Mientras el integrante del Secretariado
Ejecutivo del Pit-Cnt, Richard Read se da cuenta que lo que quieren hacer con
la indexación de los salarios es Lalo¸
es la locura, Astori y Bergara le contesta, “Lola”, lo lamento.
La
inflación ya hace rato que pasó el 10% y anda por un 13,5% o un 14%. Los
salarios ya debieran tener el ajuste automático y el Pit-Cnt se hace el distraído.
Están esperando para ver quién gana. Si ganan ellos, que además de “sindicalistas”
van en las listas del Frente Amplio, en ese caso no hacen valer el ajuste automático,
en cambio si ganan los otros, vamos a vivir entre patoteros a lo Moyano y gente
que llora la milonga a lo Ubaldini. De un Sarratea, ¡Qué otra cosa se puede
esperar!
Puede ocurrir algo parecido a lo que
sucedió cuando asumió De La Rúa. Le iban a hacer una huelga por el déficit que
el gobierno tenía y hubo voces dentro del sindicalismo peronista que pidieron
que no hicieran eso, porque allí se iría a poner en evidencia, que había sido
el gobierno anterior, quien lo generó.
Hacerle huelga a un Presidente el día
que asume el cargo, como hizo “Pepe-D’Elia”, solo cabe en una cabeza muy
ideologizada, que cuando ganan los otros, recién se acuerda de luchar contra el
sistema en que vivimos.
Recuerdo que una vez en la época de
Menem, un sindicato pedía un 10% de aumento salarial. El gobierno se puso firme
y no había caso. No se lo quería dar ese 10%. Se armó flor, pero flor de lío.
Cuando el conflicto había llegado a un punto insostenible, va y le da un 18%.
Me pareció un hombre admirable, supo
frotarse el índice y el pulgar y a su vez desprestigiar a la dirección de ese
gremio. Fue una señal a todo el sindicalismo argentino, del tipo, si quieren
aumentos, hablen conmigo, no con esos dirigentes ineptos para calcular la
inflación.
No estoy diciendo que aquí haya que
hacer lo mismo. Pero me pareció interesante el manejo político que hizo del
tema sindical, ante dirigentes que de sindicalistas tienen tanto, como
cualquiera de nosotros de indio coya.
Con la ley sindical que les aprobaron,
ahora operan como una corporación rentada a expensas nuestras, que opina de
absolutamente, todas las cosas, incluso de política internacional, y le importa
muy poco el salario.
Son expertos en hacer lobby para cambiar
las reglas de juego una vez que las inversiones se instalan, montan la
infraestructura, contratan gente y empiezan a trabajar. Es una forma de coimear
a la peronista soto voce, del tipo
hoy por ti, mañana por mí.
Se escudan en un falso ultrismo y degradan el lenguaje cuando
gobiernan los otros, en cambio con mucha
maduré son capaces de comer cualquier sapo, si es del partido de ellos
quien ejerce el gobierno.
Nadie sabe cómo enfrentarlos, básicamente
porque no quiere correr las inversiones. En Argentina combatirlos, es difícil dado que son el
brazo armado de los industriales, del tipo de industria que hay allí; en el
Uruguay es muy fácil, puesto que el nuestro es un sindicalismo
de empleados públicos, con mucho tiempo libre para meter la cuchara en
cualquier cosa.
Argentina es un capitalismo de amigos, el Uruguay en cambio es una economía mixta, por eso le es tan difícil a Sarratea, alcanzar sus
objetivos.
Son expertos en obstruir a los
gobernantes que no son de su signo político, porque décadas de oprobio y bobería desde lo alto, les
permitió hacer lo que quieren y convertirse en un poder mafioso, para un país
que mueve fortunas en su comercio interior y exterior. No es el caso uruguayo, en donde el lote de cosas a brindar suele ser extremadamente magro y el tipo de
país en el que vivimos es el modelo de
una sociedad constrictiva, en donde hay que vivir ajustado permanentemente.
Hay una razón mucho más profunda por la
cual aquí es imposible que haya
peronismo, pero me la reservo, solo, mientras tanto.