lunes, 2 de septiembre de 2013

El hombre monotemático


        Monotemático se le dice al tipo de hombre que tiene un solo, único y exclusivo tema en la vida. No sabe hablar de otra cosa, ese asunto es su única razón de ser en el mundo.
        Habría que analizar cuál es la razón por la cual una cosa como el Nuevo Espacio ha logrado esa durabilidad en política desde el comienzo de la democracia hasta ahora, pero sea cual sea el análisis que se haga una sola cosa es cierta: En un país como el Uruguay, el país de los apellidos en política, hay gente que encontró la forma de medrar políticamente con un muerto.
        Algo que violenta la conciencia de cualquiera, sin embargo, se ve que da rédito político; hacer de un muerto una bandera y vivir años y años medrando con un solo y exclusivo tema.
        Cada vez que Michelini levanta la cabeza de su único y exclusivo tema es para decir un disparate enorme, como fue, por ejemplo el hecho cierto de que durante la campaña electoral empezó en las internas a insultar al que fue luego candidato ganador del Frente Amplio diciendo que era como andar en un fitito, cuando con Astori el podía ir en un coche mejor. Eso hizo que luego el MPP no le diera ni el saludo y lo marginara.
        Lo mismo había ocurrido anteriormente en la discusión con Bordaberry en donde era una máquina de decir y contradecirse a sí mismo.
        Ahora sale a agitar, lo que en política se llama, enemigos de paja. Quiere hacerle creer a la gente que si no siguen perpetuados en el poder, algo muy horrible le ha de ocurrir al Uruguay.
        Siempre fue así. Cada vez que una fuerza política en el gobierno se pone nerviosa, quieren asustar a los media cuchara, con el cuento de que si pierden el gobierno horas trágicas se avecinan.
        Más allá de eso, una cosa salta a la vista. Él se da cuenta que el Frente Amplio entró en su cuenta regresiva y que a partir de cierto momento dejó de crecer imparablemente y entró en una etapa de retroceso sistemático.  Eso lo conduce a jugar la carta de asustar a indecisos. Una cosa torpe, pero significativa del estado de ánimo en que están, cuando ven que la gente “le perdió ese amor que le tenía al Frente Amplio”.
        No se entiende bien que es “re enamorar a la gente con el Frente Amplio”, debe ser como el marido que la tiene harta a la esposa y cuando ve que lo va a dejar por otro, allí descubre que tiene que “re enamorarla” y como no puede porque la mujer no lo aguanta más, empieza a asustarla, con cosas pueriles, del tipo “Si te vas con ese, te vas a morir de hambre”, “te va a aislar, te va a anular como persona” y todo lo que le dice es una expresión –los psicoanalistas llaman proyección- de lo que él ha hecho.
        Si como él dice Vázquez va a “ganar con holgura y con más fuerza”, cuál es entonces el problema que conduce a que con “eso solo no baste”.
        Se pasaron la vida diciendo que no votan candidatos, que no son de caudillismos, que votan el programa, cuál es entonces ahora la razón de último momento para descolgarse tan suelto de cuerpo diciendo que “tenemos que tener un programa que re enamore a la gente y en ese sentido” –adelanta– “vamos a hacer un esfuerzo adicional para que así sea”. Quiere decir que ese programa del que tanto se vanaglorian, no enamora a nadie. ¿Y entonces que es lo que han venido votando si no son candidatos, como dice Openheimer narcisista-leninista?
        Hoy la gente se está despertando del golpe que recibió con el triunfo del Frente Amplio: está saliendo del sopor hipnótico y dándose cuenta de la condición paupérrima a la que la quieren llevar, con el cuento de que el consumismo es malo, cuando todos sabemos que para que exista trabajo, tiene que existir consumo.
        Es evidente que estamos en presencia de un discurso al viejo estilo, según el cual, como decía Napoleón Bonaparte, “aunque me odien y no me quieran, al final no tienen más remedio que hacer lo que yo siempre digo.”.
        Un discurso que suele aparecer en el último mes decisivo de las campañas electorales, da para pensar que ahora, faltando más de un año aflore.