domingo, 20 de julio de 2014

Tú, con esas ganas de amar que fascinas.


A la "niña" algo le pica

       El otro día conversando con una mujer mayor me decía: “Yo cuando mis hijos eran chicos, les enseñe a hacerse la cama, a planchar, a cocinar, a limpiar la casa, a lavarse los calzoncillos cuando se bañan, a tender y planchar la ropa, a bordar, a estar siempre perfumados, a cambiar de camisa cada dos días, a no hablar con la comida en la boca, a limpiar los platos después de comer; eran una delicia de niños, eran buenísimos. Yo creí que en el Uruguay iba a ver un cambio, pero ahora que son grandes, son unos machistas inmundos. Me destratan, me gritan, me dicen “callaté, tarada”. Nunca creí. Es evidente que no se puede contra eso. Son 6 mil años. No va a haber cambio, no”.
       Todos sabemos que de Eva Perón en la Argentina y de Alfredo Baldomir en el Uruguay, es el voto femenino el que decide una elección.
       La mujer uruguaya representativa, jefa de hogar, con hijos a su cargo y mayor de edad, creyó que iba a existir un cambio. Lo que entendió por tal, es harina de otro costal. La palabra cambio significa una cosa en ella, que representa otra en los demás.
       Tuvimos un curita pidiéndole a todo el mundo que cambie y esa mujer que le creyó, ya comprendió, que no va a haber cambio, no.
       Entre copas, amigos y besos el gauchi político, flor de machista, las perdió por su mala cabeza y el curita ya no las puede enamorar.
       Con tuforadas y calores a lo Constanza Moreira, con el misticismo frenteamplista de una Mónica Xavier, con esas ganas de amar que fascina de Daisy Tourné o con el enojo crónico de una Margarita Percovich, es difícil dirigirse a la mujer que, pongamos, es gerenta de una empresa importante, tiene estudios superiores, domina varios idiomas, y encima lleva a los hijos a la oficina, con los cuales habla por celular, casi permanentemente, mientras trabaja.
       La feminista de izquierda a lo Lidia Falcón en la España franquista o Simone de Beauvoir en Francia, solamente aquí en el Uruguay, tuvieron su cuarto de hora. Se dio en el preciso instante en que ya nadie las aguantaba, en ningún lugar del mundo.
       Hoy por hoy, como dicen los muchachos, no están ni ahí. No encaran.
       ¡Alguien cree seriamente que donde participa la juventud, está ausente la mujer! Que no sea la figura visible, no quiere decir que esté distante de las cuestiones que hoy están en juego. Estamos hablando de familias integradas, como se dice ahora, incluidas.
       La mujer del Cesar, además de virtuosa, tiene que parecerlo.
       Quien va a votar cosas así:


La chiruza está contenta



Cargada de veneno, va la yarará

       Solamente 45 mil personas que no viven entre nosotros, ni trabajan aquí, ni sufren a esta gente.




             Evidentemente, se precisa un Uruguay por la positiva.