viernes, 18 de julio de 2014

¡Vení! ¡ponéla que te la corto!

       Hay una desesperación en este momento, en el Frente Amplio, en reclutar gente del Partido Nacional.
       No faltan jabones y zapallos que se acomodan cuando el carro empieza andar, como Javier de Haedo, que se venden  como Judas, por 30 monedas, aunque después no les sirva para nada. Blancos baratos, le decíamos a la gente así, en los tiempos de Wilson.
       Este es un partido, que perdona al disidente político, porque somos así, orejanos –orejano quiere decir hombre que no lleva la marca del ganado-; pero que no perdona, a los traidores.
       Lo que le quisieron hacer a Sergio Abreu, que es un hombre valiosísimo en política exterior uruguaya, no tiene nombre. Le propusieron en 2009, que se hiciera del Frente Amplio y él dijo: “¡Cómo voy a hacer eso, yo soy blanco!”; al otro día lo acusaban de fascista, reaccionario, oligarca, pro imperialista y cualquier cosa.
       Este es un partido con firmeza estratégica en los principios y flexibilidad táctica en la acción concreta, para moverse en los concesos sociales amplios. Sabe donde hay que usar el guante de hierro y donde el guante de seda.
       Todo lo de ellos es así: “¡Vení, ponéla, que te la corto! Yo sí sé que me la van a cortar, no la pongo, no.
       Llevamos una sana indignación –la justa cólera de los griegos antiguos-, pero no estamos para cobrar deudas chicas ‑de eso que se encargue el de Allá arriba-; estamos para cumplir con la Nación.
       Sabemos cumplir, desde cualquier lugar que la vida nos ponga, gobierno u oposición. Otros sabrán cumplir.
       Tenemos los mejores hombres y las mejores ideas.
       Ante la derrota, que ha sido casi constante en la historia del partido, los blancos supimos mantener, la dignidad del vencido.
       No va a ser la primera vez, tampoco será la última. Puede ser que sea la decisiva en la historia nacional, en este gran cruce de caminos en que estamos.
       Sarmiento decía Civilización o barbarie y uno se siente tentado a decir Civilización o Vázquez. Es lo que todos sentimos ante la degradación social a la que El Perro y cocoa, nos quieren llevar.
       Hasta cuándo se aguanta que te roben, te asalten, te rapiñen, mientras una camarilla grita; paguen, paguen, paguen. Y van para más.
       Resulta que somos la gilada”, los que desde nuestra impotencia refunfuñamos. Pobrecito, perdónalo Señor, no sabe lo que dice.
       Siento que en la educación que se me dio desde niño, alguien se equivocó sobre la faz del planeta. Me dijeron que no hay que jurar en vano.
       Debieron haberme dicho otra cosa; No soñarás en vano.
       En gran parte el descaecimiento de la educación que estamos viviendo, no sé sí en el fondo de tanta cosa dolorosa y lamentable, no es mejor. Porque si van a salir de La Tejariola, Vázquez jurando en vano, más vale que exista gente, que dejó de soñar en vano.
       Como dice el tango, “Amargo desencuentro, porque ves que es al revés, creíste en la honradez y la moral ¡Qué estupidez!”