Es evidente que el resultado de las
elecciones internas vino a cambiar el concepto que teníamos hasta ahora del
mapa político. En esto hay que ser realista y no ilusionarse mucho con estos
resultados, porque son la expresión de un tipo de votante, aquel que está
partidizado, tiene conciencia política, lee y sigue la información. No es el
votante representativo de una elección nacional obligatoria.
No obstante, los comicios una señal están
dando a cada partido, ya que le muestra y pone delante el verdadero nivel de
convocatoria que tiene. Hasta antes de esta reforma constitucional, se pensaba
que la única fuerza que tiene potencial convocante era la izquierda. Los
partidos tradicionales tienen “mayorías silenciosas” se decía, gente que no
tiene presencia política en ningún evento, pero que los vota por inercia. Ese
era el concepto que la reforma constitucional actual vino a revertir.
El criterio por el cual se pensaba que
el votante tradicionalista era un hombre poco afecto a la participación, en el
fondo no dejó nunca de ser una visión de carácter estudiantil y montevideana.
Una persona que trabaja todo el día, tiene una vida organizada en torno a la
familia y obligaciones de diferente naturaleza, no va a vivir participando políticamente
por cualquier cosa, como alguien que está en edad estudiantil y vive un clima
politizado.
Hay gente que ha confundido participación
con conspiracionismo, porque cualquiera sabe que la democracia directa –el poder
popular- es una gran excusa para instaurar una dictadura de partido único.
Lo que la reforma muestra en las
internas no obligatorias es el nivel de compromiso, de adherencia y adscripción
partidario que cada fuerza tiene y así hay que verlo, sin caer en
extrapolaciones hacia las elecciones nacionales, que van a mostrar otro mapa.
Si Vázquez y Astori ya empiezan a
insultar y están entre la Sub 20 y la derecha neta disfrazada de joven, es
porque están nerviosos. Estoy de acuerdo que no hay que contestar agravios,
porque son propios de gente que no tiene ideas para debatir. Son la expresión
de que se quedaron sin discurso “para enamorar a la gente”.
Es gente acostumbrada a insultar desde
una barricada y decir cualquier exabrupto y porque son ellos hay que fumárselos.
Degradan el lenguaje a lo Mujica y rebajan el debate burlándose del oponente a
lo Vázquez, como forma de prosperar, sin necesidad de tener que argumentar y
poner idea alguna. Hablan para gente que no entiende de política, sino de
asuntos administrativos internos.
Se creen que son gobierno y oposición
todo junto a la vez y que todas las barbaridades que han hecho, desde volver al
Uruguay un estado paria en el Mercosur, el nivel de inflación galopante, la
brutal carga impositiva que todos sufrimos, la delincuencia descarada que
cuenta con total impunidad y opera con absoluto desparpajo, las irregularidades
más increíbles en PLUNA y ANCAP, todo eso no tiene responsables políticos.
“Vamos bien” dicen desde un conformismo
netamente ombliguista y sectario. Cuando lanzaron ese eslogan, en lo personal
me gustó mucho y no les hice objeción alguna, porque es la expresión más
palmaria de lo que se llama el quedantismo
político, esto es, gente que solo aspira a quedarse por el simple hecho de
quedarse y estar. El quedante
necesita creer que va bien y si es así, no hay razón, ni motivo para abrirle
los ojos.
Júpiter ciega a los quiere perder, decían
los griegos.
El resultado de una elección que es
interna tiene múltiples lecturas, que cada fuerza debe hacer.
Como decía Pivel Devoto, se puede tener
mucha militancia y poca votancia.
Tener más militantes en una interna, no
significa que otra fuerza que tiene menos no exprese mejor el sentimiento de la
opinión pública en su conjunto, pero ese es un tema que cada cual debe evaluar
con tino y fino olfato. Eso se determina por umbrales máximos y mínimos de
votación, tema éste que además es variable a la estructura de cada partido.
Decir cómo está diciendo ahora Astori
que hubo toda una maquinación maquiavélica de la derecha para poner a la
juventud en el escenario, es de una ligereza muy grande, porque en todas las fuerzas
políticas hubo un ímpetu de renovación. ¿Hay una conspiración de los jóvenes de
Sendic, para imponer la vicepresidencia y por eso el grupo de Astori queda más
solo que el uno?
Son expertos en ver la paja en el ojo
ajeno, para no asumir responsabilidad de la viga que llevan allí adentro, pero
en este caso, lo que llama la atención es que atacan a los partidos
tradicionales, especialmente, por sus virtudes.
A su vez el alto índice de voto en
blanco –no me refiero al que puso una sola lista- sino al que fue a una interna
a votar en blanco como si la nada fuera un partido político más, está dando la
pauta de que se terminó el voto cautivo.
Voto cautivo se le llama a aquel que está
desengañado de su partido, pero igual va y los vota, “porque no tiene más
remedio”.
Este sector hace un proceso político. En
una elección los vota, porque no le queda alternativa, en la otra anula o vota
en blanco y en la tercera va a un voto pensado, porque entiende que ese es el único
momento que el ciudadano tiene para intervenir en las cuestiones políticas.
Ese votante –el desengañado de verdad-
no es el que retiene Constanza Moreira o capta el 26 de marzo, es gente que al
perderle confianza a su partido descree de todo el sistema político.
Cuando una cosa como Mónica Xavier, que
vive en una nube de frenteamplismo década del 70’ ve la realidad, le cae como
un balde de agua fría, y con cara de pollo mojado dice: “Hay que ganar a la
gente como la primera vez”. Olvida un detalle, la primera vez no eran gobierno
y ofrecían “la utopía en bandeja”,
ahora son gobierno desde hace 10 años en el Uruguay y desde hace 24 en
Montevideo. El desengañado se tragó la pastilla, les creyó, hasta que se cansó
de esperar la comilona que le prometían y se enojó de tanto mirar el menú, sin
que ni siquiera le den una picadita mientras lo tienen a cuentos.
La utopía servida en bandeja se la busca
por otros lugares. Internet le abre nuevos horizontes a la gente. No es, hoy un
objetivo querible ser delegado del delegado del secretario general adjunto,
pidiéndole a la política lo imposible como manera de ser escuchado.
Internet le puso fin
a esa época, porque los que son así, ya encontraron sitios donde participar,
mejores que lo que el Frente Amplio les ofrecía.
Internet ha hecho que cada cual tenga la
cabeza donde quiera. Se terminó la época del pensamiento único, el camino
único, el frente único.