Durante las elecciones pasadas me pasé
en redes sociales explicando hasta el agotamiento que el Mercado Común del Sur
(MERCOSUR), en el estado calamitoso al que permitió que entrara el fallecido
Canciller de la República, Reynaldo Gargano, no servía, para absolutamente nada
más, que para hacer politiquería.
Los países no viven del comercio por
razones políticas o se tiene una política de Estado y las cancillerías y los
respectivos Parlamentos aprueban acuerdos bilaterales entre los Estados Partes,
con un recíproco Tratado de Protección de Inversiones o por el contrario, se
manejan con criterios políticos y todos sabemos que esas coincidencias son, pan
para hoy, hambre para mañana, porque cuando venga otro gobierno de signo ideológico
inverso o simplemente discrepante con el anterior, se pierden miles de puestos
de trabajo.
Los países no pueden prendar algo tan
importante como su comercio exterior a razones políticas, que están más allá de
cualquier juridicidad.
Está en la tapa del libro que sin garantías
jurídicas, después, ante un conflicto de intereses, no hay a quien reclamarle nada.
Me cansé de explicar que los países no
tienen amigos y enemigos como las personas individuales, sino que lo único que
sí tienen, son intereses permanentes. No existen “países amigos”; existe
comercio exterior complementario.
Dije hasta el cansancio que el MERCOSUR
o funciona como una Unión Aduanera o entonces, “el último que apague la luz”.
Me decían de todo. Fascista.
Reaccionario, ignorante del Socialismo del Siglo XXI, que la unidad latinoamericana,
que el ideario de los Próceres, en una ignorancia absoluta de lo que es el
comercio exterior. Yo les decía: “Fíjense esto solo. Bolivia tiene estaño, pero
el tema es el siguiente: nosotros los uruguayos, para qué queremos el estaño.
Por más que queramos integrarnos con ellos, la producción que allí existe, no
nos sirve para nada. Lo mismo ocurre con Paraguay. Podemos tener muchos
acuerdos, pero ambos países producimos lo mismo y competimos por los mismos
mercados. Lo diferente –la madera paraguaya-, para qué nos sirve a nosotros. Lo
mismo con Brasil. Sólo con saldos de exportación, sin querer hacernos daño,
destruye la industria uruguaya y con Argentina, que es muy parecida en muchos
aspectos a nosotros, es llegar la temporada turística y el gobierno de allí, no
hace otra cosa que sabotear.”.
El Uruguay no tiene más remedio que
abrirse al mundo y como decía el Viejo Herrera “tener amigos lejanos e
influyentes”, porque con los vecinos, siempre vamos a tener problemas de
soberanía, desde el mismo momento, que les molesta que seamos un país
independiente en la Cuenca del Plata.
Era como hablarle a la pared.
Allí entendí realmente, cuál es el verdadero
nivel de degradación en el que habíamos caído, porque jamás en nuestra
historia, otros hombres en el pasado, hubieran permitido que gobierne gente así.
Tanto los gobernantes irresponsables y
corruptos que tenemos, como una base social que se niega al uso de la
inteligencia recta, son responsables del desquicio en el que el comercio
exterior regional se encuentra.
Esto no es un chiste, aquí hay en juego
inversión, capital, tecnología, puestos de trabajo y gente que apostó, que creyó
en el Uruguay y su solvencia jurídica para poder invertir. El daño que se le
hace ante la comunidad internacional es tan grande, que si en el pasado costaba
mucho captar inversiones, por culpa de esta gente, en el futuro y en plena desaceleración de la economía mundial, ha de ser mucho más difícil todavía.
Nunca entendí cuál podía ser la razón
por la cual, a una cosa como Reynaldo Gargano, que le hizo todo el daño posible
al Uruguay, lo dejaran en el cargo y encima la hinchada le gritara “Polo, Polo, Polo”.
Tuve que dejar mis libros para poder leer.
Si resulta que ahora, el gauchi político
Martín fierrista cuando toma la
guitarra y entona, se ve obligado a
decir que "los organismos de arbitraje,
de decisión y de institucionalidad real no funcionan", no quiero ni
pensar lo que será la cañada, cuando el gato salta a trote.
A la parálisis y el bloqueo argentino
tanto a Uruguay, como a Brasil, le llama “poco dinamismo”.
Si hablamos en cifras, el poco o poquitito dinamismo significa
nada menos que un descenso de las exportaciones hacia Argentina de 15,6%, en el
primer semestre de 2014, en comparación con el mismo período del año pasado y en
el caso de Brasil, aún siendo uno de los principales destinos de los productos
uruguayos, se verificó un descenso de 0,5%. Por su parte, las ventas externas
hacia Paraguay, mostraron un retroceso de 15,9%.
El gobierno de Cristina Fernández
comenzó aproximadamente, hace tres años, a desarrollar una política de
protección industrial, trabando el ingreso de mercadería importada y, le pidió
a Mujica, que guarde silencio, “para no darle letra a la oposición”.
Como buenos mandaderos y Zarrateas que
son, cumplieron al pie de la letra e incluso los defienden de un mega canje,
que fue la estafa más grande que se pudo cometer contra los bonistas
argentinos y extranjeros.
Las trabas comerciales fueron a través
de las licencias no automáticas de importación, requisito que debían gestionar
los compradores para el ingreso de algunas mercaderías. Esa medida fue luego
derogada, pero la administración de Cristina Fernández llevó adelante otra
traba burocrática: la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI).
Ese trámite es obligatorio para todas
las importaciones argentinas. Para cada compra, el importador debe presentar la
documentación correspondiente y las oficinas de contralor tienen un plazo de
hasta 60 días para autorizar o denegar la compra. Vencido el plazo, el
importador tiene que volver a presentar la documentación, para una nueva
revisión.
Esa medida afectó principalmente a los
exportadores uruguayos de vestimenta,
autopartes, productos de plástico, impresos y alimentos envasados.
Ante el reclamo de los industriales
perjudicados, el gobierno les contesta: “Olvídense de Argentina”. También le
pedían recurrir a tribunales de soluciones de controversias adentro del
Mercosur y el gobierno, siguió en su línea de no recriminarles nada.
Resulta
que ahora según la consultora argentina Desarrollo de Negocios Internacionales,
"el Mercosur ha mostrado en los
últimos años cierta fatiga en la generación de negocios".
¡No se dan cuenta que es como suicidarse
votar a esta gente, que cuando ve esta realidad sale como Raúl $endic
recientemente, a decir “Más y mejor Mercosur”, cuando la realidad rompe los
ojos y nadie entiende más y mejor qué cosa quiere decir!
Estoy de acuerdo con ellos en un solo aspecto: En esta caída al precipicio, el Uruguay no se detiene y va para más.