lunes, 21 de julio de 2014

Mercosur, política y juridicidad

        Durante las elecciones pasadas me pasé en redes sociales explicando hasta el agotamiento que el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en el estado calamitoso al que permitió que entrara el fallecido Canciller de la República, Reynaldo Gargano, no servía, para absolutamente nada más, que para hacer politiquería.
        Los países no viven del comercio por razones políticas o se tiene una política de Estado y las cancillerías y los respectivos Parlamentos aprueban acuerdos bilaterales entre los Estados Partes, con un recíproco Tratado de Protección de Inversiones o por el contrario, se manejan con criterios políticos y todos sabemos que esas coincidencias son, pan para hoy, hambre para mañana, porque cuando venga otro gobierno de signo ideológico inverso o simplemente discrepante con el anterior, se pierden miles de puestos de trabajo.
        Los países no pueden prendar algo tan importante como su comercio exterior a razones políticas, que están más allá de cualquier juridicidad.
        Está en la tapa del libro que sin garantías jurídicas, después, ante un conflicto de intereses, no hay a quien reclamarle nada.
        Me cansé de explicar que los países no tienen amigos y enemigos como las personas individuales, sino que lo único que sí tienen, son intereses permanentes. No existen “países amigos”; existe comercio exterior complementario.
        Dije hasta el cansancio que el MERCOSUR o funciona como una Unión Aduanera o entonces, “el último que apague la luz”.
        Me decían de todo. Fascista. Reaccionario, ignorante del Socialismo del Siglo XXI, que la unidad latinoamericana, que el ideario de los Próceres, en una ignorancia absoluta de lo que es el comercio exterior. Yo les decía: “Fíjense esto solo. Bolivia tiene estaño, pero el tema es el siguiente: nosotros los uruguayos, para qué queremos el estaño. Por más que queramos integrarnos con ellos, la producción que allí existe, no nos sirve para nada. Lo mismo ocurre con Paraguay. Podemos tener muchos acuerdos, pero ambos países producimos lo mismo y competimos por los mismos mercados. Lo diferente –la madera paraguaya-, para qué nos sirve a nosotros. Lo mismo con Brasil. Sólo con saldos de exportación, sin querer hacernos daño, destruye la industria uruguaya y con Argentina, que es muy parecida en muchos aspectos a nosotros, es llegar la temporada turística y el gobierno de allí, no hace otra cosa que sabotear.”.
        El Uruguay no tiene más remedio que abrirse al mundo y como decía el Viejo Herrera “tener amigos lejanos e influyentes”, porque con los vecinos, siempre vamos a tener problemas de soberanía, desde el mismo momento, que les molesta que seamos un país independiente en la Cuenca del Plata.
        Era como hablarle a la pared.
        Allí entendí realmente, cuál es el verdadero nivel de degradación en el que habíamos caído, porque jamás en nuestra historia, otros hombres en el pasado, hubieran permitido que gobierne gente así.
        Tanto los gobernantes irresponsables y corruptos que tenemos, como una base social que se niega al uso de la inteligencia recta, son responsables del desquicio en el que el comercio exterior regional se encuentra.
        Esto no es un chiste, aquí hay en juego inversión, capital, tecnología, puestos de trabajo y gente que apostó, que creyó en el Uruguay y su solvencia jurídica para poder invertir. El daño que se le hace ante la comunidad internacional es tan grande, que si en el pasado costaba mucho captar inversiones, por culpa de esta gente, en el futuro y en plena desaceleración de la economía mundial, ha de ser mucho más difícil todavía.
        Nunca entendí cuál podía ser la razón por la cual, a una cosa como Reynaldo Gargano, que le hizo todo el daño posible al Uruguay, lo dejaran en el cargo y encima la hinchada le gritara “Polo, Polo, Polo”.
        Tuve que dejar mis libros para poder leer.
        Si resulta que ahora, el gauchi político Martín fierrista cuando toma la guitarra y entona, se ve obligado a decir que "los organismos de arbitraje, de decisión y de institucionalidad real no funcionan", no quiero ni pensar lo que será la cañada, cuando el gato salta a trote.
        A la parálisis y el bloqueo argentino tanto a Uruguay, como a Brasil, le llama “poco dinamismo”.
        Si hablamos en cifras, el poco o poquitito dinamismo significa nada menos que un descenso de las exportaciones hacia Argentina de 15,6%, en el primer semestre de 2014, en comparación con el mismo período del año pasado y en el caso de Brasil, aún siendo uno de los principales destinos de los productos uruguayos, se verificó un descenso de 0,5%. Por su parte, las ventas externas hacia Paraguay, mostraron un retroceso de 15,9%.
  El gobierno de Cristina Fernández comenzó aproximadamente, hace tres años, a desarrollar una política de protección industrial, trabando el ingreso de mercadería importada y, le pidió a Mujica, que guarde silencio, “para no darle letra a la oposición”.
   Como buenos mandaderos y Zarrateas que son, cumplieron al pie de la letra e incluso los defienden de un mega canje, que fue la estafa más grande que se pudo cometer contra los bonistas argentinos y extranjeros.
        Las trabas comerciales fueron a través de las licencias no automáticas de importación, requisito que debían gestionar los compradores para el ingreso de algunas mercaderías. Esa medida fue luego derogada, pero la administración de Cristina Fernández llevó adelante otra traba burocrática: la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI).
        Ese trámite es obligatorio para todas las importaciones argentinas. Para cada compra, el importador debe presentar la documentación correspondiente y las oficinas de contralor tienen un plazo de hasta 60 días para autorizar o denegar la compra. Vencido el plazo, el importador tiene que volver a presentar la documentación, para una nueva revisión.
        Esa medida afectó principalmente a los exportadores uruguayos de vestimenta, autopartes, productos de plástico, impresos y alimentos envasados.
        Ante el reclamo de los industriales perjudicados, el gobierno les contesta: “Olvídense de Argentina”. También le pedían recurrir a tribunales de soluciones de controversias adentro del Mercosur y el gobierno, siguió en su línea de no recriminarles nada.
     Resulta que ahora según la consultora argentina Desarrollo de Negocios Internacionales, "el Mercosur ha mostrado en los últimos años cierta fatiga en la generación de negocios".
        ¡No se dan cuenta que es como suicidarse votar a esta gente, que cuando ve esta realidad sale como Raúl $endic recientemente, a decir “Más y mejor Mercosur”, cuando la realidad rompe los ojos y nadie entiende más y mejor qué cosa quiere decir!
        Estoy de acuerdo con ellos en un solo aspecto: En esta caída al precipicio, el Uruguay no se detiene y va para más.