jueves, 7 de agosto de 2014

Sí, más y peores impuestos.

         La discusión sobre la política tributaria que el Frente Amplio le impuso a la población, afloró cuando en el Congreso que armó el programa de dicha fuerza política, casi por unanimidad pedían más impuestos a “los ricos”, entendiendo por “rico”, todo hombre de corbata.
       Allí no se hablaba ni de Aratirí, ni de las pasteras, ni de las grandes inversiones, sino de aumentarles la carga tributaria a los trabajadores rurales y a “los ricos”, que viven en zona de la costa montevideana.
       Es un tema que lo seguí detenidamente y lo fui denunciando en sucesivos post que cualquiera puede revisar desde ese Congreso del Frente Amplio. En un reportaje, Constanza Moreira habló suficientemente claro; iban a realizar una transferencia de recursos neto sobre los hombros de la clase media.
       Nadie por diversas razones hablaba de eso.
       Aquí fue dicho antes, en tiempo y forma.
       Incluso previo a eso, esa suerte de para estructura que opera por fuera de la orgánica frentista, con Gabriel Oddone como el ideólogo del equipo neo desarrollista, manejaba la misma idea, pero no a chiflido histérico a lo Constanza Moreira, sino en forma más matizada, como políticas a priorizar en diversas instancias muy puntuales.
       En el equipo de Astori, con Pablo Ferreri a la cabeza estaban desesperados en ese Congreso, en que el Frente Amplio hacía su programa, porque no querían que se hablara del tema.
       El grupo de los 8, los sacaron vendiendo boletines e hicieron lo que quisieron, sin sentido táctico y estratégico, para al menos, mentirle a la clase media y ser creíbles por un ratito electoral.
       Vázquez para tranquilizarlos se puso a gritar: “¡Qué pague más el que tiene más!” y cuando tomó el programa que se hizo, dijo que iba a ser una interpretación sintética del mismo, como punteo primario para empezar a moverse.
       Como se ve que no le creen nada, tuvo recientemente que salir a decir: Que iba a aplicar punto a punto el programa del Frente. Lo cual es cierto, es lo que efectivamente piensa hacer.
       No les está mintiendo, les está diciendo la verdad, sólo que no quiere que éste sea, un tema de campaña.
       No son simples sectores influyentes los que dentro del Frente Amplio piensan así: todos están en lo mismo.
       No plantean por ahora un impuesto revolucionario, porque lo que tienen pensado, es más bien un impuesto robolucionario.
       Estamos hablando de gente que cree que el Uruguay es la Suecia de Olof Palme y que los servicios que brinda el Estado están en el punto correcto, como para pagar en impuestos por ellos, mucho más de lo que se nos da.
       El discurso de Jerónimo Roca es mentiroso por completo, porque no dice que ese 1% que se apropia de la riqueza son las grandes corporaciones, como UPM, Aratiri y ainda mais, que están exoneradas de tributar en los mismos Tratados de Protección de Inversiones que el Parlamento votó, para que puedan trabajar como se les dé la real gana, porque si no, no venían al Uruguay y, como todos sabemos, necesidad obliga.
       Si nos tomamos la molestia de leerlos, veremos que tienen una redacción incluso, completamente virreinal. Para ese 1% que esgrime Jerónimo Roca, hay una amnistía tributaria monda y lironda.
       Nadie está pidiendo la mejora de servicios “a lo que la gente demande”, sino algo tan simple como bajar la cantidad de empleados públicos y modernizar la Administración del Estado.
       El populismo a este señor le aflora cuando dice: “Mientras que los sectores indigentes y pobres demandan transferencias monetarias para resolver sus problemas más básicos, no necesariamente demandan en la misma medida la provisión de servicios de educación y formación para el trabajo. ¿De qué inclusión y movilidad social vía educación hablan entonces quienes, a la vez, quieren hacer política ofreciendo "lo que la gente demande?”.
       En buen romance se nos está diciendo que como los indigentes no tramitan con el Estado, carece de relevancia una política seria de gestión pública y transparencia administrativa, con pocos, bien pagos y eficaces empleados públicos, como en cualquier lugar del mundo, en donde el sector público es el modelo que inspira al sector privado, porque re certifica y beta testa las tecnologías modernas, que luego éste adquiere.
       Como los opositores somos medio nabos, protestamos en abstracto “por lo que la gente demande”.
       Se pregunta el buen señor: “¿Cuántas políticas de amplio consenso teórico y difundida aplicación práctica se han diseñado para prevenir "miopías" de la gente, esto es, para ir precisamente en "contra" de lo que la gente demanda? ¿El ahorro jubilatorio obligatorio no trata acaso de prevenir la miopía consumista de la gente, de suavizar su consumo a lo largo del ciclo de vida? ¿Por qué la educación es obligatoria?” 
       También se trata, estimadísimo genio de la economía, de devolverle al jubilado en pesitos flacos, lo que le sacaron trabajando en pesitos duros y a la educación la seguridad física que el que enseña necesita.
