lunes, 21 de julio de 2014

Júpiter ciega a los que quiere perder

       Cada día que pasa, no salgo de mi asombro: mientras se tortura a los niños y se maltrata a los ancianos; se roba y se mata con total desparpajo; un sindicalismo corrupto vive de la más baja politiquería y encima van en las listas del Frente Amplio; Montevideo, la antigua “Coqueta”, hoy es la ciudad más sucia y más cara de todo el país; el Uruguay bloqueado por Argentina va camino a desaparecer como Nación en la Cuenca del Plata; Brasil está al borde de un gran ajuste y, mientras la peste lame las paredes, hay gente que se puso a discutir cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, la inmortalidad del cangrejo, la cuadratura del círculo o acerca de cuál puede ser el presunto sexo de los ángeles.
       Es evidente que estamos, gane quien sea, ante un cierre de época y hay quienes –felizmente una minoría-, no se dan cuenta, no ven la gravedad del momento histórico que estamos viviendo.
       Del Frente Amplio a esta altura, se puede esperar cualquier cosa. De otros, uno espera que estén preparados para el desafío que se nos viene encima, en plena desaceleración de la economía mundial y ante, lo que ya he venido analizando, el fin de la fiesta “progre”, tanto en Brasil, como en Argentina.
       Hay gente que el árbol de la Vicepresidencia no les deja ver el bosque de las responsabilidades que en política se ejercen en el plano ejecutivo de la gestión concreta.
       El Partido Nacional es el único que está preparado seriamente, para revertir esta condicionante histórica en que estamos. Eso no significa que en el adversario fundacional no exista gente sumamente valiosa.
       Se ve que históricamente, al Uruguay le ocurrió una cosa, que se llama estulticia.
       Se dice que hay estulticia cuando existe una mezcla combinada de fanatismo y mediocridad, todo junto a la vez.
       La estulticia es un fanatismo mediocre, para una mediocridad fanatizada; es mente chica enfurecida con otro por cuestiones que sacadas del ámbito en que están dadas, carecen de la más mínima importancia.
       Se lo ve a nivel sindical cuando hay gente que lo único que le importa es la del. No se dan cuenta que no se reclama por uno, se reclama por los demás y después el resto, está sobreentendido.
       Se lo ve a nivel cultural cuando una comandita, en vez de premiar la mejor obra de arte, premia cualquier porquería porque es de los amigos.
       Se lo ve a nivel político cuando se cree y se piensa que lo único que importa es el cargo parlamentario, perdiendo de vista, que la política es mucho más que un lugar en el Parlamento y que incluso, como lo demostró el bueno de Jorge Batlle, se puede influir, sin cargo alguno.
       En el Frente Amplio se han pasado la vida escupiendo del plato en donde comen y, hoy gobiernan como si fueran habitantes aéreos, que están sentados de casualidad, en un puesto que carece de responsabilidades, ante quienes los votaron y les están pagando el sueldo. Vinieron a refundarlo al Uruguay y todo lo que los partidos fundacionales que hicieron nuestro país realizaron, venimos a enterarnos, que estuvo mal.
       El Frente Amplio es el ejemplo más palmario de lo que no le puede suceder a un partido serio y responsable, menos si ese partido fue gobierno durante mucho tiempo.
       Por las nuevas leyes electorales el que pierde tiene que ubicarse, porque si hace la de Ramírez o Constanza Moreira, va tan, pero tan mal, que después tiene que esconderse para siempre.
       Sarmiento decía que la cuestión es entre civilización o barbarie y me inclinaría a pensar que en el Uruguay de hoy, la cuestión es más bien entre civilización o Vázquez.
       Ya llegará la hora en que los hombres civilizados discrepemos entre nosotros, cada cual con sus posiciones, con sus ideas cada cual, pero con un horizonte abierto y no delante de un precipicio de irresponsables y ladrones.