Monotemático
se le dice al tipo de hombre que tiene un solo, único y exclusivo tema en la
vida. No sabe hablar de otra cosa, ese asunto es su única razón de ser en el
mundo.
Habría
que analizar cuál es la razón por la cual una cosa como el Nuevo Espacio ha
logrado esa durabilidad en política desde el comienzo de la democracia hasta
ahora, pero sea cual sea el análisis que se haga una sola cosa es cierta: En un
país como el Uruguay, el país de los apellidos en política, hay gente que
encontró la forma de medrar políticamente con un muerto.
Algo
que violenta la conciencia de cualquiera, sin embargo, se ve que da rédito
político; hacer de un muerto una bandera y vivir años y años medrando con un
solo y exclusivo tema.
Cada
vez que Michelini levanta la cabeza de su único y exclusivo tema es para decir
un disparate enorme, como fue, por ejemplo el hecho cierto de que durante la
campaña electoral empezó en las internas a insultar al que fue luego candidato
ganador del Frente Amplio diciendo que era como andar en un fitito, cuando con
Astori el podía ir en un coche mejor. Eso hizo que luego el MPP no le diera ni
el saludo y lo marginara.
Lo
mismo había ocurrido anteriormente en la discusión con Bordaberry en donde era
una máquina de decir y contradecirse a sí mismo.
Ahora
sale a agitar, lo que en política se llama, enemigos de paja. Quiere hacerle
creer a la gente que si no siguen perpetuados en el poder, algo muy horrible le
ha de ocurrir al Uruguay.
Siempre
fue así. Cada vez que una fuerza política en el gobierno se pone nerviosa,
quieren asustar a los media cuchara,
con el cuento de que si pierden el gobierno horas trágicas se avecinan.
Más
allá de eso, una cosa salta a la vista. Él se da cuenta que el Frente Amplio
entró en su cuenta regresiva y que a partir de cierto momento dejó de crecer
imparablemente y entró en una etapa de retroceso sistemático. Eso lo conduce a jugar la carta de asustar a
indecisos. Una cosa torpe, pero significativa del estado de ánimo en que están,
cuando ven que la gente “le perdió ese amor que le tenía al Frente Amplio”.
No
se entiende bien que es “re enamorar a la gente con el Frente Amplio”, debe ser
como el marido que la tiene harta a la esposa y cuando ve que lo va a dejar por
otro, allí descubre que tiene que “re enamorarla” y como no puede porque la
mujer no lo aguanta más, empieza a asustarla, con cosas pueriles, del tipo “Si
te vas con ese, te vas a morir de hambre”, “te va a aislar, te va a anular como
persona” y todo lo que le dice es una expresión –los psicoanalistas llaman
proyección- de lo que él ha hecho.
Si
como él dice Vázquez va a “ganar con holgura y con más fuerza”, cuál es
entonces el problema que conduce a que con “eso solo no baste”.
Se
pasaron la vida diciendo que no votan candidatos, que no son de caudillismos,
que votan el programa, cuál es entonces ahora la razón de último momento para
descolgarse tan suelto de cuerpo diciendo que “tenemos que tener un programa
que re enamore a la gente y en ese sentido” –adelanta– “vamos a hacer un
esfuerzo adicional para que así sea”. Quiere decir que ese programa del que
tanto se vanaglorian, no enamora a nadie. ¿Y entonces que es lo que han venido
votando si no son candidatos, como dice Openheimer narcisista-leninista?
Hoy
la gente se está despertando del golpe que recibió con el triunfo del Frente
Amplio: está saliendo del sopor hipnótico y dándose cuenta de la condición
paupérrima a la que la quieren llevar, con el cuento de que el consumismo es
malo, cuando todos sabemos que para que exista trabajo, tiene que existir
consumo.
Es
evidente que estamos en presencia de un discurso al viejo estilo, según el
cual, como decía Napoleón Bonaparte, “aunque me odien y no me quieran, al final
no tienen más remedio que hacer lo que yo siempre digo.”.
Un
discurso que suele aparecer en el último mes decisivo de las campañas
electorales, da para pensar que ahora, faltando más de un año aflore.