miércoles, 9 de julio de 2014

¿Meros politólogos o simples propagandistas?

        La campaña electoral dirimió varias interrogantes que la sociedad uruguaya tenía planteado en ese momento.
        En primer lugar, permitió ver que las tendencias filo chavistas en el Frente Amplio son mayoría exclusivamente, en el marco de la sopa de letras de su Plenario.
        Pregunto yo: Alguien que esté en su sano juicio cree o piensa que por ejemplo, por citar unos pocos, el Partido Obrero Revolucionario (POR), el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), y una cantidad increíble de cosas raras que existen allí ¿Son partidos?
        ¡No se les ocurre pensar que esos son sellos que ambientan el paraguas protector que tupamaros y comunistas necesitan para quitarse el parche que llevan de sus macanas ante la sociedad uruguaya!
        Esta gente no es que esté en la ultra izquierda, es peor que eso lo que les sucede, se tienen que disfrazar de ultras en Montevideo y medrar en una atmósfera moral de malvivientes, porque si dialogaran con la sociedad uruguaya, encontrarían el rechazo inmediato que tuvieron toda la vida.
        Esa es la gente que la candidata que quedó en minoría tras las internas quiere ante ponerle a los demás. Hugo Batalla, por ejemplo, se fue del Frente Amplio, porque no aguantaba más que una cosa así venga a decir que es lo que tiene que hacer gente que se ganó su lugar en política con el voto popular.
        Es típicamente, la expresión de un funcionamiento político imperfecto surgido al calor de una realidad política anómala, como la que se vivía a fines de los años 70’. Qué exista gente con su adolescencia mal resuelta y que aún hoy, en la vejez, siga jugando a las escondidas es entendible, pero que eso marque el tono y el ritmo de los tiempos políticos es inadmisible. Si son así, problema de ellos, pero no tienen derecho a imponerle a 3 millones de habitantes los problemas que existen entre ellos.
        Felizmente, hoy todos sabemos que esta gente internamente, representa una minoría. Es eso lo que les molesta del resultado reciente de las internas. Quedar pagando, como en la época en que Batalla no tuvo más remedio que irse de allí.
        Hubo tanto blancos, como colorados que estaban con el Frente en el 71’, que al ver eso se horrorizaron. Era la Cueva de Ali Babá y los 40 ladrones. El partido comunista estaba desesperado por encontrar el «Ábrete, Sésamo», que suponía que Seregni tenía.
        La reforma constitucional que hoy nos rige opera como un «Ciérrate, Sésamo», para los que conquistando amplias mayorías y tras una serie de instancias comiciales transparentes, han logrado el «Ábrete, Sésamo» que en una democracia solo puede dar el respaldo popular.
        No hay ninguna trampa jurídica para evitar el perjuicio de nadie, y fue justamente el Frente Amplio quien hasta ahora, más se benefició de la misma. Si hoy no les gusta, es tema de análisis peculiarizado.
        Estamos hablando de gente que gobierna con inconstitucionalidades a sabiendas. Ya la Suprema Corte de Justicia les objetó 7 leyes y van para otra más, pasadas las elecciones. Esta gente cuando habla tan suelta de cuerpo de reforma constitucional ¿Creen que los demás se chupan el dedo? Es indudable que en algo muy sucio andan.
        Los partidos fundacionales tienen fracciones, pero no son estructuras fraccionalizadas.
        El diseño de las estructuras políticas uruguayas no es, como alguien pueda creer la causa de la inestabilidad de las instituciones, porque todos sabemos que el Uruguay es la democracia más estable y consolidada.
        Cuando los intelectuales y los politólogos la emprenden contra supuestos defectos en las instituciones políticas uruguayas, se encuentran que no hay buenas razones para cortinas de humo totalmente infantiles que exigen mayorías que no pueden tener, que no saben qué cambiar en las reglas electorales y por qué, que no tienen ni noción de cómo opera la verticalidad y la horizontalidad en política. Se encuentran con que el balance que dejó la reforma del 96’, le permitió al Frente Amplio ser gobierno dos veces y que la crítica que tienen que hacer es a la inconducta de una década de oprobio y tontería y muchos se suman a esa cortina de humo.