Uruguay
por ahora no es Chile en donde la opinión pública femenina puede cambiar un
resultado y las fuerzas políticas que compiten tienen que poner una mujer de
abanderada, para evitar el discurso de las feministas de izquierda, que solo
argumentan con razones de género, poniéndose de víctimas.
En
Uruguay gobiernan la Intendencia de la capital desde 1990 y el país desde 2005,
de modo que cualquier crítica que desde la izquierda se le quiera hacer al
gobierno, al primero en no convenirle es a ellos mismos.
Todos
vimos lo que le costó a Mónica Xavier renunciar al cargo de parlamentaria para
ocupar la Presidencia del Frente Amplio, y lo que fue la puja entre Eduardo
Fernández y Roberto Conde. Lo que está indicando la voracidad de cargos en una
fuerza que se ha pasado la vida diciendo que lo suyo no es electorero. Según
Constanza Moreira, “el que no tiene partido no existe” y si se lo analiza
correctamente lo que debiera decir es que quien
no tiene cargo político parlamentario no gravita en nada.
Este
hecho a mí entender no es malo. Es muy bueno que así sea, pero entonces hay que
poner las cosas en su lugar y defender la institución parlamentaria en toda su
latitud imaginable. No es serio que los parlamentarios del Frente hagan
campaña electoral, escupiendo del plato donde comen.
Allí
los cargos políticos son por rigurosa y matemática cuantificación electoral,
por eso no puede llamarle la atención a nadie que la figura del Vicepresidente
para ellos, sea lo más importante de todo.
Como
muy bien decía Raúl $endic “si le metemo’
una heladera, igual ganamo’”, a lo que habría que agregar que si le ponen
una Vice heladera, también van a ganar. Al parecer es un mal endémico que tiene
el Uruguay, de aquí a la eternidad.
Como
bien sabemos el tiempo no se mide en años sino en eones, por lo que al parecer
si eones de tiempo condujeron al triunfo del Frente Amplio, tardaremos eones de
tiempo en poder salir de esto. En eso Botinelli y el sordo la tienen clara.
$endic
tiene recur$os múltiples que el hecho de estar en un ente como Ancap brinda a
granel, entre ellos una excelente relación con Máximo y la Cámpora. No precisa
sentir sana envidia como Topolansky,
sino que otros sienten por él, esa suerte de “sana” envidia, en un ente que
pierde un millón de dólares por día.
Haber
estudiado en Cuba, no es como muchos creen algo malo, al contrario le hizo ver
que por ahí no va la cosa y salió hecho un perfecto industrial y comerciante. Que
el padre lo haya rechazado a él y sus amigos, tampoco es lo malo, puesto que le
permitió buscar horizontes intelectuales fuera de ese mundillo enfermo, siempre
a los alrededores del PCU, que el 26 de marzo lo haya expulsado de sus filas es
al parecer lo más prestigioso de su carrera, porque como todos sabemos los ultras trabajan para los otros.
Más
allá de esto, si bien es cierto que la Vicepresidencia da visibilidad y
escenario para que la televisión les haga un reportaje a cada rato, como han
hecho hasta ahora –probablemente estén arrepentidos, ley de medios mediante-,
la historia nacional demuestra que los Vicepresidentes son precisamente, los
que se la ligan todas y terminan en el más absoluto anonimato político, de Enrique
Tarigo a Gonzalo Aguirre pasando por Nin Novoa y Astori –el hombre colocado
allí a la fuerza-, hasta el mismísmo Luis Hierro el culpable, al parecer para muchos, de todo lo malo. Ser Vicepresidente, como lo comprendió el bueno de Sapelli
no es negocio.
La Vicepresidencia sirve para dar la palabra
en el Senado, tocar la campanilla y ocupar el cargo de Presidente cuando éste
sale del país. El Vicepresidente ideal tiene que ser una sombra del caudillo y
saber pasar desapercibido y eso, en una fuerza tan caudillista como el Frente
Amplio, no le da poder propio de convocatoria sobre nadie.
Más
allá de todo esto, en el Frente Amplio el factor género es muy fuerte. Hoy dicha
fuerza es un matriarcado de feministas divorciadas y esa es la razón por la
cual las encuestas a boca de teléfono, siempre lo van a poner como la fuerza
mayoritaria; esa es la razón por la cual la delincuencia juvenil aflora en
Pocitos, Carrasco y Malvín cuando se aproxima la campaña electoral. Pasada ésta
se concentra en los barrios en que se origina.
En
eso Astori la tiene clara, lo mejor es que sea una mujer prepotente y sectaria,
que no entienda nada de economía y que no se le ocurra intervenir al respecto.
Es,
como se puede apreciar, impredecible lo que ofrece el Frente Amplio para
competir electoralmente. Ni figuras, ni programa a la medida del Hombre –ya sabemos
quién-; es una caja de sorpresas que va del “neo desarrollismo” a la “profundización
del socialismo”, de convertir al Uruguay en Provincia Argentina a prepararse
para una guerra contra el centralismo porteño.
Al
parecer estas cosas que definen el destino nacional –puesto que como dice
Botinelli y el sordo son los seguros vencedores- no importan.
¡Pobrecito
el Uruguay!