jueves, 10 de julio de 2014

Quiero creer que el destino, sigue trayendo criollos al mundo.

          Confunden todas las cosas en una mentalidad muy difícil de entender. Gobiernan solos, porque no están en condiciones de coordinar ni las más insignificantes cosas con los demás. Es un mundo en donde solamente ellos existen.
        Los partidos fundacionales que hicieron al Uruguay de la Patria Vieja al país moderno que tuvimos, tuvieron épocas de terribles luchas fratricidas que golpearon rudamente, la conciencia nacional. Sin embargo, exceptuando algunos episodios históricos aislados, siempre supieron coordinar cosas básicas y elementales por el bien del país. Estamos hablando de épocas en donde las elecciones eran cada 4 años y esto era un jolgorio.
        Se aborde el tema que sea, parecería que viven en el mundo del revés.
        Descentralizar no es desconcentrar gente ampliando la plantilla de funcionarios rentados, en donde son todos caciques y nadie quiere ser indio.
        Descentralizar es otorgar autonomía política para actuar –no cargos-, y hacerlo en el marco de un plan global para la campaña, como el que tenía Artigas, cuando trabajaba junto Azara.
        Para eso se necesita un manejo político que es complejo y no lo hace cualquiera. El dirigente tiene que conjugar dos cosas en apariencia opuestas: la libertad individual de quien actúa políticamente, con la centralidad necesaria que los planes de acción exigen.
        Nadie puede descentralizar, si primero el individuo no tiene autonomía mental y lo único que sabe hacer es llamar por teléfono a los jefes todo el tiempo.
        Gobernar es el arte de conducir hombres y no el ejercicio de una pirotécnica verbal o el culto místico a una ideología.
        Si cambiamos de tema y entramos en la educación actual, cualquiera entiende que eso no se resuelve con más presupuesto y que han generado un rechazo muy grande en la juventud al tipo de conocimientos que imparten y a la manera obsoleta de hacer las cosas. Fijarse como se hace en otro lado, pedir asistencia cultural a los países que hacen bien las cosas, es lo primero que se debe hacer para tener un mapa de situación.
        Hay que reeducar docentes y también generar nuevos. Con escobas viejas, no se hace la barrida.
        Si cambiamos de asuntos y abordamos el tema de la inseguridad ciudadana. Lo mismo. Es como hablar con la pared.
        Dice Bonomi que un izquierdista brasilero le dijo: “Miren que si dejan correr la delincuencia, van a cometer el mismo error que cometimos nosotros en Brasil, que la dejamos pasar y después se volvió incontrolable”.
        Pregunto yo: Bonomi, ¿precisaba que un izquierdista brasilero le diga eso para darse cuenta? ¿Él en su cabeza, qué autonomía mental tiene para sacar conclusiones que son de sentido común?
        Además, hoy en día existe, lo que se llama la criminología preventiva, como existe la medicina preventiva o la psico higiene. Porque el tema de la delincuencia exige más política de prevención que otra cosa, aunque sea necesario un plan de tolerancia cero. De eso, ni sospecha esta gente.
         Lo que no se dan cuenta es que un plan de tolerancia cero mueve muchísimas cosas en apariencia distintas, pero que están ligadas y la criminología preventiva es parte central de lo que se hace.
        Hay una cosa, que se llama maras y que son, ni más ni menos, que pandillas juveniles que se nutren con los desechos de una sociedad y van reclutando gente sin destino laboral alguno, tomando regiones enteras y exigiendo un peaje por pasar. En Centroamérica hay maras y los entendidos sostienen que en Argentina, hay pre maras. En el Uruguay estaríamos en las puertas de un proceso embrionario previo a lo que es la pre mara.
        Con Bonomi, como Ministro del Interior otra vez, horas amargas se avecinan para nuestro país.
        Si abordamos temas de carácter económico, nuevamente estamos delante de personas que tienen la típica arrogancia de aquel que cuando se recibe se cree vivo y lo único que en verdad es, es bibo con b larga.
        El que tiene que pagar más es quien menos trabaja. Y quien tiene que pagar menos es quien más trabaja y trabajo genera.
        Nadie está en contra de inversiones como Montes del Plata y otras de porte que han venido en el último período, fundamentalmente, porque vieron firmeza en el gobierno uruguayo ante la prepotencia argentina.
        No se entiende por qué tienen que estar exoneradas de impuesto. Las pasteras solamente mueven el 13 por ciento del Producto Bruto Interno y con estas otras van a llegar a casi un 40 por ciento. ¡Qué significa para ellos pagar un 10 por ciento! Pues no, ahí se exonera de impuestos y la clase media que pague, pague y pague.
        Quiere decir que es una venganza.
        Lo que le están haciendo ahora a los importadores parece, quiero creer que parece simplemente, una mano negra a lo Sarratea que se da -¡Vaya casualidad!-, en el preciso instante que Argentina, más boicotea la relación bilateral con Uruguay.
        Se toque el tema que sea, es siempre el mismo desastre que conduce a la destrucción del Uruguay, tal como lo conocimos en el pasado.
        Tenemos las mejores ideas y los mejores hombres y si hay diferencias políticas se dirimen en el plano de las ideas, y no como allí descalificando moralmente, burlándose de otro o diciéndole gilada. Siempre lo mismo, la descalificación de las conductas para eximirse de la responsabilidad de discutir con ideas.

        Quiero creer que el destino sigue trayendo criollos al mundo.