El
orden causativo en términos rigurosos, que a veces cuesta entender en la vida
cotidiana, en donde el acontecer es a la vez simultaneo y sucesivo, en política
en cambio, es muy fácil de observar.
La
política debe ser de las pocas actividades humanas en donde no hay puntada sin hilo.
Esa
es la causa por la cual al político le cuesta moverse fuera de los límites que
le impone la disciplina partidaria y es la razón por la cual, se hacen las
coordinaciones de bancada y cada sector discute todos los temas. La política es
una actividad más compleja de lo que suele parecerle a quien lo ve de afuera,
porque implica, como bien enseñaba Max Weber un justo equilibrio entre la ética
de la responsabilidad –la disciplina partidaria-, y la ética de la convicción
personal. Feliz de aquel político que
siempre votó exclusivamente, las cosas en las que está de acuerdo.
Para
muchos, fundamentalmente, por la forma desordenada que adopta la actividad
parlamentaria cuando el ambiente está caldeado y la prensa, junto a muchedumbres
fuera del recinto están expectantes de
lo que se discute, la figura del político se les aparece como una criatura errante que vive en un mundo
de corredores inciertos. Era La Rochefoucauld quien decía: “Hablar, hablar, hablar, solo sabes hablar”,
pero esa es la visión del hombre común, que lo ve de afuera.
La
política nos enseña Aristóteles, es la
actividad más noble del espíritu humano, y eso es precisamente, lo que
hemos perdido en esta década de oprobio y
bobería.
Si
se analiza el paquete de medidas que “los
progres” nos han impuesto, con sus brazos de yeso votando a tapa cerrada
todo lo que han querido, vemos que hay una lógica implacable que conduce a lo
que bien podríamos de definir, como de dictadura
financiera,
Primero
el Impuesto a la Renta, verdadera venganza contra la clase media, porque hay
estudios económicos que demuestran que no ejerce ninguna gravitación en el
monto global de lo que la Dirección General Impositiva recauda.
Después
el FONASA que terminó degradando la salud en el Uruguay.
Ahora
la ley de inclusión financiera pensada contra las Cooperativas de Ahorro y
Crédito y al servicio de lo que se pasaron la vida combatiendo, la tan mentada patria financiera.
En
ese proceso degradaron las matrices sociales hasta límites increíbles, metieron
empleados públicos en una dimensión inconcebible, robaron a cuatro manos, como
bien expresa Pedro Bordaberry en los entes públicos: UTE, OSE, ANTEL, ANCAP y
demás, esto es, se enriquecieron desde los entes recaudadores, porque han sido
siempre islas y con los progres
encontraron la oportunidad que antes no tenían.
La
ley de medios es una papa caliente
que la posponen para después, no tanto por el tema de la propaganda electoral y
la cuotificación política que quieren imponerle a la prensa, sino porque está
pensada para no contestar ningún pedido
de informe.
Estamos
hablando de gente que se pasó la vida elevando pedidos de informe por
cualquier guarangada y que al llegar Vázquez al gobierno impidió elevarlos, sin previa autorización de la bancada.
Están palpando el mapa político de un Uruguay
que ya no es el mismo y, si les es favorable, porque tienen chance de ganar, la
aprueban, de lo contrario, si se encuentran que van en franca desventaja, no la
aprueban, porque cualquiera sabe que esa ley está pensada desde lo que Nicolás Maquiavelo en el Príncipe visualizaba como la lógica del poder: Le va a servir a cualquiera que gobierne para condenar
a la oposición a vivir en noche y
niebla.
Vinieron como para no irse nunca más.