Hay
una cosa que se llama descompostura
ideológica. Vázquez es hijo en los 90’ de la descomposición política del
socialismo real. La mentalidad batllista del montevideano se apiadaba de la
desgracia rusa y en vez de ver allí una clara concomitancia de tantos
desaciertos, era como que los entendía a los rusos y se compadecía de ellos.
Hasta
a la CNN le llamaba la atención la preocupación que en el Uruguay existía sobre
la catástrofe del socialismo real en Rusia.
A
Vázquez políticamente le favoreció el hecho de que Hugo Batalla se fuera del
Frente Amplio, no se llevara ningún voto frentista y en cambio a los colorados
le quitó aproximadamente 120 mil votos. Un clarísimo error político de
Sanguinetti le dio a Vázquez la Intendencia de Montevideo. Si Batalla se
hubiera quedado en el Frente, hubiera desaparecido en tiempo y forma y el Partido
Colorado no hubiera quedado desfibrado como quedó. Luego Sanguinetti lo llama a
Batalla y si bien gana, no lo vota nadie. Lo que indica que en la otra elección,
la gente de Batalla saltó la barrera, lo que se llama “frontera psicológica” y
votó al Frente Amplio.
En
política nadie es el dueño de la gente.
Vázquez
en ese momento se encontraba con frentistas enojados por el rol que jugó el Partido
Comunista a la salida de la dictadura, el llamado CO-CO, Colorado, comunista y
aprovechando la caída de los rusos a nivel mundial empieza a medrar con la
cuestión.En ese momento los socialistas no tenían otro tema que emprenderla
contra “los primos”, esto es, los comunistas.
Como
la palabra socialismo le complicaba la vida al Partido Socialista en plena
caída del socialismo real, sacan de la manga al defenestrado de otrora Emilio
Frugoni y salen a mentirle a la gente, como si Vivían Trías y Sendic no
hubieran existido. Era evidente que Gargano quería blanquear sus posiciones de
aquellos años.
La
gente se tragó la pastilla, porque una carta de persuasión que usó siempre el
Partido Socialista Uruguayo fue explicarle a la gente la amistad enorme que
había entre el Viejo Batlle y Emilio Frugoni. Jugaban con ese hecho hasta la
cursilería más sensiblera.
Vázquez
a los portazos desde la Intendencia la emprende contra una gran piedra en el
zapato que tenía para llegar al gobierno: El General (R) Líber Seregni, el otro
Frugoni, el que a José Díaz y a Gargano le molestaban.
La
gente no entiende de todo esto y le parece cosas. Por ende, no se le puede
reprochar lo que vota.
Vázquez
es el niño mimado de Reynaldo Gargano, por eso no pudo retirarlo del Ministerio
de Relaciones Exteriores, ni siquiera cuando le faltó el respeto. Ambos fueron
parte de una conspiración para hacerse de toda una fuerza política desde
afuera.
En
ese momento Vázquez era una víctima y la ultra izquierda era vazquista en el
momento en que todo el mundo decía que “no va la cosa”.
Lo
empieza a desautorizar a Seregni hasta ponerlo en ridículo. Cuando la reforma
constitucional que hoy nos rige, Seregni estaba de acuerdo, el Frente Amplio
dijo que estaba también y luego que Seregni hace el acuerdo, salen a decir que
no lo están. Seregni desautorizado renuncia a la Presidencia del Frente Amplio.
Era
la mano maquiavélica de Vázquez la que lo defenestraba jugando entre los ultras
y el bien mandado de Astori.
A
fines de los 90’ los ultras estaban enfurecidos y creían que Tabaré Vázquez era
un líder revolucionario a lo Che Guevara cuando gritaba: “Hasta la Victoria
Siempre”. Patoteaban en las esquinas insultando a todo el mundo y agarrándose a
las piñas por cualquier cosa que les pareciera “el enemigo de clase”.
Vázquez
crea el “Comando Revolucionario” con nostálgicos de la década del 60’, gente
que tiene una colección muy grande de la Revista Estudio, Praxis,
Transformaciones y libros que desaparecieron.
Los
usa y en el último tramo de la campaña electoral del 99’ se los saca de encima,
porque era evidente que le creaban serios problemas.
En
esa elección gana Jorge Batlle y el buen señor vuelve a ejercer la medicina,
sin decir esta boca es mía.
En
las elecciones de 2004, ya no existía esa gente, se habían ido del país con la
devaluación de agosto de 2002. El Comando Revolucionario vuelve a ofrecerse
para la campaña y Vázquez le dice que no los necesita, que lo dejen tranquilo,
que él sabe cómo hacerlo.
El
gran enojo de Vázquez es haber pedido esa gentuza malviviente que quería piñata
en las esquinas. Se quedó sin el agente histórico para los cambios que
necesitaba, porque bastaba verlos y era evidente, que tenían cara de comisario
político a la estaliniana.
“Muchachos
sin barba, pero hirsutos. Combativos pero sin arrebato, todo lo contrario a los
bolcheviques”, como pedía Stalín, en “Cuestiones de Leninismo”. Esa era la gente
del Comando Revolucionario de Vázquez, que la devaluación de agosto de 2002 se
llevó.
Vázquez
gobernando quiere hacer la de Stalín, atacar a la derecha, enfurecido, en el
preciso instante en que le da un codazo a su izquierda y entonces la emprende
contra “los blanquicolorados”, pero para neutralizar las tendencias a la
izquierda del tipo Guillermo Chifflet que tenía. El tema es que en ese momento
había desaparecido del mapa político aquella gente prepotente.
Todos
recordamos que antes de ir a conversar con Bush salió diciendo que “Las Venas
Abiertas de América Latina”, del escritor Eduardo Galeano era el libro del
momento. ¿De qué momento? ¡Del momento en que llamaba a Bush! Es el estilo que
Vázquez tiene de manejar a su gente, ser ultra derechista y ultra izquierdista,
todo junto a la vez. Es Salvador Allende y Augusto Pinochet en el mismo
instante y porque lo dice él, todos le han firmado un cheque en blanco, para
hacer lo que se le da la real gana.
Cuando
Lourier ve esto dice: “Evidentemente, este es un Frente en disputa” ¡Y qué
esperaba!
Resulta
que era un romántico cuando llegó al Gobierno y ahora tiene otra panorámica. La
única experiencia que tiene Vázquez es exactamente aquello de lo que no hay que
hacer, y lo que hoy demuestra, tomándoles el pelo a los jubilados para no
pagarles el aguinaldo es la demostración más palmaria de que no aprendió nada.