       Si hay algo que tiene que quedar en el tintero, para siempre en este país es esto que dice, porque no tiene desperdicio alguno: “La izquierda refundó la política fiscal de Uruguay. La reforma tributaria priorizó la capacidad de pago como principio impositivo, terminando valientemente con la inmunidad de algunos privilegiados, como los profesionales. La reforma de la salud universalizó la cobertura y la financió con marcada progresividad. El gasto público social se ha redirigido a los sectores más vulnerables y más jóvenes de la sociedad -y esto pese a que en los últimos ocho años el ajuste automático de las jubilaciones por IMS implicó un plus anual de 0.3% del PIB respecto a si el ajuste hubiese sido por IPC. La izquierda lo hizo con un lúcido liderazgo y una inquebrantable voluntad política. ¿O ya nos olvidamos de los días en que el diario El País amanecía con hasta ¡siete! artículos contra la reforma tributaria?
       Lo que ocurrió es otra cosa bien diferente: La izquierda refundió el ahorro interno de los uruguayos. La reforma tributaria hizo del salario una renta, como si trabajar fuera percibir dividendos y no ganarse la vida con lo que cada cual sabe hacer en el mercado laboral.
       La reforma de la salud liquidó el Mutualismo y hoy los médicos no pueden ni ir a las zonas carenciadas, porque lo más blando que puede ocurrirle, es un tiro en la cabeza.
       El gasto público social, que es de un 3,3% del Producto Bruto Interno es el despilfarro más grande de todos los tiempos con el dólar planchado que hemos vivido en nuestra historia.
       Las jubilaciones fueron pauperizadas con una inflación que está más allá del 10% y que como hay que aplicar la indexación, el Pit-Cnt, la deja para ver quién gana las elecciones, de modo de hacerle la vida imposible a la oposición, si vence.
       Todo esto fue hecho con un torpe liderazgo, a los codazos internos, en un Frente, que en el decir del mismísimo Lorier, estuvo siempre en disputa.
       La línea política del diario el País, no es tema que a él le incumba, como no es tema que a mí me tenga que importar, la línea política de Mate Amargo.
       Lo que está diciendo es algo muy simple, al que no quiere sopa, dos platos, como forma y modalidad leninista de sofocar la voluntad de resistir de su enemigo.
       La solución no es modificar las reglas de juego para permitir el triunfo de los incompetentes y los parásitos sociales asalariando la pobreza y cristalizando esa situación como mal endémico para toda la vida, sino por el contrario igualar, como decía José Pedro Varela, en la partida, no en la llegada, a niños que se sientan en los mismos bancos de una escuela.
       Van a pasar a una segunda etapa de su política tributarista, que consiste en hacer más demagogia, con cualquier tema de distracción política; las tablets, las mujeres, los niños usados ahora como nueva pantalla, para justificar cualquier cosa, como si los hombres de corbata, fuéramos personas tan, pero tan malas, que ni siquiera tuviéramos hijos estudiando.
       No debería postergarse este tema en la campaña electoral, porque hasta el más desavisado se da cuenta, y hay estudios que el sector de Batllistas de Ley ha ofrecido, que se puede perfectamente, derogar íntegro el Impuesto a la Renta y no afecta en nada al conjunto global. Y ahí está el aumento salarial. Chau Pit-Cnt que defiende cualquier cosa, menos a los trabajadores de este país.
       Por algo el grande de Jorge Batlle, un hombre que sabe cómo se sale de esto, le ganó a Vázquez en el 99’.
       El Uruguay necesita inversión internacional directa y tiene que ser blando con ella, pero no estúpido, porque ésta viene donde existe ahorro interno.
       Siempre le digo a todo el mundo: Dónde va a invertir una multinacional: ¿Van a ir a Níger,  Etiopía, Malí, Burkina Faso, Burundi, Somalía, República Centro Africana, Liberia, Guinea o Sierra Leona a inventar la realidad o al salir de Estados Unidos van a ir a México, China, Brasil? Se contesta solo ¡Verdad!.
       La inversión internacional directa va a donde existe clase media, porque mal que les pese a estos enemigos del consumismo, es el sector necesario para ambientar la llegada de los capitales.
       Aquí el que habla claro como el agua es Ernesto Talvi, cuando recientemente dijo: “la carga tributaria del país es descomunal. En relación al tamaño de la economía, es un 30% y es alto para el grado de desarrollo que tiene Uruguay. Pero la carga tributaria que tienen las empresas, por todo concepto, está arriba del 40%. Si uno toma la carga tributaria de los que pagan IRPF, por todo concepto, está cerca del 50%. El país no resiste más impuestos".
       Evidentemente, aquí hay otro tipo de país en marcha, que empieza como una venganza al sector medio y termina en la degradación a la venezolana o la argentina, porque es la forma eficaz de enriquecerse, sin gente culta que les pida transparencia.
       Ellos no discuten pa’ afuera, sino pa’ dentro. No quiero ni pensar lo que serán las cosas ahí, cuando los gatos salen de la bolsa y empiezan a saltar a trote.
       Mala tos le siento al gato.




No es con "carticas" chico, tábano
es con poesía inncanjeable.
Este es Mi Manzi, no el peronista.