domingo, 6 de julio de 2014

Si eres del Frente, también te roban.

       A la delincuencia algo debe estarle pasando, porque hasta ahora, tanto éste como el anterior gobierno cada vez que se les hacía ver la inseguridad ciudadana contestaban diciendo que eso era una simple “sensación térmica”. Recientemente, Vázquez dijo que estaba sobredimensionado ese tema y que a él le importaba saber en qué año nació el delincuente, porque si fue antes de 2005, no era cuestión que le incumbiera.
       No solo Vázquez piensa así, del hermano para abajo, todos razonan igual. Piensan que porqué son distintos, son otra cosa, un tipo diferenciado de humanidad, otra manera de ser, aún creciendo la delincuencia, esas cosas a ellos, no les puede suceder.
       Cualquiera que esté en su sano juicio comprende que los delincuentes no roban preguntándole el color político a la víctima y por ende, los hombres de poca ideología no entienden esa indiferencia glacial ante el delito.
       Todos recordamos que en 2009, en un acto político inconstitucional al final de su mandato, Vázquez dijo –lo vimos todos por televisión-, “Pobrecito el delincuente”.
       Perplejos, atónitos y sin poder entender hemos escuchado reiteradamente, un día sí y otro también, que lo de la inseguridad ciudadana es un invento, una exageración, una “simple sensación térmica”, como la que puede sentir un portero de edificio que sale del hall con estufa y tiene que abrir en pleno invierno la puerta del garaje. Si ese mismo hombre hubiera trotado por la rambla, no sentiría el frío horrible que sufre al abrir la puerta. “La sensación térmica”, -frio polar-, no expresa la realidad del frío –otros caminan tranquilos-, y por ende, sólo a él, le parece mucho.
       Con la delincuencia sucede algo igual, resulta ser la sensación de aquellos que viven sin conocer las cosas.
       No cabe duda que Vázquez viene de la tejariola, porque hasta el más desavisado sabe que esa es una zona roja de las peores.
       Lo increíble es que los demás en el Frente piensan igual. En la elección pasada el mujiquismo le dijo a todo el mundo, que “los buenos”, en Montevideo, son los que viven de Avenida Italia para arriba, “los malos” hacia abajo y cuando más se aproximan a la costa, “más malos son”. Debe ser esa la razón por la cual se fueron a vivir a la Costa balnearia de Oro.
       Esta demencia –demencia en psiquiatría quiere decir imagen sin juicio, delirio en cambio significa, juicio sin imagen-, responde a una mentalidad que es coherente con el comportamiento que siempre han tenido: Creer que el delincuente es una víctima de las circunstancias, un producto del medio y que da esa respuesta como reacción a un orden social injusto.
       Lo increíble de todo esto es que también desde posiciones garantistas en Victimología, existen jueces que piensan igual. Razonan así: Si el hambre es violencia y la violencia de arriba genera la violencia de abajo, entonces la propiedad es un robo y si bien el delito de propiedad nos violenta, no deja de ser una consecuencia de la violencia institucionalizada que conduce a la propiedad. De todo eso se colige que ese asunto no se resuelve con medidas punitivas,
       Hoy por hoy, están en una contradicción de carácter argumental, porque si vivimos en el mejor de los mundos posibles después de 10 años de gobierno de ellos, no se explica la razón por la cual creció a un ritmo imparable el robo, el arrebato, la rapiña, los copamientos, las violaciones y los asesinatos. Debe existir violencia de arriba, pero resulta que los que están allí son ellos, por tal motivo, es algo que no puede ser, es una “sensación térmica”.
       Recuerdo haber oído hace años atrás a Daisy Tourne decir: “A mí me robaron y ahí entendí. Es como sentirse no respetada en la integridad”. Vaya uno a saber, viendo simplemente a Daisy Tourne duchándose en Facebook, qué fue realmente lo que le sucedió.
       Estamos hablando de gente que en vez de combatir la delincuencia, estuvo siempre en contra del policía y que por los años 90’, cada vez que había un operativo policial, les gritaba a estos servidores públicos que dan la vida sin pensar en remuneración económica alguna, Milico, tarado, también sos explotado”.
       Junto a esto, los hombres de poca ideología, los que tenemos una enorme limitación teórica y por ende, somos atrasados, nunca entenderemos la razón por la cual un Ministro del Interior, en los tiempos del gobierno de Vázquez, presentó un proyecto de ley para aminorar las penas y sacar presos de la cárcel. No falta quien diga: “Pobrecito José Díaz, él no tenía la bola de cristal para saber que el 59% iba a ser reincidente”, pero en realidad, ese no es el tema de fondo.
       José Díaz –ese izquierdista sin complejos-, como lo definía un semanario frentista de los viernes, era coherente con toda la mentalidad enfermiza de esta gente. Estaba liberando a los presos por luchar.
       Los estaba sacando de la cárcel con rejas de una institución represiva y mandando a la otra cárcel sin rejas del sistema en que vivimos, con la sana finalidad de que la sociedad asuma.
       Sabido es que quienes pagaron las consecuencias fueron los más desvalidos: los trabajadores que esperan el ómnibus en la noche, los jóvenes que salen de estudiar, los taximetristas, las mujeres y los ancianos.
       En los últimos años, varias figuras políticas han sido víctima de robos. Entre ellos Danilo Astori, Sergio Abreu, Larrañaga, Saravia, Daniel Martínez, Raúl Sendic, Julia Muñoz.
       En el Frente, siempre estuvieron convencidos, que justo a ellos, no les iría a ocurrir nada de todo este desquicio que generaron. ¡Cómo van a hacerle eso a una persona, que desde “otro ámbito”, está luchando contra el sistema!. Es impensable, no entra en la ideología.
       Ahora en cambio, nos encontramos que la alegría va por barrios y en consecuencia, se termina una demencia, en el preciso momento que comienza el delirio: “¿Por qué a mí me hacen esto?”