El
seguro Presidente de los uruguayos no quiere discutir. Dice que ya discutió
mucho en el pasado. Ahora, después de haber sido Presidente en el período
2005-2010 no quiere el debate por razones obvias; dejó un tendal de cosas ante
las cuales no está dispuesto a rendir cuentas: liberación de los presos y
crecimiento del delito hasta niveles inusuales en nuestro país, una ley de
enseñanza que puso en manos del más craso corporativismo la educación en el
Uruguay,-ni el Partido Comunista que ya es decir, quería esa ley y fue sometido
a Tribunal de Conducta Política por dicha fuerza- una cancillería destruida en
donde el Uruguay fue puesto en la lista de países terroristas, un sistema de
asistencialismo sin contra prestación que envilece a aquellos a quienes dice
favorecer, el aumento de los alquileres a niveles que fragmentaron aún más a la
sociedad uruguaya generando un desplazamiento social hacia abajo en el fin de
su mandato, un nivel de retraso cambiario que vuelve irrentable en el Uruguay
producir un alfiler, un sistema tributario en donde el único que paga más es
quien más trabaja como se puede demostrar con números fácilmente, una sociedad
culturalmente fragmentada por la retórica incendiaria del cambio, en donde le
exigían a la gente que cambie y los únicos que en verdad cambiaron fueron
ellos. Todo esto en el marco de una política global adversa al ideario de
Artigas en donde todo, hasta los clásicos símbolos nacionales fueron
desterrados.
Debatir
con esa pesada mochila en la grupa no es cosa fácil para quien encuentra el
camino fácil en la barricada de los insultos ignorantes. Decirle a Larrañaga porqué hace 30 años atrás
no fue a Finlandia es ignorar que en ese momento era un país sometido por la ex
Unión Soviética que trabajaba para salir de la postración en la que quedaron
aquellos que todo lo que hacían debía pasar por el control de Moscú. Es el
Vázquez de siempre, el de la neurosis contestaría e infantil. El del “podemos
porque el comunismo cayó”, como si el derrumbe de un modelo lo habilitara a
resucitarlo solo “porque ya no es un peligro intentarlo”.
Una
cosa así que no entiende o hace como que no entiende de política –es siempre el
médico opinando con la túnica y cuando no el sacerdote de los cánticos al vacio-
habla para la interna de gente que es incapaz de sostener sus ideas, porque de
lo único que saben debatir es de cuestiones administrativas internas.
El
Uruguay que le aguarda a Vázquez ya no es aquel que venía repuntando desde
agosto de 2003 gracias a la apertura internacional de carácter económico que
vino a signar la bonanza de estos años. Es un Uruguay que no va a recibir
inversiones porque Argentina y Brasil se lo impiden y el inversor no está para
meterse en ese tipo de problemas, un país con una mano de obra escasamente
calificada que cuando reciba capitales será solamente en recursos naturales, un
país en donde nadie viene a comprar un problema para que un sindicalismo
desaforado le expropie la maquinaria, un país con una carga tributaria que lo
convierte en los más caros del mundo, una economía mundial en desaceleración
llamada a durar no poco. Un Mercosur con una Argentina en banca rota, que como
se sabe, cuando entra en crisis terminal suele patear el tablero internacional
y malvinizar su relación con los vecinos, una lucha contra el narcotráfico que
está por verse si el camino seguido es el indicado. Una sociedad en donde llamarse
Gutiérrez, Hernández, Ramírez ya es motivo para pagar impuestos compulsivamente
a gritos de gente que lo único que quiere son expropiaciones indirectas y
llamarse Smtih, McDylan, Morrison es lo indicado para obtener una amnistía
tributaria. Es, por tanto, entendible que Vázquez no quiera discutir.
Discutir
es confrontar ideas y eso significa propiamente dicho el mundo del debate en la
democracia, en donde lo que importa no es el simple triunfo personal, sino que
prosperen las ideas que se consideran correctas. Si el programa del Frente
Amplio es tan bueno, por qué se niega a debatirlo, cuando todos vimos que entre
gallos y media noche trataban de disfrazarlo de continuismo ante la incapacidad
organizativa de al menos disimular un poco la voracidad de gente que se relame
por dar el manotazo para seguir robando en el proceso de desaceleración
económica que se avecina.
Es
evidente que cuando se degrada primero el debate desde un lenguaje soez y luego
se niega el mero hecho de confrontar ideas es porque estamos ante una campaña
en donde el Frente Amplio va a jugar su cara más sucia, signada por el terrorismo
y la intimidación a la gente. Le van a decir, como hicieron en la campaña anterior:
”si votas a los blancos y los colorados te echamos del trabajo” y van a largar
la hinchada de Peñarol para cualquier desmán imaginable, amén de piñatas en las
barras del Parlamento para generar un hecho político.
Un
PIT-CNT corrompido hasta el hueso va a buscar cortinas de humo por cualquier
lado contra “el enemigo de clase” y vamos a ver a FUCVAM -faltaba más- desperezándose un poco y manifestando frente al
Parlamento.
Esa
es la causa por la cual Vázquez no está dispuesto a confrontar nada, porque
poner la cara defendiendo lo suyo lo vuelve vulnerable para sostener esa
tesitura.