Los
años 90’ ahora, no tienen la más mínima importancia. Hay 200 mil nuevos
votantes que nacieron en el 95’ y que hoy no se interesan por la política.
Una
campaña como la que quiere el Iluminado es interesante, porque muy bien parado,
no puede salir. En el 90’ él era Intendente y tomó la Comuna con un superávit
de 16 millones de dólares y la dejó con pérdida.
No
hizo más nada que privatizar.
Dijo que iba a terminar con los basurales
endémicos y los aumentó.
No
supo hacer otra cosa que aumentar los tributos municipales.
Acomodar
por cuota política a incapaces.
Dar
portazos cada vez que tenía un inconveniente.
Ponerle
nafta al auto.
Su
partido de entonces, ante la caída del socialismo real, sentía vergüenza de
llamarse socialista.
Empezaron
a decirse encuentristas, con el Niñato a la cabeza.
Estaban
en una lucha feroz contra los primos. No los acusaban de haber defendido algo
tan horripilante como la ex URSS o de haberle dado salutaciones a Nicolae Ceaușescu
una semana antes de que lo derrocaran. Lo único que les importaba era que los
primos venden la huelga.
Era
una obsesión con ese tema, que por otra parte es cierto, pero no hace al
análisis que había que hacer de la situación internacional, en relación con la
nacional.
El
partido comunista se dividía y el sector que se les fue, se quedó con todo,
incluso los cargos sindicales.
Según
Pedro Balbi, se llevaron también la ideología.
Los
que seguían diciéndose comunistas, hacían un sacrificio y se dejaban insultar
“porque no va la cosa”.
Estamos
hablando de un partido con una crisis muy profunda, generada por el no apoyo de
la guardia vieja a los jóvenes de la UJC. Le decían infantilistas,
voluntaristas. Esos jóvenes cuando dejaron de serlo, todo el proceso que vino
después, lo vivieron con un nudo en la garganta, quedaron silenciados para
siempre. Cuando ven a un duro, disparan y cuando ven a un blando, desconfían.
Otros
sentían la vergüenza de haber sido comunista y el dolor de ya no ser, en ese
cuesta abajo que significó para ellos, la década del 90’.
Los
otros grupos eran expertos en espacio político, táctica, estrategia, temas
puntuales y centrales y otras maneras de hablar sin decir nada.
En
Argentina colapsaba el Plan Austral de Alfonsín porque las empresas formadoras
de precio lo boicotearon y los bancos no quisieron bajar las tasas de interés.
2 millones de profesionales emigraron y zonas enteras quedaron sumergidas en la
pobreza sin salida, lo que se llama desempleo abierto.
No
es que Menen fuera malo. No tuvo más remedio que vender las joyas de la abuela,
para garantizar la convertibilidad, el uno a uno.
El
primer Menen fue bueno, el segundo no, pero ese detalle no les conviene
analizarlo a los progre rioplantenses.
Menem
pudo ir a donde fue, porque el peronismo y los sindicatos se lo permitieron, a
otro no le hubieran aceptado nada. Parecía estar más próximo a Alsogaray, María
Julia y Krieger Vasena que a Perón y Evita.
Tarde
comprendió Solanas, que Menen era una cuña metida en el peronismo.
Cualquier
parentesco con el Frente Amplio es pura casualidad.
A
nivel internacional durante los años 90’ vimos muchedumbres en el Cáucaso
disparando de un lugar a otro y matándose por cuestiones nacionalistas.
Parecían
las guerras del siglo XIX.
En
ese momento en el Uruguay, el Mercosur funcionaba y representaba el 50 por
ciento de las exportaciones. 30% a Brasil y 20 % a Argentina.
El
Uruguay vive una apertura importante y hace un sacrificio por la misma. Le pone
fin a la sustitución de importaciones que venía de atrás.
No
existía el robo y la delincuencia y los niveles de inseguridad que hay hoy en
día.
Hubieron
políticas sociales y está demostrado que con menos gasto, se hizo más.
El
Uruguay tenía cupo para exportar, pero no la capacidad exportadora a la que ese
cupo podía habilitarlo. Precisaba inversión.
Pese
al desbarranco argentino, con sabiduría Lacalle padre, supo mantener el
equilibrio de las macro variables económicas.
Criticar
esa época y haber sido parte de la misma, solamente cabe en una cabeza
profundamente alterada por la ausencia de responsabilidad en política.
Seregni
que era un hombre que cayó en desgracia por simpatizar con los tupamaros –en el
71’ su guardia personal estaba formada por tupas-, quería ahora congraciarse y
veía ultras por todos lados.
Vázquez
vio el punto débil y al grito de podemos lo descolocó desde la Intendencia, en
un momento en donde D’Elia estaba gagá y Seregni escuchaba a Jorge Batlle antes
de hablar.
Jorgito
le daba la papita conceptual que Seregni precisaba para ubicarse políticamente.
Hoy
no van ni los perros a un homenaje a Seregni. Por derecha, porque lo consideran
un traidor, dado que él estaba en Casa de Gobierno cuando con Pacheco Areco
hizo el juramento de combatir la subversión y por izquierda, porque era
cualquier cosa, menos un hombre de izquierda.
Era
un topo de la Bella Durmiente.
Así
probablemente termine Vázquez si esta patriada no le sale bien.
Acaudillar
gente que busca un mascaron de proa para medrar corporativamente, es no darse
cuenta que no se gobierna como un pequeño artesano manual, sino con los
operadores económicos y financieros.
Nadie
puede darle al Estado su rol bonapartista, desde la cachimba del piojo.