Blanco
vota colorado cuando se encuentra con un hombre que allí expresa los ideales
que uno defiende. “Somos idea. La unión
nos hará fuertes”. Esa es la divisa nacionalista por excelencia. Es lo que
las rivalidades personales y el sectarismo corporativo no quieren entender.
Hoy,
hay blancos en todos lados. He conocido blancos en el Frente Amplio, que tienen
la interpretación histórica del Partido Nacional y se alejaron del partido, por
motivos personales.
No
me cansaré de repetirlo, si lo de Wilson hubiera sido la posición mayoritaria
en los años 70’, no existiría el Frente Amplio o al menos este Frente, tal como
lo conocemos. En esa época el Partido Nacional estaba avejentado y
arterioesclerótico; ese es el drama nacional.
Cuando
el Partido Nacional no sabe interpretar la realidad política dada, el Uruguay
se termina extraviando en cualquier cosa que viene a llenar ese vacío político.
Después no se sabe si el vacio busca su poder o el poder encuentra su vacío. Es
exactamente esto, lo que no nos puede pasar. No quiero chavismo frenteamplista en
cámara lenta. Esa película ya la vi.
Le
dediqué sendos estudios al pensamiento de Charles Wright Mills y a su libro “La élite de poder”, para demostrar
hasta la evidencia, hasta dónde conduce el vivir con una élite política
avejentada y obsoleta, que no suscita nada en la gente y los nuevos emergentes
sociales.
Cualquiera
que escuche las canciones de Los Olimareños, se da cuenta
que son blancos, que se fueron del partido, lo que está indicando que el
nacionalismo en el Uruguay, es demasiado importante, como para hacerse el
distraído.
Cuando
expreso que de esta situación infame a la que nos conduce el Frente Amplio, se
sale con el Partido Nacional, no se me pasa por la cabeza menoscabar la
importancia del adversario fundacional,
porque si blanco vota colorado, la lógica inversa debe funcionar y si no es así,
será por un problema de ellos.
Cuando Javier García dice que hoy el Partido
Nacional es quien hace la agenda
política está sosteniendo una verdad de a puño y no quiere decir con eso
que esté menoscabando al adversario
fundacional. Está constatando un hecho. El gobierno está desesperado,
porque el nacionalismo es la fuerza que sabe enfrentarlo.
El
adversario tradicional tiene que jugar
su rol, pero no es uno quien, para decirle lo que debe hacer. No
corresponde.
Blanco
vota un Batlle, porque no, esperemos que la recíproca sea válida. Pero eso
escapa a uno. Ahora, están en juego cargos parlamentarios, pero todos sabemos
que de lo que se trata es de quitarnos
esta gente de encima.
He
conocido coruños de José Gervasio Artigas, que en los temas históricos, piensan
igual que yo. Como soy primero y antes que nada artiguista, no tengo ese
problema, pero es evidente que hay gente que sí, que el árbol de su situación,
no le deja ver el bosque de los desafíos que hoy tenemos por delante.
La
agenda política, que uno de los partidos
fundacionales hoy le plantea al país, está centrada en el tema del enorme
despiporre que hicieron con la economía, mientras nos agobiaban impositivamente
a todos nosotros.
¡No
se dan cuenta que van para más
y que quieren encajarnos la crisis que se viene!
¡No
se dan cuenta que hicieron el más bastardo clientelismo a la peronista para
perpetuarse en la ignorancia de los lechuguinos, los quita mota y los parla
embalde!
¡No
se dan cuenta que un país de apenas 3 millones de habitantes, sin defensas, sin
adecuado control territorial y expuesto a cualquier contingencia externa, no
puede fundar su comercio exterior en decisiones circunstanciales de los
mandatarios de la región!
¡No
se dan cuenta que un gobierno del Partido Nacional será como decía Wilson un
gobierno de entonación nacional con todos, o sencillamente, no será!
¿¡Alguien
que esté en su sano juicio cree o piensa que un gobierno del Partido Nacional
va a ser de estricta incumbencia sectorial?