La
discusión sobre la política tributaria que el Frente Amplio le impuso a la
población, afloró cuando en el Congreso que armó el programa de dicha fuerza
política, casi por unanimidad pedían más impuestos a “los ricos”, entendiendo
por “rico”,
todo hombre de corbata.
Allí
no se hablaba ni de Aratirí, ni de las pasteras, ni de las grandes inversiones,
sino de aumentarles la carga tributaria a los trabajadores rurales y a “los
ricos”, que viven en zona de la costa montevideana.
Es
un tema que lo seguí detenidamente y lo fui denunciando en sucesivos post que
cualquiera puede revisar desde ese Congreso del Frente Amplio. En un reportaje,
Constanza Moreira habló suficientemente claro; iban a realizar una
transferencia de recursos neto sobre los hombros de la clase media.
Nadie
por diversas razones hablaba de eso.
Aquí
fue dicho antes, en tiempo y forma.
Incluso
previo a eso, esa suerte de para estructura que opera por fuera de la orgánica
frentista, con Gabriel Oddone como el ideólogo del equipo neo desarrollista, manejaba la misma idea, pero no a chiflido
histérico a lo Constanza Moreira, sino en forma más matizada, como políticas a priorizar en
diversas instancias muy puntuales.
En
el equipo de Astori, con Pablo Ferreri a la cabeza estaban desesperados en ese
Congreso, en que el Frente Amplio hacía su programa, porque no querían que se
hablara del tema.
El
grupo de los 8, los sacaron vendiendo boletines e hicieron lo que quisieron,
sin sentido táctico y estratégico, para al menos, mentirle a la clase media y
ser creíbles por un ratito electoral.
Vázquez
para tranquilizarlos se puso a gritar: “¡Qué pague más el que tiene más!” y
cuando tomó el programa que se hizo, dijo que iba a ser una interpretación
sintética del mismo, como punteo primario para empezar a moverse.
Como
se ve que no le creen nada, tuvo recientemente que salir a decir: Que
iba a aplicar punto a punto el programa del Frente. Lo cual es cierto,
es lo que efectivamente piensa hacer.
No
les está mintiendo, les está diciendo la verdad, sólo que no quiere que éste
sea, un tema de campaña.
No
son simples sectores influyentes los que dentro del Frente Amplio piensan así: todos están en lo mismo.
No plantean por ahora un impuesto revolucionario, porque lo que tienen pensado, es más bien un impuesto robolucionario.
Estamos
hablando de gente que cree que el Uruguay es la Suecia de Olof Palme y que los
servicios que brinda el Estado están en el punto correcto, como para pagar en
impuestos por ellos, mucho más de lo que se nos da.
El
discurso de Jerónimo Roca es mentiroso por completo, porque no dice que ese 1%
que se apropia de la riqueza son las grandes corporaciones, como UPM, Aratiri y
ainda mais, que están exoneradas de tributar en los mismos Tratados de
Protección de Inversiones que el Parlamento votó, para que puedan trabajar como
se les dé la real gana, porque si no, no venían al Uruguay y, como todos
sabemos, necesidad obliga.
Si
nos tomamos la molestia de leerlos, veremos que tienen una redacción incluso,
completamente virreinal. Para ese 1% que esgrime Jerónimo Roca, hay una amnistía
tributaria monda y lironda.
Nadie
está pidiendo la mejora de servicios “a lo que la gente demande”, sino algo tan
simple como bajar la cantidad de empleados públicos y modernizar la
Administración del Estado.
El
populismo a este señor le aflora cuando dice:
“Mientras que los sectores indigentes y pobres demandan transferencias
monetarias para resolver sus problemas más básicos, no necesariamente demandan
en la misma medida la provisión de servicios de educación y formación para el
trabajo. ¿De qué inclusión y movilidad social vía educación hablan entonces
quienes, a la vez, quieren hacer política ofreciendo "lo que la gente
demande?”.
En buen romance se nos está diciendo que como
los indigentes no tramitan con el Estado, carece de relevancia una política
seria de gestión pública y transparencia administrativa, con pocos, bien pagos
y eficaces empleados públicos, como en cualquier lugar del mundo, en donde el
sector público es el modelo que inspira al sector privado, porque re certifica
y beta testa las tecnologías modernas, que luego éste adquiere.
Como
los opositores somos medio nabos, protestamos en abstracto “por
lo que la gente demande”.
Se
pregunta el buen señor: “¿Cuántas
políticas de amplio consenso teórico y difundida aplicación práctica se han
diseñado para prevenir "miopías" de la gente, esto es, para ir
precisamente en "contra" de lo que la gente demanda? ¿El ahorro
jubilatorio obligatorio no trata acaso de prevenir la miopía consumista de la
gente, de suavizar su consumo a lo largo del ciclo de vida? ¿Por qué la
educación es obligatoria?”
También
se trata, estimadísimo genio de la economía, de devolverle al jubilado en
pesitos flacos, lo que le sacaron trabajando en pesitos duros y a la educación la seguridad física que el que enseña necesita.
