Confunden
todas las cosas en una mentalidad muy difícil de entender. Gobiernan solos,
porque no están en condiciones de coordinar ni las más insignificantes cosas
con los demás. Es un mundo en donde solamente ellos existen.
Los partidos fundacionales que hicieron
al Uruguay de la Patria Vieja al país moderno que tuvimos, tuvieron épocas de terribles luchas fratricidas que
golpearon rudamente, la conciencia nacional. Sin embargo, exceptuando algunos
episodios históricos aislados, siempre supieron coordinar cosas básicas y
elementales por el bien del país. Estamos hablando de épocas en donde las
elecciones eran cada 4 años y esto era un jolgorio.
Se aborde el tema que sea, parecería que
viven en el mundo del revés.
Descentralizar no es desconcentrar gente
ampliando la plantilla de funcionarios rentados, en donde son todos caciques y nadie quiere ser indio.
Descentralizar es otorgar autonomía política
para actuar –no cargos-, y hacerlo en el marco de un plan global para la
campaña, como el que tenía Artigas, cuando trabajaba junto Azara.
Para eso se necesita un manejo político
que es complejo y no lo hace cualquiera. El dirigente tiene que conjugar dos
cosas en apariencia opuestas: la libertad individual de quien actúa políticamente,
con la centralidad necesaria que los planes de acción exigen.
Nadie puede descentralizar, si primero
el individuo no tiene autonomía mental y lo único que sabe hacer es llamar por teléfono
a los jefes todo el tiempo.
Gobernar es el arte de conducir hombres
y no el ejercicio de una pirotécnica verbal o el culto místico a una ideología.
Si cambiamos de tema y entramos en la
educación actual, cualquiera entiende que eso no se resuelve con más
presupuesto y que han generado un rechazo muy grande en la juventud al tipo de
conocimientos que imparten y a la manera obsoleta de hacer las cosas. Fijarse
como se hace en otro lado, pedir asistencia
cultural a los países que hacen bien las cosas, es lo primero que se debe
hacer para tener un mapa de situación.
Hay que reeducar docentes y también
generar nuevos. Con escobas viejas, no
se hace la barrida.
Si cambiamos de asuntos y abordamos el
tema de la inseguridad ciudadana. Lo mismo. Es como hablar con la pared.
Dice Bonomi que un izquierdista brasilero le dijo: “Miren que si dejan correr la
delincuencia, van a cometer el mismo error que cometimos nosotros en Brasil,
que la dejamos pasar y después se volvió incontrolable”.
Pregunto yo: Bonomi, ¿precisaba que un
izquierdista brasilero le diga eso para darse cuenta? ¿Él en su cabeza, qué
autonomía mental tiene para sacar conclusiones que son de sentido común?
Además, hoy en día existe, lo que se
llama la criminología preventiva, como
existe la medicina preventiva o la psico higiene. Porque el tema de la
delincuencia exige más política de prevención que otra cosa, aunque sea
necesario un plan de tolerancia cero.
De eso, ni sospecha esta gente.
Lo que no se dan cuenta es que un plan de tolerancia cero mueve muchísimas
cosas en apariencia distintas, pero que
están ligadas y la criminología preventiva es parte central de lo que se hace.
Hay una cosa, que se llama maras y que son, ni más ni menos, que
pandillas juveniles que se nutren con los desechos de una sociedad y van
reclutando gente sin destino laboral alguno, tomando regiones enteras y exigiendo
un peaje por pasar. En Centroamérica hay maras y los entendidos sostienen que
en Argentina, hay pre maras. En el Uruguay estaríamos en las puertas de un
proceso embrionario previo a lo que es la pre mara.
Con Bonomi, como Ministro del Interior
otra vez, horas amargas se avecinan para nuestro país.
Si abordamos temas de carácter económico,
nuevamente estamos delante de personas que tienen la típica arrogancia de aquel que cuando se recibe se cree vivo y lo único
que en verdad es, es bibo con
b larga.
El que tiene que pagar más es quien
menos trabaja. Y quien tiene que pagar menos es quien más trabaja y trabajo genera.
Nadie está en contra de inversiones como
Montes del Plata y otras de porte que han venido en el último período, fundamentalmente, porque vieron firmeza en
el gobierno uruguayo ante la prepotencia argentina.
No se entiende por qué tienen que estar
exoneradas de impuesto. Las pasteras solamente mueven el 13 por ciento del
Producto Bruto Interno y con estas otras van a llegar a casi un 40 por ciento.
¡Qué significa para ellos pagar un 10 por ciento! Pues no, ahí se exonera de
impuestos y la clase media que pague, pague y pague.
Quiere decir que es una venganza.
Lo que le están haciendo ahora a los
importadores parece, quiero creer que parece simplemente, una mano negra a lo Sarratea que se da -¡Vaya casualidad!-, en el
preciso instante que Argentina, más boicotea la relación bilateral con Uruguay.
Se toque el tema que sea, es siempre el
mismo desastre que conduce a la destrucción del Uruguay, tal como lo conocimos
en el pasado.
Tenemos las mejores ideas y los mejores
hombres y si hay diferencias políticas se dirimen en el plano de las ideas, y no
como allí descalificando moralmente,
burlándose de otro o diciéndole gilada. Siempre lo mismo, la descalificación
de las conductas para eximirse de la responsabilidad de discutir con ideas.
Quiero creer que el destino sigue
trayendo criollos al mundo.