miércoles, 9 de julio de 2014

El entrañable Gervasio, mi Don José

        Artigas quería tierra para quien la trabaja y no estaba contra los españoles, sino contra los malos europeos y peores americanos.
        “El problema del arreglo de los campos” exigía alguna solución, con el criterio de que nadie defiende mejor su tierra que quien la trabaja y vive de ella.
        La Banda Oriental en ese momento era tierra de nadie. El “problema” consistía esencialmente en los fundos sin demarcación clara y sin propietario definido; la realidad de simples ocupantes o poseedores sin derecho jurídico, pero socialmente aceptados; una población compuesta principalmente por gauchos, indígenas y otros tipos sociales sin hábito de trabajo que amenazaban la labor de los productores; las correrías de bandeirantes portugueses y las fronteras abiertas, que hacían imposible el control del contrabando.
        La Banda Oriental tenía que ser habitable y en una economía de pastoreo era imposible regularizar esa situación.
        Ninguno de los programas que se elaboraron tuvieron éxito total; ni El Memorial de Antonio Pereira (1776), ni La Noticia sobre los campos de la Banda Oriental (anónimo, 1794), ni el Plan de Soria (1800), ni La Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata, de Félix de Azara (1801), ni El Memorial de Miguel de Lastarria (1802), ni tampoco El Plan del capitán Jorge Pacheco (1808).
        Era desesperante la situación, porque todos los proyectos estaban llamados a fracasar.
        Como explicaba José Ingenieros en Sociología Argentina, en esta región del mundo no existía el campesino como en Europa, sino una población semi nómade que operaba en el entorno del pastoreo. Por eso los planes fracasan, porque no daban con el agente histórico para prosperar. Son buenas ideas que en el papel están bien, pero en la realidad, no tienen piso sociológico en donde poder asentarse.       
        El naturalista español Félix de Azara, prestigiosa figura en su tiempo, tuvo de ayudante principal y compañero a Gervasio. José fue el encargado de entregar tierras a los aspirantes en el flamante pueblo de San Gabriel de Batoví.
        En 1815 cuando Artigas triunfa, desde Purificación crea el Reglamento Provisorio para Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados.
        El Reglamento tiene como objetivos poblar la campaña, sedentarizar a la población errante, como el gaucho creándole hábitos de trabajo y formando así una clase media rural y favorecer a la familia y a los más desposeídos según un criterio de equidad.
        También buscaba Imponer el orden en la campaña persiguiendo a los delincuentes, los desertores y los vagos. A cada Alcalde Provincial se le otorgaría ocho hombres y un sargento y a cada teniente cuatro soldados y un cabo, para desterrar los vagabundos y malhechores. Con esto se trataba de consolidar el orden y garantizar la paz y la seguridad de personas y bienes.
        Cada beneficiado debería formar, obligatoriamente, un rancho y dos corrales en el término de dos meses, los cuales eran extensibles a tres. Quién no cumpliese, se le extraería el terreno y sería donado a otro vecino más laborioso.
        Entre otras cosas, se prohibía comerciar los cueros del ganado, sin que estos tengan la marca del hacendado. La marca es lo que hoy se llama, con otras tecnologías trazabilidad.
        En aquel entonces no existía la inversión extranjera y las tierras que estaban en manos de lo que el Virreinato determinó se encontraban en un estado de total improductividad. Los terratenientes no querían trabajar y los que querían hacerlo no tenían tierra, que es un poco el drama de América Latina en su conjunto: Gente sin tierra, tierra sin gente y muchedumbres agolpándose en los cinturones urbanos de las capitales.
        El entrañable Gervasio era un visionario que supo crear con el Reglamento Provisorio, el primer plan agropecuario.
        Lo increíble es que ese Plan para la Campaña, además de ser el primero, es el único que tuvimos. Nunca más nadie supo crear siquiera un Plan Azara II. No les da la capacidad. José conocía la campaña palmo a palmo, era un estudioso que sabía asesorarse con los más capaces.
        Siempre existieron entre nosotros gente que suele decir: Mejor ahora que no se hable de Artigas. Hablar de José exige plantearle a la campaña un Plan Azara II o un Plan Provisorio para El Desarrollo y La Lucha Contra El Abigeato.
        El hombre de campo no vive de las palabras y las promesas y cuando escucha sabe muy bien a quien le deposita su confianza y a quién no. Por eso Artigas a más de uno le queda grande.
        Al entrañable Gervasio no le importaba quien tiene la tierra, sino que se trabaje.
        Todo lo de él fue estimular el Fomento de la Campaña en el marco de la atmosfera descentralizada de su tiempo, que expresaban los Cabildos Abiertos.

        ¡Cuidado que viene Artigas!