lunes, 30 de junio de 2014

Fútbol, identidad uruguaya e historia nacional

        Hay quienes creen que los uruguayos llevamos nuestra identidad en el fútbol.
        Si bien es verdad que cierto tipo de hombre lleva la identidad uruguaya allí, no se puede afirmar que esto sea lo genérico, sólo por el hecho de que cuando juega Uruguay, todos tenemos el corazón en la boca y los pelos de punta.
        El Uruguay se compone de hombres y mujeres y todos sabemos que muchas mujeres que hinchan por el Uruguay lo hacen viendo allí, no un Príncipe Azul, sino más bien un Príncipe Celeste. Quieren verlo ganador, regalando un Sol, líder.
        Mucho se ha hablado en el pasado sobre los orígenes de la identidad uruguaya, que si bien tiene una Nación de Descendientes de Charrúa, como se ve en la campaña, no parecería ser ésta la razón central de identidad.
        Largas discusiones sobre si nuestra identidad comienza en la Convención Preliminar de Paz o después de la Guerra Grande, cuando se fue a una paz “sin vencidos, ni vencedores” o en el proceso que se inicia después de Masoller, ambientaron las largas tenidas políticas del pasado.
        Es un tema que lo he pensado detenidamente. A mi criterio el uruguayo lleva su identidad en el hecho de sentirse clase media y de haber logrado entre los partidos fundacionales una sociedad de oportunidades, en donde la educación era el eje central para salir a flote en la vida. La enseñanza vareliana era algo que todos dábamos por sentado, hasta los que no podían, querían que su hijo tuviera estudios superiores y lograra una buena posición en la vida producto del mérito, el estudio y el trabajo consecuente.
        A su vez, en los sectores que no eran clase media, sino clase obrera, había una cultura del trabajo honrado y las situaciones de precareidad económica eran de una pobreza relativa; la de aquel que hoy está mal, pero mañana, si se reactiva ese sector de actividad, vuelve sin problemas al mercado laboral.
        El uruguayo, tanto el de los sectores obreros, como la clase media llevaban su identidad en el hecho de poder salir a flote con el esfuerzo personal y la educación. El sector obrero también quería que los hijos tuvieran estudio.
        El fútbol es una consecuencia de lo bien que gobernaban los partidos fundacionales que hicieron nuestra Nación: una sociedad que sabía cohonestar sus diversos componentes y armonizar las tensiones sociales, amortiguando la conflictividad. Ese es el Uruguay que cierto tipo de gente se empeñó en destruir y que quiere impedirle a los partidos fundacionales que pueda restaurar.
        Cuando el Uruguay estaba bien, el fútbol estaba bien y da la casualidad que cuando empezó a funcionar mal, también este deporte comenzó a caer. Lo mismo ocurre hoy con Europa, nadie entiende como pudo haber caído tan bajo su fútbol y todos estamos viendo a dónde va el Viejo Continente con la actual guerra de las monedas que está sufriendo.
        Los que hemos conocido el pensamiento de Joseph Alois Schumpeter, ese destacado economista, intuimos que la relación entre buen fútbol y florecimiento económico está en las expectativas psicológicas que el ánimo alegre genera sobre la economía.
        Ser positivo es, a mi entender, superar esta pesadilla, este mal sueño de 10 años de desgobierno en contumacia y 24 de destrucción sistemática de lo que fue en su tiempo, Montevideo, “La Coqueta” y hacerlo sin nicolinizar fassanezcamente la atmósfera moral, como hicieron ellos.
        Ser positivo es sentir que el Uruguay no puede perder el siglo XXI y que estamos ante un desafío crucial; restablecer valores que son caros a la convivencia.
        Es entender que cuando se sale del país y se va a Finlandia a ver cómo hicieron otros las cosas, no se fue a jugar a las madres, ni a inventar la pólvora, la rueda o el paraguas, sino a buscar ideas allí donde hay quienes hacen lo correcto. Donde no hay gente que le prenda fuego a las escuelas, aunque Rey Sol crea que está en el mejor de los mundos posibles, cuando estamos en las puertas de otro círculo del infierno del Dante.
        El Uruguay descendió a este nivel, en donde atacar comisarias está a la orden del día y la misma policía pone paños tibios para no generar pánico en el cuerpo policial, en donde mientras se rasgan la vestidura con el izquierdo humano,  torturan a los niños, en donde alegremente desguazan PLUNA, y a cara de perro se ríen de todos nosotros, en donde legalizan la marihuana haciéndole creer a los incautos que es para combatir el narcotráfico, y luego dicen que no pueden controlar las barras bravas en el fútbol, en donde mientras le dicen por un lado a los exportadores que se olviden de Argentina, por el otro agachan la cabeza hasta la genuflexión más increíble, en donde ANCAP da una pérdida de 150 millones de dólares y de 3 millones en las sucursales argentinas y nadie dice qué relación hay entre el Ministro de Economía argentino Axel Kicillof y $endic, ni tampoco que cosa fue a hacer a Cuba, no bien lo nombran Vicepresidente.       
         ¡No se dan cuenta que más bajo no se puede haber caído! ¡Con un seguro Presidente de los uruguayos que se burla de un candidato opositor y acusa de gilada a la oposición!

        Con un Mujica que insultando a la FIFA va a obtener el Premio Nobel al gargajo proletario. Creo que de la vuelta a la democracia a la fecha, este es el punto pendular de las cosas que tendremos que superar para siempre, si es que queremos ganar el siglo XXI.