Hay quienes creen que los uruguayos
llevamos nuestra identidad en el fútbol.
Si bien es verdad que cierto tipo de hombre lleva la
identidad uruguaya allí, no se puede afirmar que esto sea lo genérico, sólo por
el hecho de que cuando juega Uruguay, todos tenemos el corazón en la boca y los
pelos de punta.
El Uruguay se compone de hombres y
mujeres y todos sabemos que muchas mujeres que hinchan por el Uruguay lo hacen
viendo allí, no un Príncipe Azul, sino más bien un Príncipe Celeste. Quieren
verlo ganador, regalando un Sol, líder.
Mucho se ha hablado en el pasado sobre
los orígenes de la identidad uruguaya, que si bien tiene una Nación de Descendientes
de Charrúa, como se ve en la campaña, no parecería ser ésta la razón central de
identidad.
Largas discusiones sobre si nuestra
identidad comienza en la Convención Preliminar de Paz o después de la Guerra
Grande, cuando se fue a una paz “sin vencidos, ni vencedores” o en el proceso
que se inicia después de Masoller, ambientaron las largas tenidas políticas del
pasado.
Es un tema que lo he pensado
detenidamente. A mi criterio el uruguayo lleva su identidad en el hecho de
sentirse clase media y de haber logrado entre los partidos fundacionales una
sociedad de oportunidades, en donde la educación era el eje central para salir
a flote en la vida. La enseñanza vareliana era algo que todos dábamos por sentado,
hasta los que no podían, querían que su hijo tuviera estudios superiores y
lograra una buena posición en la vida producto del mérito, el estudio y el
trabajo consecuente.
A su vez, en los sectores que no eran
clase media, sino clase obrera, había una cultura del trabajo honrado y las
situaciones de precareidad económica eran de una pobreza relativa; la de aquel
que hoy está mal, pero mañana, si se reactiva ese sector de actividad, vuelve
sin problemas al mercado laboral.
El uruguayo, tanto el de los sectores
obreros, como la clase media llevaban su identidad en el hecho de poder salir a
flote con el esfuerzo personal y la educación. El sector obrero también quería
que los hijos tuvieran estudio.
El fútbol es una consecuencia de lo bien
que gobernaban los partidos fundacionales que hicieron nuestra Nación: una
sociedad que sabía cohonestar sus diversos componentes y armonizar las
tensiones sociales, amortiguando la conflictividad. Ese es el Uruguay que
cierto tipo de gente se empeñó en destruir y que quiere impedirle a los
partidos fundacionales que pueda restaurar.
Cuando el Uruguay estaba bien, el fútbol
estaba bien y da la casualidad que cuando empezó a funcionar mal, también este
deporte comenzó a caer. Lo mismo ocurre hoy con Europa, nadie entiende como
pudo haber caído tan bajo su fútbol y todos estamos viendo a dónde va el Viejo
Continente con la actual guerra de las
monedas que está sufriendo.
Los que hemos conocido el pensamiento de
Joseph Alois Schumpeter, ese destacado economista, intuimos que la relación
entre buen fútbol y florecimiento económico está en las expectativas psicológicas
que el ánimo alegre genera sobre la economía.
Ser positivo es, a mi entender, superar
esta pesadilla, este mal sueño de 10 años de desgobierno en contumacia y 24 de
destrucción sistemática de lo que fue en su tiempo, Montevideo, “La Coqueta” y
hacerlo sin nicolinizar fassanezcamente
la atmósfera moral, como hicieron ellos.
Ser positivo es sentir que el Uruguay no
puede perder el siglo XXI y que estamos ante un desafío crucial; restablecer
valores que son caros a la convivencia.
Es entender que cuando se sale del país
y se va a Finlandia a ver cómo hicieron otros las cosas, no se fue a jugar a
las madres, ni a inventar la pólvora, la rueda o el paraguas, sino a buscar
ideas allí donde hay quienes hacen lo correcto. Donde no hay gente que le
prenda fuego a las escuelas, aunque Rey Sol crea que está en el mejor de los
mundos posibles, cuando estamos en las puertas de otro círculo del infierno del
Dante.
El Uruguay descendió a este nivel, en
donde atacar comisarias está a la orden del día y la misma policía pone paños
tibios para no generar pánico en el cuerpo policial, en donde mientras se
rasgan la vestidura con el izquierdo
humano, torturan a los niños, en
donde alegremente desguazan PLUNA, y a cara de perro se ríen de todos nosotros,
en donde legalizan la marihuana haciéndole creer a los incautos que es para
combatir el narcotráfico, y luego dicen que no pueden controlar las barras
bravas en el fútbol, en donde mientras le dicen por un lado a los exportadores
que se olviden de Argentina, por el otro agachan la cabeza hasta la genuflexión
más increíble, en donde ANCAP da una pérdida de 150 millones de dólares y de 3
millones en las sucursales argentinas y nadie dice qué relación hay entre el
Ministro de Economía argentino Axel Kicillof y $endic, ni tampoco que cosa fue
a hacer a Cuba, no bien lo nombran Vicepresidente.
¡No
se dan cuenta que más bajo no se puede haber caído! ¡Con un seguro Presidente
de los uruguayos que se burla de un candidato opositor y acusa de gilada a la
oposición!
Con un Mujica que insultando a la FIFA
va a obtener el Premio Nobel al gargajo proletario. Creo que de la vuelta a la
democracia a la fecha, este es el punto pendular de las cosas que tendremos que
superar para siempre, si es que queremos ganar el siglo XXI.