jueves, 3 de julio de 2014

Hay que terminar con esta degradación social.

       Hay que ponerle punto final a este mal sueño que se llama Frente Amplio y amenaza convertirse en pesadilla, bajo lo que Émile Durkheim, en sociología, llamaba anomia, que en buen romance quiere decir, la falta de normas o a la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad.
       La anomia es lo que explica la conducta desviada. No rompen con las leyes, sino con las normas, los institutos sociales consuetudinarios, bajo los cuales hemos vivido.
       La mayor presión conducente al desvío se da, nos dice Émile Durkheim, entre los grupos socio económicos más bajos y las conductas desviadas son: el crimen, el suicidio, los desórdenes mentales, el alcoholismo y demás. Se supone que la anomia es un colapso de la gobernabilidad por no poder controlar esta emergente situación de alienación experimentada por un individuo o una subcultura, hecho que provoca una situación desorganizada que resulta en un comportamiento no social.
       La anomia es en este caso una disociación entre los objetivos culturales y el acceso de ciertos sectores a los medios necesarios. La relación entre los medios y los fines se debilitan.
       El que se encuentra en estado de anomia nos decía, hace muchos años atrás, ese gran catedrático de sociología que fue Isaac Ganon, no puede favorecer la solidaridad orgánica de la sociedad, porque des institucionaliza los códigos morales de las instituciones que nos rigen.
       Concretamente, según Durkheim, la anomia implica la falta de normas que puedan orientar el comportamiento de los individuos.
       Según Carlos Nino la anomia en el caso de Argentina se explica por la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas, la forma en que se contamina el ambiente, la extensión de la corrupción, y demás.  Viven en la falta de códigos morales, en la ilegalidad, en el irrespeto a las normas y les exigen a los otros la más pulcra moralidad.
       Cuando les conviene se apartan de la ley o desconocen el principio de autoridad que dicta las normas en cuestión.
       Dice Carlos Nino que cuando la anomia se vuelve “boba”, todos quedan perjudicados. No es que la ley no haya contemplado ese aspecto, sostiene, tampoco son necesidades que haya que satisfacer al margen de ella, sino que se vive en la inobservancia producto de una gran disfuncionalidad.
       Lo que analiza Carlos Nino, para ser entendido, es a individuos que tienen propósitos incompatibles con los de los demás.
       A Nino no le importa ni la moralidad, ni la legalidad, sino el hecho de si se es eficiente o no para controlar la situación. La distancia entre las expectativas sociales y los caminos concretos para alcanzarla es tan grande, que ante esto aparecen distintas modalidades para encontrar un atajo:
·      Dicen estar de acuerdo con los propósitos que todos compartimos, pero como son distintos resulta que tienen otra manera de resolver las cosas.
·      Caen en el piedeletrismo, observan la norma, pero ignoran los fines y burocratizan hasta límites increíbles, lo que tienen que resolver.
·   Viven en la “maniobra”, la “chicana”, “el resquicio legal”, para beneficiarse en términos personales.

       Ser ético y pretender actuar moralmente, en esta situación general de descaecimiento colectivo, termina siendo una irresponsabilidad, porque para actuar moralmente, hay que tener en cuenta los efectos y las consecuencias de lo que se hace.
       Creo que estamos en el punto más bajo al que la sociedad uruguaya pudo haber caído en su historia. Estoy de acuerdo con Pedro Bordaberry cuando dice, que los delitos de corrupción no deben prescribir.