martes, 2 de julio de 2013

Nunca segundas partes fueron iguales


        Hay un viejo proverbio español que reza: “Nunca segundas partes fueron buenas”. Si se lo aplica a las candidaturas políticas, habría que hacerle una pequeña modificación y si bien globalmente considerado puede estar en lo cierto, lo más exacto sería decir: “Nunca segundas partes fueron iguales”.
        Cuando se critica a los políticos como ese gremio que no cambia, que se aferra a dogmas y posiciones inflexibles, que está anclado en determinaciones inamovibles, se suele perder de vista una verdad mucho más contundente. El gremio político es el más dinámico y cambiante de todos. En realidad el político es el individuo que está dispuesto a modificar, cambiar, rever y replantearse incluso su propia situación personal.
        La gente en esto se lleva grandes sorpresas con respecto a lo que representan los líderes políticos.
        Si observamos las diferentes reelecciones podemos ver que el político a nivel mundial es el individuo más cambiante, al punto de abrazar incluso posiciones opuestas a las iniciales cuando determinados indicadores le demuestran que aquello no era a sus ojos lo correcto.
        Así, por ejemplo, Getulio Vargas 1, -el integralista del Estado Novo- no tiene nada que ver con Getulio Vargas 2, el hombre que quiso encarnar un nacionalismo popular trabalhista, Perón 1, el corporativista que admiraba a Mussolini, no tiene nada que ver con Perón 2, el liberal conservador. José Batlle y Ordoñez 1 –el que vence sobre el nacionalismo-, no tiene nada que ver con José Batlle y Ordoñez 2, el articulador de los consensos institucionales. Alan García 1, el que no pagaba la deuda externa y desata la más feroz hiperinflación, no tiene nada que ver con Alan García 2.
        Se podrían buscar ejemplos hasta el cansancio y en todos los casos se demostraría lo mismo. El político es el gremio que está dispuesto a modificar sus doctrinas y criterios. Julio María Sanguinetti 1 –el hombre de la transición a la democracia- no tiene nada que ver con Julio María Sanguinetti 2, el del gran ajuste en la balanza comercial. Menem 1, el del uno a uno para salir del quiebre del plan austral, no tiene nada que ver con Menem 2, el que vende las joyas de la abuela. Y esto no es porque la raza de políticos latinoamericanos sea diferente a la del resto del mundo. Felipe González 1, el que le demuestra a España que el socialismo existe y tiene sentido si hay democracia, no tiene nada que ver con Felipe González 2, el de la corrupción.
        Es casi universal. Nunca segundas partes fueron iguales.
        Hoy asistimos a una demostración palmaria de esto mismo, tanto en las chances que vemos en Chile de un retorno de Michelle Bachelet, como en el Uruguay de un posible triunfo de Tabaré Vázquez.
         Algo me dice que son opuestos en lo que van a representar, pero todavía faltan otros indicadores analíticos para poder tener precisión.
        Uruguay y Chile tienen un parentesco sincrónico en el desenvolvimiento de sus procesos, en donde si bien las cosas son diferentes, lo de Chile algo le dice al sistema político uruguayo. Son opuestos y similares como cóncavo y convexo.
        Sea como sea, estos dos médicos, de sexos opuestos, pero con un origen ideológico muy similar, no serán lo mismo que quienes fueron.
        Es universal, nuca segundas partes fueron buenas o iguales, según el prisma del observador.