lunes, 11 de agosto de 2014

Los "terribles" años 90'

        Los años 90’ ahora, no tienen la más mínima importancia. Hay 200 mil nuevos votantes que nacieron en el 95’ y que hoy no se interesan por la política.
        Una campaña como la que quiere el Iluminado es interesante, porque muy bien parado, no puede salir. En el 90’ él era Intendente y tomó la Comuna con un superávit de 16 millones de dólares y la dejó con pérdida.
        No hizo más nada que privatizar.
        Dijo que iba a terminar con los basurales endémicos y los aumentó.
        No supo hacer otra cosa que aumentar los tributos municipales.
        Acomodar por cuota política a incapaces.
        Dar portazos cada vez que tenía un inconveniente.
        Ponerle nafta al auto.
        Su partido de entonces, ante la caída del socialismo real, sentía vergüenza de llamarse socialista.
        Empezaron a decirse encuentristas, con el Niñato a la cabeza.
        Estaban en una lucha feroz contra los primos. No los acusaban de haber defendido algo tan horripilante como la ex URSS o de haberle dado salutaciones a Nicolae Ceaușescu una semana antes de que lo derrocaran. Lo único que les importaba era que los primos venden la huelga.
        Era una obsesión con ese tema, que por otra parte es cierto, pero no hace al análisis que había que hacer de la situación internacional, en relación con la nacional.
        El partido comunista se dividía y el sector que se les fue, se quedó con todo, incluso los cargos sindicales.
        Según Pedro Balbi, se llevaron también la ideología.
        Los que seguían diciéndose comunistas, hacían un sacrificio y se dejaban insultar “porque no va la cosa”.
        Estamos hablando de un partido con una crisis muy profunda, generada por el no apoyo de la guardia vieja a los jóvenes de la UJC. Le decían infantilistas, voluntaristas. Esos jóvenes cuando dejaron de serlo, todo el proceso que vino después, lo vivieron con un nudo en la garganta, quedaron silenciados para siempre. Cuando ven a un duro, disparan y cuando ven a un blando, desconfían.
        Otros sentían la vergüenza de haber sido comunista y el dolor de ya no ser, en ese cuesta abajo que significó para ellos, la década del 90’.
        Los otros grupos eran expertos en espacio político, táctica, estrategia, temas puntuales y centrales y otras maneras de hablar sin decir nada.
        En Argentina colapsaba el Plan Austral de Alfonsín porque las empresas formadoras de precio lo boicotearon y los bancos no quisieron bajar las tasas de interés. 2 millones de profesionales emigraron y zonas enteras quedaron sumergidas en la pobreza sin salida, lo que se llama desempleo abierto.
        No es que Menen fuera malo. No tuvo más remedio que vender las joyas de la abuela, para garantizar la convertibilidad, el uno a uno.
        El primer Menen fue bueno, el segundo no, pero ese detalle no les conviene analizarlo a los progre rioplantenses.
        Menem pudo ir a donde fue, porque el peronismo y los sindicatos se lo permitieron, a otro no le hubieran aceptado nada. Parecía estar más próximo a Alsogaray, María Julia y Krieger Vasena que a Perón y Evita.
        Tarde comprendió Solanas, que Menen era una cuña metida en el peronismo.
        Cualquier parentesco con el Frente Amplio es pura casualidad.
        A nivel internacional durante los años 90’ vimos muchedumbres en el Cáucaso disparando de un lugar a otro y matándose por cuestiones nacionalistas.
        Parecían las guerras del siglo XIX.
        En ese momento en el Uruguay, el Mercosur funcionaba y representaba el 50 por ciento de las exportaciones. 30% a Brasil y 20 % a Argentina.
        El Uruguay vive una apertura importante y hace un sacrificio por la misma. Le pone fin a la sustitución de importaciones que venía de atrás.
        No existía el robo y la delincuencia y los niveles de inseguridad que hay hoy en día.
        Hubieron políticas sociales y está demostrado que con menos gasto, se hizo más.
        El Uruguay tenía cupo para exportar, pero no la capacidad exportadora a la que ese cupo podía habilitarlo. Precisaba inversión.
        Pese al desbarranco argentino, con sabiduría Lacalle padre, supo mantener el equilibrio de las macro variables económicas.
        Criticar esa época y haber sido parte de la misma, solamente cabe en una cabeza profundamente alterada por la ausencia de responsabilidad en política.
        Seregni que era un hombre que cayó en desgracia por simpatizar con los tupamaros –en el 71’ su guardia personal estaba formada por tupas-, quería ahora congraciarse y veía ultras por todos lados.
        Vázquez vio el punto débil y al grito de podemos lo descolocó desde la Intendencia, en un momento en donde D’Elia estaba gagá y Seregni escuchaba a Jorge Batlle antes de hablar.
        Jorgito le daba la papita conceptual que Seregni precisaba para ubicarse políticamente.
        Hoy no van ni los perros a un homenaje a Seregni. Por derecha, porque lo consideran un traidor, dado que él estaba en Casa de Gobierno cuando con Pacheco Areco hizo el juramento de combatir la subversión y por izquierda, porque era cualquier cosa, menos un hombre de izquierda.
        Era un topo de la Bella Durmiente.
        Así probablemente termine Vázquez si esta patriada no le sale bien.
        Acaudillar gente que busca un mascaron de proa para medrar corporativamente, es no darse cuenta que no se gobierna como un pequeño artesano manual, sino con los operadores económicos y financieros.

        Nadie puede darle al Estado su rol bonapartista, desde la cachimba del piojo.