viernes, 5 de julio de 2013

Entre el tabaco que no y la marihuana que si.


        A veces las cosas ocurren como inadvertidamente al unísono en política y llama la atención lo que vienen a desnudar.
        En el mismo día en que es aprobado el proyecto de ley sobre la regulación de la marihuana en la Comisión de Adicciones de Diputados, Philip Morris gana la primera batalla, porque el tribunal del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones (CIADI) decidió "oír" el caso presentado por la tabacalera.
        Los abogados uruguayos alegaban que el CIADI no tiene competencias para pronunciarse. El hecho es que al dejarse a “oír” se abre las puertas para una demanda de 2 mil millones de dólares por parte de la tabacalera.
        "Philip Morris International celebra la decisión del Tribunal del Banco Mundial de oír la reclamación del Tratado respecto a las medidas excesivas impuestas al tabaco por parte de Uruguay", dice la empresa.
        El Uruguay tiene que asumir su responsabilidad respecto a sus obligaciones internacionales, la misma que intentó evadir en las cortes locales y ante este Tribunal.  Son a los ojos de los inversores medidas injustificables porque impiden que negocios legítimos vendan sus productos y usen sus marcas registradas, al mismo tiempo que aumentan los incentivos para el mercado negro de cigarrillos, el cual representa hoy un cuarto de todos los productos de tabaco consumidos en el país.
        Lo que le sucede a Philip Morris International es lo que ningún inversor quiere que le pase: Venir al Uruguay a comprarse un problema generado por un gobierno irresponsable, que mientras firma con la mano un Tratado Bilateral de Inversión con Suiza, por el otro borra con el codo los derechos de propiedad intelectual y porque se le antoja prohíbe tres marcas registradas.
        En ningún momento el gobierno de Vázquez de la época apeló a la ley, sino que se manejó en el plano del decreto y la ordenanza, lo que está indicando algo más que un manejo desprolijo, como veremos luego.
        La empresa cuestiona la Ordenanza de Presentación Única por la cual se prohíbe vender más de una variedad de cada marca de cigarrillo. De este modo Marlboro Red, Gold, Blue y Green no pueden ser vendidas simultáneamente. Sólo una de dichas variedades puede estar en el mercado. Esto obligó a PMI a retirar 7 de las 12 variedades de cigarrillos a la venta en el mercado.
        También se opone al  Requisito  de Advertencia Sanitaria al 80%, por la cual Uruguay aumentó el tamaño de las advertencias del 50% al 80%, tanto en la parte frontal como posterior de la cajetilla.
        La argumentación de Philip Morris a mi entender es correcta pero mal encarada y la de Uruguay sobre su derecho soberano a la salud es también correcta pero muy mal llevada y por ende si seguimos los principios del derecho sajón, de concentrarse en lo sustancial y no en los detalles formales, hay que afirmar otras cosas en este tema.
        Aquí lo primero que hay que decir, independientemente de los Tratados Bilaterales de Inversión es que la contra propaganda es delito. Yo no puedo sacar un afiche diciendo: “No compre productos de tal firma porque son malos por esto, aquello o lo otro”. Philip Morris debió allí, cuando se le imponía esa barbaridad al 50% de la cajilla, iniciar el pleito. No se puede aceptar que otros hagan contra propaganda y mucho menos que se le imponga a la empresa realizarla por sí misma, al vender sus productos.
        Acá está el primer tema sustancial: La contra propaganda es delito.
        En segundo lugar plantear las cosas como una lucha entre el derecho soberano de Uruguay a defender la salud de su población y los derechos de propiedad intelectual de tres marcas, es vicioso. La población en el Uruguay está integrada por ciudadanos, no por súbditos como cree la gente del Frente.   El ciudadano no precisa que el Estado uruguayo lo tutele y proteja poniéndole en la cajilla imágenes desagradables de gente al borde de la muerte.
        Pero si el Uruguay, apoyándose en el que sea, pongamos Australia, la Organización Mundial de la Salud, la ONG Bloomberg Philantropies, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, Tobacco Free Kids y World Lung Foundation, decide hacer valer el derecho a la salud –que es muy distinto a la contra propaganda- entonces lo correcto es otra cosa.
        Por ley, no por decreto, prohíbe el cultivo de tabaco y la venta de cigarrillos e indemniza a los afectados por lucro cesante.
        Lo inadmisible es la contra propaganda, porque eso sí vulnera la actividad comercial.
        Cualquiera entiende, y acá no es un problema de tendencias opuestas en el Frente Amplio, sino una política, como dicen ellos muy unitaria y frenteamplista, que si esto aflora en el preciso instante que la Comisión de Adicciones de Diputados aprueba el proyecto de ley sobre la regulación de la marihuana, hay que sacar conclusiones de otra índole. Porque estamos recibiendo dos señales muy claras, la que a nivel internacional le hace ver el CIADI a Uruguay y la que en ese mismo momento se da avanzando a la regulación de la marihuana.
        Hasta el más desavisado puede pensar que los uruguayos somos esquizofrénicos, tabaco no, maruja sí. Precisamos que un gobierno nos ponga avisos en las cajillas de cigarro y como está desbordado porque somos todos faloperos legaliza la venta de marihuana.
        Parece cosa de locos, pero no lo es y tiene una lógica muy concreta.
        Aquí lo que sucedió fue esto: En la campaña electoral del 99’ un proyecto de ley que no tuvo andamiento en ese momento amenazaba a las tabacaleras con tomar medidas restrictivas de diversa índole. El Frente Amplio fue a coimearlos y las tabacaleras, como se dice vulgarmente “los sacaron vendiendo boletines”. El proyecto si bien no fue aprobado, quedó como un borrador para futuras revisiones. Cuando el Frente llega al gobierno en el 2005, lo primero que hace es vengarse de las tabacaleras. Lo mismo que quieren hacerle a la industria vitivinícola.
        En ningún momento estuvo en la cabeza de Vázquez cuidar la salud de nadie, porque si así fuera: prohíbe el cultivo de tabaco, la venta de cigarrillos e indemniza a los afectados por lucro cesante.
        El hecho de que Philip Morris haya aceptado la humillación de tener que hacer contra propaganda, y que por la vulneración del derecho de propiedad de 3 marcas, reclame 2 mil millones de dólares está indicando un mal manejo.
        Aquí lo que se debe hacer, a mi muy humilde leal saber y entender es congelar las cuentas de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, Danilo Astori y las figuras del gobierno frentista de la época y de allí cobrar el perjuicio comercial que causaron.
        No tiene por qué el Uruguay pagar el desquicio de gente irresponsable, por decir lo menos.