuenta que el hombre pasa, el partido queda.
         No se logra interpretar que existan en este momento colorados que porque Luis es la opción de todos los fundacionales y a él no le gustan los blancos, prefiera votar al Frente Amplio. Qué eso le pase al Partido Independiente o a Unidad Popular es comprensible, porque son ex frentistas, pero que le suceda a gente que tiene una trayectoria votando un partido fundacional, no tiene sentido.
         Sin detrimento del liderazgo carismático de Vázquez, no entra en la cabeza que el montevideano vote heladera, como lo demuestran los 25 años de una ciudad que va camino a volverse un pueblo fantasma. 
         Estamos ante una opinión pública fragmentada en dos modalidades de opción política: los que votan el partido y no les importa a quien éste pone de dirigente, y los que votan al dirigente y no les interesa el partido, aunque siempre hayan estado en él.
         Esta situación al único que beneficia es al Frente Amplio.
         Acá hay una constatación que es doloroso decirlo, pero es así.
         Todo sistema político tiende a la polaridad. Liberales y conservadores; demócratas y republicanos; socialdemocrátas y conservadores. Las épocas en donde el electorado está dividido en tercios son instancias de transición a una nueva polarización. Esa es la razón por la cual el balotage es la última trinchera en la defensa de la democracia y las instituciones. No es el supuesto balotaje anticipado el que crea la polaridad, sino que es la misma polarización la que encuentra un muro de contención en el balotaje y le da al votante la libertad de votar ahora, no ya por su partido, sino por la persona que prefiere.

         Indudablemente, el Uruguay, con una tradición polarizada y un sistema de triple voto simultáneo que lleva en su fisiología e idiosincrasia política, no ha entendido la nueva Constitución. No se dieron, por ejemplo cuenta que si el voto no fuera obligatorio como en Chile, hoy el Presidente de la República era Luis.



Dan ganas de nada, mirando lo que hay