martes, 22 de julio de 2014

Las cartas que se van echando

       Yo me formé en la época en donde discutir de política era como jugar a las cartas. Cada cual con las suyas, su discurso preestablecido, su modo elocutivo de decir las cosas, le tira al otro aquello que le conviene y éste le responde con la carta que tiene.
       Cuando a uno de los dos no le convenía lo que el otro le decía, sacaba la cara y miraba para el costado, para lanzarle con otra carta diferente y así sucesivamente.
      Las amarguras y las rabietas que esa manera de discutir conlleva, viene por no haber pensado bien, la carta que se tira.
       Cuando algo salta a la vista que está muy, pero muy mal, lo mejor fue siempre, si no se tiene una carta correcta para largar, callarse la boca.
       Hasta los comunistas cuando uno los apuraba un poco, contestaban: “Mi corazón no abraza causas impuras”, como si existieran infinitas formas de comunismo posible.
       Ahora nos encontramos ante un hecho de carácter judicial, como lo es el procesamiento del director de ASSE, Alfredo Silva, y otras nueve personas por maniobras de corrupción en ese organismo.
       El juez especializado en crimen organizado Néstor Valetti resulta que procesa sin prisión al director de ASSE, Alfredo Silva, por su participación en una trama que evidenció la sobrefacturación de horas de limpieza en el hospital Maciel, presiones para la firma de contratos y pago de coimas.
       No es la primera denuncia de corrupción sindical. El Plan de Viviendas Sociales es otra. Estos contratistas - sin autorización oficial y mandatos por gente de la comisión sindical-, se habrían apropiado de una cifra importante, por contratos de construcción de viviendas sindicales.
       Estamos hablando de 16.500 viviendas en todo el país, que se financia con el aporte de los “compañeros”. Al triplicarse el padrón de afiliados, hubo una mejoría sustancial en la recaudación y eso trajo como consecuencia mucha platita, como le gustaba decir a Néstor Kirchner.
       Todas las denuncias apuntaban a Eduardo Burgos, por lo cual él y su compinche Ricardo Cajigas, renuncian.
       El buen señor firmó una carta intención a favor de la empresa Vivamax para la construcción de 3.000 viviendas, sin el visto bueno del PIT-CNT. Esta obra tenía un costo de 3 millones de dólares y a la arquitecta se le pidió -mediante gestores no autorizados-, un adelanto del 10% de la inversión en modo de "donaciones". Este acuerdo se había firmado en el mes de febrero de 2013.
       La primera de las denuncias fue realizada por el gremialista de la bebida, Richard Read, quien se preguntó por qué el gremio metalúrgico estaba a cargo del plan de viviendas y no el de la construcción. Parece que hay una puja interna muy grande entre sectores.
       El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), les dio un préstamo de US$ 660.000 (seiscientos sesenta mil dólares de Estados Unidos de Norteamérica), para la formación de cuadros sindicales y los cuadrados Richard Read y Marcelo Abdala se enfrentaron duramente y entonces ahora se sabe sobre las conexiones de Burgos y los gestores con una cooperativa de crédito social, que resulta que prestaba dinero a militantes gremiales, sin acceso a crédito bancario.
       Como se puede apreciar, estamos delante de un nivel de corrupción tan grande, que lo de Alfredo Silva ahora, es algo más que un simple botón de muestra.
       El tema podría ser simplemente, una mera cuestión de carácter judicial, si no fuera porque esta gente, después de una Ley Sindical que les dio impunidad para hacer lo que quieren, opinan sobre absolutamente, todos los temas políticos, como si fueran un partido auto nombrado.
       Aún así, el asunto podría haber quedado en la órbita de la justicia. Pero lo más novedoso de todo esto, son las declaraciones de Tabaré Ramón Vázquez Rosas diciendo: “Ninguna fuerza política está vacunada contra la corrupción, porque no existe esa vacuna. En cualquier gobierno puede haber corrupción. En un gobierno del FA podemos equivocarnos”.
       ¡Qué tiene que ver la corrupción sindical, con la supuesta y pretendida no corrupción, en un gobierno del Frente Amplio! Se ve que algo tiene que ver, si no, no hacía esas declaraciones.
       Tiene incluso que justificarse y decir que la situación de irregularidades en los hospitales públicos: “no empezó con mi gobierno, ya venía de antes” y agregar que “podemos meter la pata, pero no la mano en la lata”, cuando todos sabemos que lo que sí sabe meter es la pata en la lata.
       Cualquiera entiende que este no es un caso aislado y un presidenciable que lleva sindicalistas en las listas de su partido, no es un nene de pecho, que no sabe con qué bueyes ara.
       Salir a decir, después de un procesamiento judicial, que “nunca hubo ningún problema”, pero que “ahora hay uno”, y encima aclarar que “esa no es la regla, es la excepción”, está indicando algo, porque el más elemental sentido común dice que un presidenciable con esas cartas encima, lo primero que hace es mirar para el costado.
       Resulta que ahora Tabaré Ramón Vázquez Rosas nos ilustra diciendo que “el problema parte del gobierno de Luis Alberto Lacalle”.
       Su intensión es clara como el agua: "Lo que sigo defendiendo es que los trabajadores tienen que estar representados en los organismos públicos", no sea cosa que la patota sindical, faltando tan poco para las elecciones, se enoje y no salgan a ensobrar listas.

       Creo, para finalizar aquí, porque me hizo mal la comida y quiero ir al baño, que este gobierno está pronto para perder, con los únicos que me voy a enojar es con la oposición, si no sabe estar pronta para ganar.