Constanza
es una politóloga de valeur, -de
valor en francés-, que sin embargo, cuando llega a la conclusión, ya es tarde,
mostró la hilacha.
Le gusta largar el cuajo y como una niña
chica cuando ve la macana que se mandó, cierra los ojos y dice: “No estoy”.
Tiene un destino político promisorio,
pero no justamente allí, sino en el 26 de marzo. Los ultras de alcantarilla la están esperando con los brazos abiertos.
Recién entonces, podremos enterarnos de la cantidad de pataditas internas,
pellizcos, codazos y moretones que lleva en su carrera.
Por ahora le dicen tapón de sidra porque el día que se destape, va a saltar hasta el
techo.
Nadie sabe qué le pasó de un día para
otro; si se le fue “la calor” que tenía
o mataron el violinista.
El hecho es que ahora, leyendo la
Constitución se dio cuenta que el que gana se queda con todo, hasta las intendencias
y el que pierde acompaña forzosamente y además, no puede irse del partido.
Recién ahora la politóloga de valeur, está entendiendo que la
actividad política es dura y nada es gratuito.
Un dique de contención para que los
desengañados no se vayan con los ultras
de alcantarilla es una cosa, en cambio una piedra en el zapato en la cosmética
política en la que vive el vasquismo, es otra bien distinta.
A
mi me enseñaron cuando era chico que para que el asado no largue mal olor y, la
gente se acerque a comer, hay primero que
limpiar el parrillero con cebo y papel de diario. Constanza y los “ultras” son ese olor desagradable que
llevan los frenteamplistas en la ropa. Se ve que los pevepésicos le dijeron: “Si el asao’ no va pa’ vos, mete el pincho”
y los demás que no mascan vidrio
dijeron: “¡Te voy a dar la papa, sí, toma de acá!”. Furiosa escupió el asado.
A Vázquez le dio rabia que Constanza le
escupa el asado en el preciso instante que llamaba a los comensales y que ese
gargajo, pusiera de manifiesto su manejo,
políticamente, egocéntrico.
El Partido Nacional
perdía siempre por culpa de gente así. Lo de Constanza Moreira es exactamente,
lo que no hay que hacer.
Si Martín Recaredo Etchegoyen viviera
diría: “Está delicuescente, la señora”.
Es claramente, la expresión de lo que
son hoy en día: Una chica caprichosa, que contesta con impertinencia, que
cuando mete la pata hasta el cuadril pide perdón y ya es tarde, que vive de internismo metida en un microclima
enfermizo y con simpatías extraviadas, que no entiende de política sino de
organización, y mecanismos puramente internos sin la más mínima importancia
para absolutamente nadie, que no sabe dialogar, sino que platica en un chucu
chuco de idioma raro que nadie entiende.
Descubre ahora que todo ese chucu chucu internista no la conduce a
ningún lado y que una cosa como Vázquez, aún largando “a título personal”
cortinas de humo, tiene escenario ante la prensa.
Lo he dicho en otros post. Hoy la mujer
está llamada a jugar un rol en política y tiene que sabérselo ganar para poder ocupar cargos que implican responsabilidades importantes.
Todos sabemos que entre Cristina y Néstor
había brutales discusiones en donde casi siempre pensaban distinto. En ningún
momento ella salió a desacreditarlo al marido delante de todo el mundo.
Constanza Moreira es la típica neurótica
que le gusta dejar pagando a otro delante de los demás. No es que Vázquez sea
machista. Hizo lo que cualquiera en su lugar haría. No contestarle nada y morderla de un modo que ella no supo darse
cuenta.
Integró a su equipo a Macarena Gelman “a
título personal”, porque con fino olfato sabe que allí, solamente la necrológica
determina los lugares en las listas.
Evidentemente, la jugada es perfecta y
representa una muy buena señal hacia el sistema político en su conjunto. Es
preferible una Macarena con Vázquez y que no pase nada, a una Macarena con
Constanza y que tengamos que vivir 5 años, con el Jesús en la boca.
Constanza, golpea que te van abrir.