martes, 3 de junio de 2014

En la cruz de los caminos: Entre la juventud indiferente y el destino impiadoso.

       A mi hijo chico le pregunté si había ido a votar y me dijo que no. Averiguando por qué, me dice que ninguno lo convence.
       Es la visión de un chiquilín de 18 años, hijo de un padre que jamás le impone a nadie su manera de pensar y respeta la libertad de conciencia que el hombre expresa cuando participa en algo tan sagrado como un cuarto secreto, que si es secreto, es por algo.
       Hoy existen aproximadamente, 200 mil chiquilines en la situación de tener que votar por primera vez en su vida y tengo la impresión, que en términos generales, la baja participación de esta faja etaria y la alta participación de los veteranos, está expresando un sentimiento general.
       En mi época los hijos votaban de un modo muy distinto a los padres. Había una lucha generacional y yo entendí, desde mi punto de vista, que si el padre o la madre quiere imponerle al hijo o la hija su manera de votar y pensar, está cometiendo un error gravísimo, porque está supeditando su afecto, a una violencia indirecta que ejerce, sobre la libertad interior de otra persona.
       El voto es un acto libérrimo, no un valor inducido. Esa es la causa por la cual soy, en lo personal, de los que piensan que no debiera ser obligatorio.
       Si no fuera obligatorio, ya sabemos quién ganaba. Triunfaba aquel que fue votado por aquellos que ejercen la libertad de conciencia y no la imposición de un contexto social o familiar. Es la partidocracia la que quiere el voto obligatorio y el dirigente sin rostro humano, el dirigido, la heladera. Ya sabemos quiénes son, no hace falta decirlo.
       La partidocracia hoy está herida, por eso pide elecciones primarias –internas- obligatorias, porque no puede entender que las primarias miden una cosa, las parlamentarias otra. Los politólogos, no tienen ningún interés en instruir cívicamente a la gente. Le erraron como a las peras en el Partido Nacional, pero no a boca de teléfono, que solo sirve para hipótesis tentativas de trabajo, sino también, a boca de urna, que ya es decir.
       Estos nuevos votantes, los que hoy tienen 18 años, miran el panorama político, sin sentirse motivados por ninguno.
       El partido que tiene la responsabilidad de revertir esta situación es el nacional.
       El gran tema que el Uruguay actual expresa en este cruce de caminos que las elecciones de este año plantean, creo yo, es este: ¡Qué decirle a los jóvenes de hoy! Al joven que tiene celular, computadora, tablets, acceso a Internet, pero que un sistema educativo gobernado por la izquierda, lo único que ha logrado es la apatía total y generalizada.
         Parece una paradoja. Todo lo contrario a lo que Gramsci quería.
       En lo personal a mi hijo le mostré conversando toda la pérfida moral que significa el Frente Amplio y no saque camiseta, ni lista alguna.
       ¡Cómo calificar a una persona como Vázquez que lanza la campaña diciendo que va a poner más impuestos, un Congreso del Frente Amplio le impone a la fuerza una mayor carga impositiva y cuando gana la interna, en sus 10 primeras medidas de gobierno, sale diciendo que va a bajar los impuestos! Hay que ser medio deficiente mental para no darse cuenta que estamos ante la última expresión del cinismo, la hipocresía y el desparpajo.
       ¡Cómo calificar una cosa como Astori que en la elección que gana Vázquez  dijo que ponía el Impuesto a la Renta porque iba a bajar el IVA y no bajó nada y, ahora para incautos, dice que va a bajarlo!
       ¡Cómo calificar a Astori que sale diciendo que la oposición carece de plan económico de gobierno, cuando el único plan que él tiene es seguir agobiando impositivamente a las capas medias, y destruir el ahorro interno y la inversión nacional!
       ¡Cómo calificar gente que compra un Javier de Haedo como quien compra jabón en el Supermercado, y Javier de Haedo sale diciendo que de los impuestos mejor no se hable este año! Creen que nos chupamos el dedo.
       Están convencidos que la patota del “Comando Revolucionario” un poco antes de las elecciones metiendo pechera, ha de intimidar a todo el mundo. Hay que agradecerle a Tabaré Ramón Vázquez Rosas, porque “los está tranquilizando”.
       Hay que darse cuenta que el Uruguay hoy juega el destino de las capas medias. En otro tiempo la clase media estaba confundida y tras el amargo despertar frentista, hoy está abriendo los ojos.
       ¡Puede un profesional universitario ejercer, cuando al otro día tiene que pagar impuestos, cuando todavía no empezó, ni siquiera a percibir honorarios!
       ¡El Uruguay ha de seguir siendo gobernado por parias y deficientes mentales que de lo único que entienden es de murga, canto popular y vida del Che Guevara y no se dieron cuenta que para ocupar un cargo político hay que saber algo, aunque sea un poco, de Derecho Constitucional y Derecho Administrativo!
       ¿Pertenecen a otra categoría de ciudadanos? ¿Son impunes y pueden hacer lo que quieren, incluso un experimento a lo Soros?

       Si es así, habrá que hacer las valijas y disparar con lo puesto.