Si
hay algo que tiene que quedar en el tintero, para siempre en este país es esto
que dice, porque no tiene desperdicio alguno:
“La izquierda refundó la política fiscal de Uruguay. La reforma tributaria
priorizó la capacidad de pago como principio impositivo, terminando
valientemente con la inmunidad de
algunos privilegiados, como los profesionales. La reforma de la salud universalizó
la cobertura y la financió con marcada progresividad. El gasto público social
se ha redirigido a los sectores más vulnerables y más jóvenes de la sociedad -y
esto pese a que en los últimos ocho años el ajuste automático de las
jubilaciones por IMS implicó un plus anual de 0.3% del PIB respecto a si el
ajuste hubiese sido por IPC. La izquierda lo hizo con un lúcido liderazgo y una
inquebrantable voluntad política. ¿O ya nos olvidamos de los días en que el
diario El País amanecía con hasta ¡siete! artículos contra la reforma
tributaria?”
Lo
que ocurrió es otra cosa bien diferente: La izquierda refundió el ahorro interno de los uruguayos. La reforma tributaria
hizo del salario una renta, como si trabajar fuera percibir dividendos y no
ganarse la vida con lo que cada cual sabe hacer en el mercado laboral.
La
reforma de la salud liquidó el Mutualismo y hoy los médicos no pueden ni ir a
las zonas carenciadas, porque lo más blando que puede ocurrirle, es un tiro en la
cabeza.
El
gasto público social, que es de un 3,3% del Producto Bruto Interno es el
despilfarro más grande de todos los tiempos con el dólar planchado que hemos
vivido en nuestra historia.
Las
jubilaciones fueron pauperizadas con una inflación que está más allá del 10% y
que como hay que aplicar la indexación, el Pit-Cnt, la deja para ver quién gana
las elecciones, de modo de hacerle la vida imposible a la oposición, si vence.
Todo
esto fue hecho con un torpe liderazgo, a los codazos internos, en un Frente,
que en el decir del mismísimo Lorier, estuvo siempre en disputa.
La
línea política del diario el País, no es tema que a él le incumba, como no es tema que a mí me tenga que importar, la línea política de Mate Amargo.
Lo
que está diciendo es algo muy simple, al que no quiere sopa, dos platos, como forma y modalidad leninista de sofocar la
voluntad de resistir de su enemigo.
La
solución no es modificar las reglas de juego para permitir el triunfo de los
incompetentes y los parásitos sociales asalariando la pobreza y cristalizando
esa situación como mal endémico para toda la vida, sino por el contrario
igualar, como decía José Pedro Varela, en la partida, no en la llegada, a niños
que se sientan en los mismos bancos de una escuela.
Van
a pasar a una segunda etapa de su política tributarista, que consiste en hacer
más demagogia, con cualquier tema de distracción política; las tablets, las
mujeres, los niños usados ahora como nueva pantalla, para justificar cualquier
cosa, como si los hombres de corbata, fuéramos personas tan, pero tan malas, que
ni siquiera tuviéramos hijos estudiando.
No
debería postergarse este tema en la campaña electoral, porque hasta el más desavisado se da cuenta, y hay estudios que el sector de Batllistas de Ley ha
ofrecido, que se puede perfectamente, derogar íntegro el Impuesto a la Renta y
no afecta en nada al conjunto global. Y ahí está el aumento salarial. Chau
Pit-Cnt que defiende cualquier cosa, menos a los trabajadores de este país.
Por
algo el grande de Jorge Batlle, un hombre que sabe cómo se sale de esto, le
ganó a Vázquez en el 99’.
El
Uruguay necesita inversión internacional directa y tiene que ser blando con
ella, pero no estúpido, porque ésta viene donde existe ahorro interno.
Siempre
le digo a todo el mundo: Dónde va a invertir una multinacional: ¿Van a ir a Níger,
Etiopía, Malí, Burkina Faso, Burundi, Somalía,
República Centro Africana, Liberia, Guinea o Sierra Leona a inventar la
realidad o al salir de Estados Unidos van a ir a México, China, Brasil? Se
contesta solo ¡Verdad!.
La
inversión internacional directa va a donde existe clase media, porque mal que les
pese a estos enemigos del consumismo, es el sector necesario para ambientar la
llegada de los capitales.
Aquí
el que habla claro como el agua es Ernesto Talvi, cuando recientemente dijo: “la carga tributaria del país es descomunal.
En relación al tamaño de la economía, es un 30% y es alto para el grado de
desarrollo que tiene Uruguay. Pero la carga tributaria que tienen las empresas,
por todo concepto, está arriba del 40%. Si uno toma la carga tributaria de los
que pagan IRPF, por todo concepto, está cerca del 50%. El país no resiste más
impuestos".
Evidentemente,
aquí hay otro tipo de país en marcha, que empieza como una venganza al sector
medio y termina en la degradación a la venezolana o la argentina, porque es la
forma eficaz de enriquecerse, sin gente culta que les pida transparencia.
Ellos
no discuten pa’ afuera, sino pa’ dentro. No quiero ni pensar lo que serán
las cosas ahí, cuando los gatos salen de la bolsa y empiezan a saltar a trote.
Mala tos le siento al gato.
No es con "carticas" chico, tábano
es con poesía inncanjeable.
Este es Mi Manzi, no el peronista.