Hay
una desesperación en este momento, en el Frente Amplio, en reclutar gente del
Partido Nacional.
No
faltan jabones y zapallos que se acomodan cuando el carro empieza andar, como
Javier de Haedo, que se venden como Judas,
por 30 monedas, aunque después no les sirva para nada. Blancos baratos,
le decíamos a la gente así, en los tiempos de Wilson.
Este
es un partido, que perdona al disidente político, porque somos así, orejanos –orejano
quiere decir hombre que no lleva la marca del ganado-; pero que no
perdona, a los traidores.
Lo
que le quisieron hacer a Sergio Abreu, que es un hombre valiosísimo en política
exterior uruguaya, no tiene nombre. Le propusieron en 2009, que se hiciera del
Frente Amplio y él dijo: “¡Cómo voy a hacer eso, yo soy blanco!”;
al otro día lo acusaban de fascista, reaccionario, oligarca, pro imperialista y
cualquier cosa.
Este
es un partido con firmeza estratégica en los principios y flexibilidad táctica
en la acción concreta, para moverse en los concesos sociales amplios. Sabe
donde hay que usar el guante de hierro y donde el guante de seda.
Todo
lo de ellos es así: “¡Vení, ponéla, que te la corto! Yo sí sé que me la van a
cortar, no la pongo, no.
Llevamos
una sana indignación –la justa cólera de
los griegos antiguos-, pero no estamos para cobrar deudas chicas ‑de eso
que se encargue el de Allá arriba-; estamos
para cumplir con la Nación.
Sabemos
cumplir, desde cualquier lugar que la vida nos ponga, gobierno u
oposición. Otros sabrán cumplir.
Tenemos
los mejores hombres y las mejores ideas.
Ante
la derrota, que ha sido casi constante en la historia del partido, los blancos
supimos mantener, la dignidad del vencido.
No
va a ser la primera vez, tampoco será la última. Puede ser que sea la decisiva
en la historia nacional, en este gran cruce de caminos en que estamos.
Sarmiento
decía Civilización o barbarie y uno
se siente tentado a decir Civilización o
Vázquez. Es lo que todos sentimos ante la degradación social a la que El Perro y cocoa, nos quieren llevar.
Hasta
cuándo se aguanta que te roben, te asalten, te rapiñen, mientras una camarilla
grita; paguen, paguen, paguen. Y van
para más.
Resulta
que somos “la gilada”, los que desde nuestra impotencia
refunfuñamos. Pobrecito, perdónalo Señor, no sabe lo que dice.
Siento
que en la educación que se me dio desde niño, alguien se equivocó sobre la faz
del planeta. Me dijeron que no hay que
jurar en vano.
Debieron
haberme dicho otra cosa; No soñarás en
vano.
En gran parte el descaecimiento de la educación
que estamos viviendo, no sé sí en el fondo de tanta cosa dolorosa y lamentable,
no es mejor. Porque si van a salir de La Tejariola, Vázquez jurando en
vano, más vale que exista gente, que dejó de soñar en vano.
Como
dice el tango, “Amargo desencuentro, porque ves que es al revés, creíste en la honradez y la moral ¡Qué estupidez!”