El
otro día, conversando con un muchacho joven le decía: “Me siento como un
extraño en este país. Este no es el Uruguay en el que fui educado y formado, es
como si estuviera viviendo en un lugar que no es mío.
No
te voy a decir una cosa por otra. Siempre en el Uruguay existieron pobres y
ricos, pero era otra cosa aquello. La pobreza, era una pobreza digna y la
riqueza, una riqueza relativa. Globalmente considerado, el Uruguay era un país
de clase media. Se decía que los pobres, eran pobres ricos y los ricos, ricos
pobres.
Tal
vez tu, porque eres joven te resulte normal, de pronto, este nivel espantoso de
degradación social en que estamos, pero a los que peinamos canas y nos formamos
en otra atmósfera moral totalmente distinta a esto, nos subleva, nos indigna,
nos resulta inadmisible, desde cualquier punto de vista.
Nunca
ocurrió que gente enquistada en el poder, agobie impositivamente a hombres como
tú, que eres un trabajador y para sostener la peluquería debes pagar agua industrial,
luz industrial y te supervisan todo, -el Estado uruguayo es un socio en tus
ganancias, pero le importa muy poco tu comercio en las pérdidas-, mientras
al salir a la calle careces de todo derecho humano y cualquier delincuente,
hace lo que quiere contigo, sin que a nadie le importe nada.
Pasaban
cosas malas, no voy a caer en la tontería de aquellos veteranos de otra época,
que no querían reconocer nada malo de lo de antaño y lo único bueno, había sido
su época, ni me voy a poner a contar historias, anécdotas y cosas así, que a ti
no te pueden decir nada. Me limito al hecho. Esto de ahora, al menos a
nosotros, nos resulta intolerable, porque agravia nuestra dignidad de uruguayos
esta gente que hoy nos gobierna.
Vivir
en una cueva de malvivientes en
donde se le prende fuego a escuelas, se asaltan comisarias, el que mata a otro
tiene derecho humano y el juez olímpicamente lo larga, el narcotráfico campea
haciendo de las suyas en los barrios más miserables, se criminaliza la pobreza
y entonces ahora al ver un pobre, en vez de tratar de ayudarlo disparás y te
pones bien lejos, nunca pasó; es lo que está gente en 10 años de sabotaje
sistemático, trajo y generó.
En
otro tiempo, cuando veías a un pobre tratabas de darle una mano, hoy lo ves
como un posible delincuente, mientras se te miente descaradamente, diciendo que
son ellos los que ayudan a los pobres y en realidad, complicaron más su
situación.
Si
todo pobre es un posible delincuente como piensan los Huidobro, los Mujica y
todos ellos, entonces hay que huir bien lejos de todo hombre en situación de
calle.
Ellos
dicen que están con los pobres y es mentira, son sus enemigos, porque lo único
que generaron es una guerra de pobre
contra pobre.”
El
joven me escuchaba atentamente y sentía como yo, mi misma angustia; ese dolor
interior que señala en política el
camino del deber.
Resulta
que ahora, el subsecretario del Ministerio del Interior, Jorge Vázquez –el hermano
de Tabaré Vázquez-, recomienda a las personas andar con poco dinero cuando
tengan que realizar depósitos en los bancos –mirá dónde tiene la cabeza-, como forma de evitar los robos. También sugirió evitar que se realice la misma rutina cuando se
deposita dinero, como forma de despistar a quienes puedan estar atentos.
Para
dar consejos así cobra el sueldo con nuestros dineros de contribuyentes, para
hacerle algo a la situación no existe el buen señor, es un subsecretario que
está de florero ahí adentro.
Era
Artigas, quien decía que “Nada podemos esperar, si no es de nosotros mismos”.
Defendamos
lo nuestro, recuperemos el Uruguay que nos robaron.