jueves, 12 de junio de 2014

Un fantasma recorre el Uruguay

        Al parecer en este momento, un fantasma atraviesa el Uruguay. El cuco de la Restauración.
        La Europa de la Restauración es un período que va de la derrota del Imperio Napoleónico (1814 y 1815) a la Comuna de París de 1848. Es una etapa signada por la necesidad de ponerle fin al desquicio que generó la Revolución Francesa en ese momento. Es falso que los monarcas no quisieran un cambio, nadie se oponía a las ideas liberales, sino a las prácticas liberticidas que vinieron asociadas.
        En el Rio de la Plata, aprovechando la bolada, Juan Manuel de Rosas se decía Restaurador, porque quería volver al Virreinato, pero sin los españoles.
        Resulta que ahora, venimos a enterarnos por boca de un iluminado muy parecido a aquellos que Jules Michelet, historiador de la Revolución Francesa, tipificaba como enfermos mentales, que si no ganan ellos se avecina una suerte de Restauración.
        Jules Michelet vio en el jacobinismo de su tiempo la gran confusión moral de gente que estaba mal de la cabeza, una sociedad ciega, que había entrado en un proceso de autodestrucción. La Restauración no existió porque la aristocracia insensible solo supiera bailar el Danubio Azul, se volvió una necesidad ante la anarquía generada por las prácticas liberticidas. Muchas almas vulnerables sufrieron la Restauración como algo que ofende su delicada sensibilidad y entonces nace el Romanticismo como una forma de rebeldía cultural.
        La Restauración, para una cabeza enferma de ultrismo afrancesado frenteamplista,  significa la paz, el orden, el imperio de la ley, los derechos del contribuyente, el respeto a las libertades, la protección a la propiedad privada, legislar en conformidad con la Consitución. Como vinieron a guillotinar a todo el mundo generaron en la sociedad uruguaya un cambio irreversible: Que pague más el que se rompe el alma trabajando y que viva de arriba el pichaje más prepotente. No tienen una utopía, tienen sí una ectopía. Todo Vázquez es ectópico y fuera de lugar, se podría hasta decir que el cáncer tiene Vázquez.
        Luther King tenía un sueño -una utopía- que al final se hizo realidad y hoy un negro es Presidente de Estados Unidos. Tener utopías es muy bueno, porque la utopía es como el horizonte, se aleja cuanto más nos aproximamos. En el momento histórico de Luther King, lo que él quería era inviable, pero la realidad histórica posterior hizo que fuera algo inviable viabilizado.
        El Frente Amplio en cambio no tiene un sueño, tiene por mala conciencia, una pesadilla: La Restauración. Ellos representan la época de la dominación pacífica en el Uruguay y están preparando una estampida para no dejar gobernar si ganan otros.
        Si pierden, el descrédito va a ser total. Quiero verlos en el futuro hacer oposición y gritar mientras menean el rabito de filisteo, “No estoy de acuerdo”, cuando todos sabemos que están de acuerdo.
        Se viene el Restaurador, solo que se termina el martín fierrismo de los gauchi políticos, Juan Manuel de Rosas queriendo invadir el Uruguay y la niña Manuelita impidiendo cualquier acuerdo.