“En
los casos de vida o muerte,
Se debe estar con el más prójimo”.
Antonio Machado
Como
decía el grande de Luther King, “Tengo
un sueño”, porque siento que estoy delante de un precioso amanecer, al
final de una larga noche de cautiverio. Hoy, el joven honesto, estudioso y
trabajador, vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de desparpajo
delictivo; el muchacho y la muchacha en el Uruguay actual, se encuentran
desterrados en su propia tierra.
Por
eso, “PARA
VIVIR EN PAZ, YO VOTO”, porque estamos ante una condición
vergonzosa. Le han firmado a este gobierno, un cheque en blanco, para que lo
llene con lo que quiere y por ese camino hemos perdido, los inalienables
derechos a la vida, la justicia y la búsqueda de la felicidad.
En
lugar de honrar estas sagradas obligaciones, Uruguay le ha dado a los infantojuveniles
un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos
insuficientes". Pero me rehusó a creer que el Banco de la Justicia
haya quebrado. Me resisto a pensar que no haya suficientes fondos en las
grandes bóvedas de la oportunidad de este país.
Este
no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de
gradualismo. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado barro de los
malvivientes, hacia el camino soleado de la paz de la República. Ahora es el
momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.
Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la
injusticia, hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería
fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la
importancia a la decisión de ponerle fin a una peste que hoy lame las paredes.
2014
no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los jóvenes
iban a crecer en un país de primera, tendrán un rudo despertar si el país
retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en el
Uruguay hasta que a los jóvenes que estudian, trabajan y quieren salir a flote
en la vida, se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la degradación
social continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación, hasta que surja
el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que
aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia.
Llevo
una angustia en el alma, que me acompaña como al caminante su sombra, pero
también tengo la convicción, de que el sufrimiento que no es merecido, es
emancipador.
Vayan
a los barrios en los que directamente no entran servicios: ni taxis, ni
ómnibus, ni emergencias móviles. Hace algunas semanas los médicos tomaron la
resolución de no ingresar en barrios marginales, a no ser que sea bajo custodia
policial, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada.
No nos revolquemos en el barro de la desesperanza.
Siento
que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño
profundamente arraigado en el sueño artiguista.
Sueño
que un día este país se levantará y vivirá el verdadero significado de su
credo. El del compañero Gervasio que con el Reglamento
Provisorio para Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados, buscaba
imponer el orden en la campaña persiguiendo a los delincuentes, los desertores
y los vagos. A cada Alcalde Provincial se le otorgaría ocho hombres y un
sargento y a cada teniente cuatro soldados y un cabo, para desterrar los
vagabundos y malhechores. Con esto se trataba de consolidar el orden y
garantizar la paz y la seguridad de personas y bienes.
Sueño
que mi hijo vivirá un día en un país en el cual no será juzgado por su
condición social, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy
tengo un sueño!
Sueño
que un día, el Uruguay cuyo candidato oficialista escupe frases de
interposición entre los barrios montevideanos, se convierta en un sitio en
donde los niños y niñas ricas, puedan unir sus manos con las de los niños y
niñas pobres y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy
tengo un sueño!
Sueño
que el delito será combatido, sin que nadie se escude en el hecho de tener
menos de 18 años.
Esta
es mi esperanza.
Ese
será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo
significado, "Mi país es tuyo.
Dulce tierra de justicia, a tí te canto. Tierra de justicia donde mis antecesores
murieron, tierra orgullo de los inmigrantes, de cada costado de los cerros, que
repique la justicia". Y si el Uruguay, que es un pequeño país, tendrá,
como tuvo en el pasado, hombres grandes, esto tendrá que hacerse realidad.
Esta es la fe con la cual quiero vivir. Con
esta fe podremos esculpir del cerro de la desesperanza una piedra de esperanza.
Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una
hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar
juntos, luchar juntos, defender la justicia juntos, sabiendo que algún día las
leyes penales se adecuarán a la realidad cambiante, porque como decía Eduardo
Rocca Couture: “Las leyes son como un traje. Si se engorda hay que agrandarlas,
si se adelgaza, achicarlas”.
Mi
sueño es un sueño fundado en la convicción de que solamente somos libres,
cuando somos esclavos de la ley.