miércoles, 11 de junio de 2014

Los hijos de un tiempo que ya se fue

          El Uruguay pudo apreciar, al otro día de las elecciones internas, en donde lo que se juega es el candidato único que cada partido lleva, cómo uno de los tantos candidatos, al dirigirse a su gente, lo primero que hace es anunciarle a toda la ciudadanía, 10 medidas de gobierno.
        Es un Adelantado del Río Sin la Plata. Pedro de Mendoza, Juan Ortiz de Zárate, Diego de Sanabria, Juan Torres de Vera y Aragón, no tienen nada que envidiarle. De ahora en más a este Adelantado se le podría llamar Álvar Núñez Cabeza de Vázquez.
        Con los 10 mandamientos en la mano se dirige a todo el país y no tiene ni siquiera una sola palabra de reconocimiento para la candidata contrincante de su partido que, le guste o no, trabajó desde sus posiciones para revitalizar la participación de ese sector del electorado. Ninguna palabra para ella, porque si bien movilizó desde ese espacio a toda la fuerza política, tuvo el mal gusto de cuestionarlo en su liderazgo. Optó por no responder y también ignorarla al vencer.
        Evidentemente, tiene el secreto de cómo se procede cuando se es cuestionado en el liderazgo. No se debe inmortalizar enanos con el puntapié y hay que cuidar esa necesidad de responder, para no entrar en el juego que los pequeños mentales necesitan para prosperar.
        Tan ducho y experimentado  Adelantado, cuando es investido doctor Honoris Causa de la Universidad de Salamanca, lo primero que se le pasa por la mente ante las cámaras de televisión es emprenderla contra Luis, botijearlo y lo hace tan suelto de cuerpo como cuando le hizo burla a Larrañaga. No se dio cuenta que nunca fue tan cierto el dicho que dice que no ofende quien quiere, sino quien puede.
        La campaña que está preparando esta gente es lo que en psico‑ política se le llama, guerra sucia y que consiste en enchastrar la cancha. No puede ser de otra forma, porque es mucho lo que robaron y tienen que comprar la impunidad hasta que los delitos fiduciarios puedan precluir.
        Van a apelar a cualquier metodología, como ya estamos viendo. Burlarse de otro candidato, botijear, ignorar. No es nada improbable que esté preparando a una patota para salir a insultar por las esquinas, como ya lo hizo en el 99’. Perdió autoridad ante ellos cuando se supo el resultado final en el que gana Jorge Batlle y ante una multitud que quería gresca, Vázquez le pide a su gente que se vaya para la casa. Cayó muy mal para ellos tener que retirarse de la concentración. ¡Y que esperaban hacer después de una derrota electoral! ¡Tenían pensado otra cosa! ¡Era necesario que el dirigente máximo les dijera que los comicios habían terminado y que había que irse a dormir!
        Esa gente es la que ahora le está faltando, y no es nada improbable que, los pichones del Comando, estén desengañados de verdad o con Constanza Moreira.
        Son hijos de un tiempo que André Malraux llamaba, "El tiempo del desprecio". Construyeron una identidad posando de víctima y de perseguidos, para no asumir la responsabilidad de que fueron y siguen siendo victimarios. Les gusta tirar la piedra, esconder la mano y posar de víctimas. Quieren mojarle la oreja a todo el mundo hasta tal punto que internamente, tampoco se aguanta “fraternalmente” gente así.
          Ahí la necrológica marca el mérito. Puede ser una perfecta nulidad como el niñato Michellini, un gerente como $endic o un hombre patotero como Pedro Balbi, que no tiene importancia. La necrológica lo puso allí.
        Viven del izquierdo humano como si los muertos tuvieran color político, cuando todos sabemos que son seres humanos que están muertos, no emblemas partidistas. Jamás les importó el ideario de un Gandhi, un Luther King o un Mandela. No han reivindicado a una sola figura de la resistencia pacífica. Sólo Che Guevara, Fidel Castro o Lenín. Cuando la van de víctimas creen que los demás se chupan el dedo.
        Son hijos de un tiempo que ya se fue, una especie que se extinguió en prácticamente, todos los lugares del mundo, pero que una rara situación local uruguaya les prolongó la existencia, más allá de los límites naturales bajo los cuales se vive en el Planeta. Es como el sapo de los pantanos cuando entran a desertificarse. El pantano se desertifica, los sapos disparan y los que sobreviven hacen una mutación para seguir viviendo en ese ecosistema. No pueden irse porque están estructurados para un sistema cerrado, pero tampoco vivir allí y menos convivir.
        Para sobrevivir en política, negaron las razones que allí los pusieron y haciendo de necesidad virtud aprendieron a medrar más allá de las candilejas.

        Tienen un balde en la cabeza porque el odio de ayer no les deja ver la realidad de hoy.