Artigas quería tierra para quien la trabaja y no estaba contra los españoles, sino
contra los malos europeos y peores
americanos.
“El problema del arreglo de los campos”
exigía alguna solución, con el criterio de que nadie defiende mejor su tierra
que quien la trabaja y vive de ella.
La Banda Oriental en ese momento era tierra de nadie. El “problema”
consistía esencialmente en los fundos sin demarcación clara y sin propietario
definido; la realidad de simples ocupantes o poseedores sin derecho jurídico,
pero socialmente aceptados; una población compuesta principalmente por gauchos,
indígenas y otros tipos sociales sin hábito de trabajo que amenazaban la labor
de los productores; las correrías de bandeirantes portugueses y las fronteras
abiertas, que hacían imposible el control del contrabando.
La Banda Oriental tenía que ser
habitable y en una economía de pastoreo era imposible regularizar esa situación.
Ninguno de los programas que se
elaboraron tuvieron éxito total; ni El Memorial de Antonio Pereira (1776), ni La
Noticia sobre los campos de la Banda Oriental (anónimo, 1794), ni el Plan de
Soria (1800), ni La Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata, de Félix
de Azara (1801), ni El Memorial de Miguel de Lastarria (1802), ni tampoco El
Plan del capitán Jorge Pacheco (1808).
Era desesperante la situación, porque
todos los proyectos estaban llamados a fracasar.
Como explicaba José Ingenieros en Sociología Argentina, en esta región
del mundo no existía el campesino como en Europa, sino una población semi nómade
que operaba en el entorno del pastoreo. Por eso los planes fracasan, porque no
daban con el agente histórico para
prosperar. Son buenas ideas que en el papel están bien, pero en la realidad, no
tienen piso sociológico en donde poder asentarse.
El naturalista español Félix de Azara,
prestigiosa figura en su tiempo, tuvo de ayudante principal y compañero a
Gervasio. José fue el encargado de entregar tierras a los aspirantes en el
flamante pueblo de San Gabriel de Batoví.
En 1815 cuando Artigas triunfa, desde
Purificación crea el Reglamento
Provisorio para Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados.
El Reglamento tiene como objetivos poblar
la campaña, sedentarizar a la población errante, como el gaucho creándole
hábitos de trabajo y formando así una clase media rural y favorecer a la
familia y a los más desposeídos según un criterio de equidad.
También buscaba Imponer el orden en la
campaña persiguiendo a los delincuentes, los desertores y los vagos. A cada
Alcalde Provincial se le otorgaría ocho hombres y un sargento y a cada teniente
cuatro soldados y un cabo, para desterrar los vagabundos y malhechores. Con
esto se trataba de consolidar el orden y garantizar la paz y la seguridad de
personas y bienes.
Cada beneficiado debería formar,
obligatoriamente, un rancho y dos corrales en el término de dos meses, los
cuales eran extensibles a tres. Quién no cumpliese, se le extraería el terreno
y sería donado a otro vecino más laborioso.
Entre otras cosas, se prohibía comerciar
los cueros del ganado, sin que estos tengan la marca del hacendado. La marca es lo que hoy se llama, con
otras tecnologías trazabilidad.
En aquel entonces no existía la inversión
extranjera y las tierras que estaban en manos de lo que el Virreinato determinó
se encontraban en un estado de total improductividad. Los terratenientes no
querían trabajar y los que querían hacerlo no tenían tierra, que es un poco el
drama de América Latina en su conjunto: Gente sin tierra, tierra sin gente y
muchedumbres agolpándose en los cinturones urbanos de las capitales.
El entrañable Gervasio era un visionario
que supo crear con el Reglamento Provisorio, el primer plan agropecuario.
Lo increíble es que ese Plan para la
Campaña, además de ser el primero, es el único que tuvimos. Nunca más nadie
supo crear siquiera un Plan Azara II. No les da la capacidad. José conocía la
campaña palmo a palmo, era un estudioso que sabía asesorarse con los más
capaces.
Siempre existieron entre nosotros gente
que suele decir: Mejor ahora que no se
hable de Artigas. Hablar de José exige plantearle a la campaña un Plan
Azara II o un Plan Provisorio para El
Desarrollo y La Lucha Contra El Abigeato.
El hombre de campo no vive de las
palabras y las promesas y cuando escucha sabe muy bien a quien le deposita su
confianza y a quién no. Por eso Artigas a más de uno le queda grande.
Al entrañable Gervasio no le importaba
quien tiene la tierra, sino que se trabaje.
Todo lo de él fue estimular el Fomento
de la Campaña en el marco de la atmosfera descentralizada de su tiempo, que
expresaban los Cabildos Abiertos.
¡Cuidado que viene Artigas!