El
Uruguay pudo apreciar, al otro día de las elecciones internas, en donde lo que
se juega es el candidato único que cada partido lleva, cómo uno de los tantos
candidatos, al dirigirse a su gente, lo primero que hace es anunciarle a toda
la ciudadanía, 10 medidas de gobierno.
Es un Adelantado del Río Sin la Plata.
Pedro de Mendoza, Juan Ortiz de Zárate, Diego de Sanabria, Juan Torres de Vera
y Aragón, no tienen nada que envidiarle. De ahora en más a este Adelantado se le
podría llamar Álvar Núñez Cabeza de Vázquez.
Con los 10 mandamientos en la mano se
dirige a todo el país y no tiene ni siquiera una sola palabra de reconocimiento
para la candidata contrincante de su partido que, le guste o no, trabajó desde
sus posiciones para revitalizar la participación de ese sector del electorado.
Ninguna palabra para ella, porque si bien movilizó desde ese espacio a toda la
fuerza política, tuvo el mal gusto de cuestionarlo en su liderazgo. Optó por no
responder y también ignorarla al vencer.
Evidentemente, tiene el secreto de cómo
se procede cuando se es cuestionado en el liderazgo. No se debe inmortalizar enanos con el puntapié y hay que cuidar esa
necesidad de responder, para no entrar en el juego que los pequeños mentales
necesitan para prosperar.
Tan ducho y experimentado Adelantado, cuando es investido doctor
Honoris Causa de la Universidad de Salamanca, lo primero que se le pasa por la
mente ante las cámaras de televisión es emprenderla contra Luis, botijearlo y
lo hace tan suelto de cuerpo como cuando le hizo burla a Larrañaga. No se dio
cuenta que nunca fue tan cierto el dicho que dice que no ofende quien quiere, sino quien puede.
La campaña que está preparando esta
gente es lo que en psico‑ política se le llama, guerra sucia y que consiste en
enchastrar la cancha. No puede ser de otra forma, porque es mucho lo que
robaron y tienen que comprar la impunidad hasta que los delitos fiduciarios
puedan precluir.
Van a apelar a cualquier metodología,
como ya estamos viendo. Burlarse de otro candidato, botijear, ignorar. No es
nada improbable que esté preparando a una patota para salir a insultar por las
esquinas, como ya lo hizo en el 99’. Perdió autoridad ante ellos cuando se supo
el resultado final en el que gana Jorge Batlle y ante una multitud que quería
gresca, Vázquez le pide a su gente que se vaya para la casa. Cayó muy mal para
ellos tener que retirarse de la concentración. ¡Y que esperaban hacer después
de una derrota electoral! ¡Tenían pensado otra cosa! ¡Era necesario que el
dirigente máximo les dijera que los comicios habían terminado y que había que
irse a dormir!
Esa gente es la que ahora le está
faltando, y no es nada improbable que, los pichones del Comando, estén
desengañados de verdad o con Constanza Moreira.
Son hijos de un tiempo que André Malraux
llamaba, "El tiempo del desprecio". Construyeron una identidad posando
de víctima y de perseguidos, para no asumir la responsabilidad de que fueron y
siguen siendo victimarios. Les gusta tirar la piedra, esconder la mano y posar
de víctimas. Quieren mojarle la oreja a todo el mundo hasta tal punto que
internamente, tampoco se aguanta “fraternalmente” gente así.
Ahí
la necrológica marca el mérito. Puede ser una perfecta nulidad como el niñato
Michellini, un gerente como $endic o un hombre patotero como Pedro Balbi, que
no tiene importancia. La necrológica lo puso allí.
Viven del izquierdo humano como si los
muertos tuvieran color político, cuando todos sabemos que son seres humanos que
están muertos, no emblemas partidistas. Jamás les importó el ideario de un
Gandhi, un Luther King o un Mandela. No han reivindicado a una sola figura de
la resistencia pacífica. Sólo Che Guevara, Fidel Castro o Lenín. Cuando la van
de víctimas creen que los demás se chupan el dedo.
Son hijos de un tiempo que ya se fue,
una especie que se extinguió en prácticamente, todos los lugares del mundo,
pero que una rara situación local uruguaya les prolongó la existencia, más allá
de los límites naturales bajo los cuales se vive en el Planeta. Es como el sapo
de los pantanos cuando entran a desertificarse. El pantano se desertifica, los
sapos disparan y los que sobreviven hacen una mutación para seguir viviendo en
ese ecosistema. No pueden irse porque están estructurados para un sistema
cerrado, pero tampoco vivir allí y menos convivir.
Para sobrevivir en política, negaron las
razones que allí los pusieron y haciendo de necesidad virtud aprendieron a
medrar más allá de las candilejas.
Tienen un balde en la cabeza porque el
odio de ayer no les deja ver la realidad de hoy.