El partido de la concertación nace como
el producto de una necesidad social que trasciende a sus dirigentes.
En política nadie puede inventar cosas
raras a cada rato y porque sí y cuando se forman partidos o agrupaciones no es
precisamente a impulsos de los antojos de este o aquel dirigente, sino porque
abajo hay una exigencia social de la gente.
Muchos tenían dudas fundadas con
respecto a un partido en donde blancos y colorados votan juntos o porque temían
perder identidad y perfil en política o porque un sector de cada partido
excesivamente tradicionalista podía no entender la necesidad de un partido
conjunto a escala municipal.
La realidad hoy demuestra el acierto
enorme de comenzar a transitar el camino de unificar esfuerzos para alcanzar
una ciudad más limpia.
Empezando por los exabruptos de Huidobro
hasta las declaraciones de la Presidenta del Frente Amplio Mónica Xavier es
evidente que la formación de este partido se ha vuelto un tema preocupante para
dicha fuerza política.
Un viejo refrán español dice: “Ladran
Sancho, señal de que cabalgamos” y en este caso es particularmente cierto, para
quienes tienen patas cortas.
El Frente inició su cuenta regresiva en
las elecciones del 2009 en donde si bien ganó, el triunfo implico un diputado
menos. Eso puede significar poco si no fuera por el hecho cierto de que por
primera vez desde su nacimiento en el 71’ dejó de crecer al ritmo imparable en
que lo venía haciendo.
El surgimiento de un partido municipal
montevideano, en una ciudad capital en donde desde el punto de vista ciudadano
es un hecho visible que el tradicionalismo ya no juega el rol que tuvo en el
pasado, ese hecho no significa que por esa causa quienes han hecho gala durante
casi 42 años de estar más allá del tradicionalismo, tengan que sentirse
molestos desde el primer día del nacimiento de una fuerza política.
Todavía estamos muy lejos de la puja
municipal y por razones legales este es el momento de la inscripción de un
nuevo partido. No se ve la razón por la cual el Frente Amplio se adelanta a la
puja que ha de tener con un nuevo partido cuando llegue la campaña por el
Municipio, dado que la competencia ahora es con los partidos tradicionales.
Las declaraciones de Contanza Moreira
que siente que si pierden la mayoría parlamentaria todo se les complica a una
fuerza que se pasó la vida pidiendo concertación y cuando gobierna no concerta
con nadie más que con su ultra izquierda, son la clara expresión de que estamos
ante una realidad política nueva.
Las tres gestiones coloradas y la del
partido nacional, cuando fueron gobierno lo hicieron sin mayorías
parlamentarias, negociando ley por ley cada cosa que hacían y bajo una
oposición tan salvaje, como maximalista por parte del Frente Amplio.
Si ganan, pongamos por caso, sin mayoría
parlamentaria, qué es lo horrible que puede ocurrir para una cosa tan sectaria
como Constanza Moreira que ni siquiera quiere imaginarse ante tal eventualidad.
El tema está en que si ganan sin mayoría, tienen que negociar con la oposición
parlamentaria y ahí se les complica esa discusión internista desde donde son
gobierno y oposición, todo junto a la vez. ¿La ultra izquierda se va a poner
tan mala que, como es gente que está fuera del sistema republicano de gobierno,
no van a saber qué contestarles?
El clásico argumento de Vázquez: “Agradezcan
que los estamos tranquilizando” es de una puerilidad demasiado grande como para
reeditarlo si triunfan sin mayoría parlamentaria.
Huidobro, por ejemplo, no precisa
conocer ya sabe. Él "ya sabe" que “juntos no ganan”. Hay que tener en cuenta que
la campaña electoral en el Uruguay es prácticamente un manual de ciencia
política para todo el que sepa leer resultados. Al llegar a las internas se
puede apreciar qué peso específico tiene cada dirigente y cada sector. De las
internas a las parlamentarias se puede ver qué poder de convocatoria se tiene
hacia el no partidizado, es decir, hacia el conjunto de la ciudadanía. Si hay
balotaje se aprecia qué respuesta da la gente colocada en una disyuntiva y allí
también se observa quienes son los que le confieren el beneficio de la duda a
quien no votaron en las parlamentarias. Recién ahí, cuando empiezan las
municipales, ya se sabe, prácticamente a ciencia cierta, delante de qué estado
de ánimo colectivo se está, como se segmenta la opinión pública y qué expectativas
tiene de una gestión pública. ¡A santo de qué todas estas monsergas contra un
partido de la concertación que lo único que busca son firmas y que no ha de
marcar perfil alguno en todas las instancias comiciales, excepto en la
municipal!
Es evidente que sienten el golpe y
también es claro que ha sido un gran acierto llegar a un partido que comprende
que al unirse nadie pierde su identidad, ni sus tradiciones y que el conjunto
mayor que alcanza es mucho más que la suma de sus partes; que al sumar y no
restar, en política, en realidad lo que se está haciendo es multiplicar.
Quieren minimizar ese hecho como si
fuera una alianza meramente circunstancial, cuando son plenamente conscientes que
sacar a Montevideo de la virtual cesación de pagos en que se encuentra no va a
ser tarea fácil, ni sencilla.