Si
los que están en el poder ante la victoria uruguaya se sienten compulsivamente
obligados a decir algo, aunque sea completamente inoportuno, tanto en términos
tácticos como estratégicos, ante la derrota, no se ve, cuál puede ser la
necesidad de mirar para el costado y, hacer de cuenta que “aquí no ha pasado nada”
Yo
prefiero a la sub 20, porque vi allí, el juego futbolístico de verdad. El que
el Uruguay hizo en su mejor época. Son jóvenes que juegan realmente, un
deporte, no otra cosa. Pero eso es un tema aparte.
Estoy
hablando de fútbol, no de política. ¡Qué le quede claro al imbécil de Tabaré
Ramón Vázquez Rosas, a su hermano y otro curita laico y, también, al otro ultra conservador de Tabarez!
Hay
cosas que uno se calla por el bien del país, hasta el momento, en que no se
aguanta más.
Ahora
vale la verdad, ahora vale la vida.
Se
han pasado la vida politizando absolutamente todo, eso sí, no se les puede
decir nada, que tenga carácter político,
hay que discutir administrativamente, si no, estos iluminados se enojan. Deben creer
que los uruguayos somos opas.
Voy a hablar de fútbol, no de otra cosa,
como ellos, que entreveran los tantos, para medrar políticamente, con cualquier
asunto.
Uruguay
contra Colombia hizo un juego equivocado. Mientras nosotros hacíamos un juego defensivo
con marcación intensa, Colombia hizo un juego ofensivo, también con marcación
intensa. Colombia jugaba sucio, se tiraba al suelo y daba la impresión que
quería inventarle al Uruguay, la sanción. En ningún momento aparecía la presunta maldad uruguaya. El juez en ese
sentido se portó bien con nosotros. No se dejó llevar por el intento
colombiano.
Colombia
generaba lo más difícil, que es la intención de gol.
Ese
es el tema. Pese a todo, Colombia tenía la iniciativa en la cancha.
En
determinado momento, Colombia deja de jugar sucio y siguiendo con su estrategia
ofensiva-defensiva, sigue generando lo difícil, que es la intención de gol y
juega, más allá de algunos casos aislados, bien al fútbol.
Cuando Colombia le hace el primer gol al
Uruguay, el equipo uruguayo se deja de embromar y, por primera vez,en vez de pasar a la
ofensiva , que era lo que tenía que hacer, empieza a jugar de contra ataque.
Uruguay
hace tres intentos de jugadas de gol y los pierde, con un Forlán que a mí en lo
personal, me defraudó profundamente. Yo lo admiraba a Forlán. Me leí su
biografía, era mi ídolo y el Forlán que vi es un demente que da pechazos
irracionales, comprometiendo al Uruguay, cuando todos sabemos que estamos en la
mirilla de la FIFA y los jueces.
Uruguay
después que le hacen el primer gol, se deja de embromar y, en vez de pasar a la
ofensiva –todos sabemos que futbolísticamente no hay mejor defensa que un buen
ataque-, empieza a jugar de contra
ataque. Se juega de contra ataque en determinados momentos muy especiales,
pero no durante todo el tiempo. Jugar al contra ataque, no es rifar la pelota para
cualquier lado como si el gol se hiciera por arte de magia. El gol se hace
porque hay un equipo que lo posibilita.
Termina
el primer tiempo y yo dije, Tabarez, va a sacar a Forlán, un hombre que a esta
altura de las cosas, está mal de la cabeza.
Pues
no, lo mantuvo.
En
el segundo tiempo, Uruguay empieza a jugar mejor. Busca la intención de gol. Tuvo,
antes del segundo gol, tres oportunidades que las perdió, no porque el otro
hiciera esto o lo otro, sino de patadura.
Colombia
que venía jugando como una hormiga que avanza en cuadro, le hace el segundo
gol. Recién ahí el bocho de Tabarez se da cuenta que tiene que sustituirlo a
Forlán.
Uruguay
faltando 20 minutos recién empieza a jugar, el juego que debió tener desde el
comienzo. Arma la intención de gol y apunta al flanco débil del otro. Tuvo muchísimas
ventanas de oportunidad, las perdió todas.
Como
corolario, uno vio que los que estaban en el banco querían piñata.
¿Alguien
que esté en su sano juicio puede creer que, por más injusticias que existan,
Uruguay podía revertir el 2 a 0, faltando 10 minutos?
Quiere
decir que los dementes no son solamente Suárez y Forán, sino también Lugano.
Si
ahora, cambiamos de óptica y el partido lo miramos desde el ojo colombiano,
podremos apreciar un conjunto de cosas nuevas.
El
primer gol que hizo Colombia es lo que se llama gol técnico, que quiere decir que es un tipo de gol que el arquero
no puede evitar. Parecía el Peñarol de los años 60’. El gol de equipo, pensado,
armado y técnico. Al arquero no le da ni el salto, ni el reflejo condicionado
para detener la pelota. Generalmente se hace un gol en contra. Raras veces
expulsa la pelota. Ni Mazurquievich con sus manoplas y su olfato para saber
dónde tirarse, evitaba goles así, porque podía lastimarse.
El
segundo gol de Colombia, también es técnico. Es un “tuya Héctor” en donde todo
el cuadro hace el gol.
Uruguay
tenía que demostrar que es un equipo y no un jugador, y tuvo la oportunidad de
jugar al fútbol, no a otra cosa.
No
supo aprovechar esta ventana de oportunidad que la vida le dio.
Es
verdad, tenemos todo en contra. La hinchada, la FIFA y en este caso el juez se
portó bien, porque debió haberle sacado tarjeta amarilla a Forlán y no lo hizo.
Como
se dice vulgarmente; “A llorar, ahora, al cuartito”.
Eso
sí, que Tabaré Ramón Vázquez Rosas y otro desocupado, se deje de despotricar
contra la Sub 20, nuestra única esperanza.