viernes, 6 de diciembre de 2013

La perra otra vez en celo

        “Si ahora que tenemos mayoría parlamentaria es difícil instrumentar ciertas cosas, piensen por un minuto si no logramos la mayoría; lo que será ir a acordar con los partidos tradicionales.”, dice Vázquez en Fray Bentos.
        Si se analiza bien el tenor de lo que está afirmando es evidente que así razona un dictador que tiene problemas internos en su fuerza política, porque si le es difícil instrumentar ciertas cosas con la actual composición parlamentaria, no bien pierda esta correlación de fuerzas le va a ser imposible llevarse a los demás por delante. Salta a la vista que es el reclamo desesperado de un individuo ensoberbecido pidiendo poderes absolutos.
        Dice allí: “Hoy la Constitución que tenemos no es para el modelo de país que pensamos nosotros”. ¿Cuál es ese modelo? Es evidente que tiene en la cabeza un golpe de Estado.
        Es tan incapaz de negociar y concertar que dice muy suelto de cuerpo que “si no se logra la mayoría parlamentaria no va a quedar más remedio que ir a negociar con la oposición.”, lo que está indicando que para él la convivencia democrática y las leyes producto de acuerdos y complejas arquitecturas hasta alcanzar las mayorías necesarias es algo que no le gusta nada. Lo que se acuerda allí en el Frente Amplio es lo único que le importa, cómo se convive con los demás al parecer no interesa y si pierden la mayoría parlamentaria se les complica todo.
        Le pide a su gente que re enamore a la ciudadanía con el programa del Frente y ante esto cabe una interrogante: Si son gobierno en la Intendencia de Montevideo, desde hace 23 años, y en las Intendencias de Canelones, Rocha, Paysandú, Florida,  Salto, Maldonado y Treinta y Tres, además del hecho de ser gobierno nacional desde el 2005 a la fecha, cuál puede ser la causa de esta desesperación por re enamorar al electorado.
        Si con todo eso y la mayoría parlamentaria que tienen no pueden ir a donde quieren, debe ser por algo y si ese lugar a donde desea llegar no bien pierda la actual correlación de fuerza se le complica, es fácil entender que es lo que pretende.
        No se precisa ser muy sagaz para darse cuenta que tienen pensado un mazazo impositivo, lo que en economía se llama, medicina de caballo, contra la población y que para eso precisa dar un golpe técnico.
        Todas estas declaraciones políticas se dan mientras le llueven en cascada fallos por inconstitucionalidad, que además fueron advertidos por representantes de la oposición.
        Si se lo piensa bien, toda esa furia reformista que le brotó ahora, responde a la ineptitud y la ineficacia de aquellos que no entienden nada de derecho, obran con muy poca buena fe, siempre violando a sabiendas la Constitución vigente, creen que los demás son súbditos y subordinados y después cuando gobiernan chocan con los demás poderes del Estado. Les gusta pintar las leyes. Gente que cree que porque una vez la eligieron, esos votos les pertenecen, son votos cautivos y por ende, están llamados a gobernar de por vida en el Uruguay.
        El tema se agrava cuando los gobernantes, no bien registran que tienen una cierta credibilidad,‑hecho éste que le garantiza durabilidad a su sector político‑, tratan inmediatamente de avanzar a más, emprendiendo sus esfuerzos contra la Carta Magna.
        Estamos hablando de gente que cuando era oposición, apelaba a todos los métodos tanto constitucionales, como inconstitucionales de marcar un rechazo sistemático por las más insignificantes cosas, desde interpelaciones por cualquier motivo, pasando por verdaderas asonadas frente al Parlamento, hasta huelgas salvajes que tomaban a la población de rehén. Con Leonardo Nicolini no pudieron probar absolutamente nada y, el único documento que probaba algo, era falso. Debió haber ido preso Nicolini, por falsificación de documentación. Sin embargo, una nueva palabra se instaló en el lenguaje político uruguayo, “nicolinizar”, que significa armar un escándalo por corrupción de tal magnitud que escapa a toda ponderación el revuelo que puede causar. Peor que eso, nicolinizaron fassanescamente la atmósfera moral. La gente, lamentablemente, les creyó y pensó que eran moralmente mejores, aunque mentían un día sí y otro también. La opinión pública no supo darse cuenta que la gallina que cacarea es la que pone el huevo.
           Hoy están al borde de un golpe técnico para que nadie investigue nada y como ni se han tomado la molestia de leer y estudiar la Carta Magna van de violación en violación de la Constitución, como si no pasara nada. Cuando se detecta inconstitucionalidad es multimillonario lo que tienen que pagar y para seguir mintiendo y decir que “la derecha” no los deja gobernar, se descuelgan primero contra la autonomía de la Suprema Corte de Justicia y luego, con el pretendido cambio de Constitución.
           Siempre es más fácil, cuando no se tiene nada que ofrecer y el programa de gobierno no logra esconder el zarpazo fiscal que tienen pensado contra el bolsillo de la clase media, emprenderla contra la Constitución y levantar la cortina de humo que necesitan para decirle a los ultras que no van más lejos por culpa de la Constitución. Se sabe que si los ultras se enojan mucho, se quedan sin gente para ensobrar listas.
        Los cambios de Constitución que ha vivido el Uruguay son el producto de un trabajoso acuerdo extra partidario con diversas tendencias para lograr los concesos necesarios a la reforma de la Carta Magna. Si no está en condiciones de concertar con nadie, como lo reconoce abiertamente Vázquez pidiendo incluso que no lo dejen solo, menos en llevar a cabo una reforma de esa magnitud.