Es
verdad que el Uruguay es muy distinto a Chile, pero tiene que ver. Porque lo
que en Chile han sabido con la razón y
con la fuerza extirpar, en el Uruguay es un mal endémico.
Ahora
el PIT-CNT se da cuenta que a nivel de la enseñanza existe una patota a la que
hay que aplicarle el caño, lo cual me parece correcto, porque es gente que está
fuera de toda ponderación en sus actuaciones. Son liberticidas que acumulan
fuerzas, usando a los otros de brazo político.
Llama
la atención el hecho cierto de que en Chile esté pasando lo mismo y no es una
situación menor que estemos en períodos electorales.
Fueron
los Carabineros en Chile los que se vieron obligados a desalojar por la fuerza
a los que estaban ocupando locales de votación. Algo parecido al Uruguay, en el
tema de la ley del aborto. Estos canallas, no es que ocupaban liceos en el
Uruguay porque estén a favor de la ley del aborto, sino porque están ensayando algo parecido para las elecciones
nacionales.
Cualquiera
que analice –no se precisa información secreta para darse cuenta de estas
cosas- la situación chilena y uruguaya se da cuenta inmediatamente de esto. Son
continuadores de la línea Vladivostok,
Santiago, Montevideo. Parecía cosa del pasado, pero Gramsci mediante, se ve
que no es así.
A
veces tengo la sensación de estar parado arriba de un barril de pólvora, que no
estalla por situaciones especiales, que luego se dan.
Aquí
hay que decir un par de cosas que a más de uno puede no hacerle ninguna gracia.
Hablando con chilenos me decían que los carabineros “tiran primero, preguntan
después”. Es cierto. Lo fue en su momento. Pero no lo fue después. Desde hace
ya bastante tiempo saben lo que hacen.
Cuando
los Carabineros tienen que actuar es porque algo gordo sucede. No es por una
arbitrariedad espantosa como se nos hizo creer desde Radio Moscú, Radio Berlín
y toda la bataola comunista en su tiempo.
Si
en Chile algo tienen claro, desde el escudo nacional a la práctica concreta de
la seguridad es el hecho de que la fuerza, es la última razón del poder. Negar
eso es estar desinformado.
1.200
oficiales chilenos estaban dispuestos a enfrentar las marchas estudiantiles más
grandes en pleno acto eleccionario. Pobre Bachelet si gana, cuando ese nuevo
sector político el bacheletista, también está lejos de eso.
Hubo
18 focos de acciones violentas, amplia actividad delictiva, encapuchados,
saqueos a la luz del día, fogatas y barricadas, ataques con bombas molotov a un
cuartel del OS-9 entre otros desmanes. Se sabía que esto iría a suceder. Pobre
Bachelet si gana con aliados así y no me refiero a alianzas circunstanciales,
sino a la alianza privilegiada que el
partido comunista le plantea a Bachelet.
A
Bachelet cualquiera sabe que le tengo profundo aprecio porque no es una mala
mujer, pero dejarse llevar por ese estado de ánimo es imperdonable, porque en
política hay que tener un coraje cívico: el de plantarse en la cruz de los caminos y decir, esto sí, esto no. En este punto
concreto, Aristóteles no funciona: una democracia en serio, no se puede
gobernar con demagogia.
En
Chile hubo profesionalismo dentro de lo que la ley le posibilita a los Carabineros.
No fueron más lejos, pese a que sabían lo que iba a ocurrir,
porque no se le da a inteligencia policial, los instrumentos jurídicos
necesarios y los apoyos políticos indispensables que requieren.
Aquí
hay un fallo de inteligencia policial, porque Carabineros cuenta con los medios
técnicos necesarios.
Los
que están al frente del gobierno deben saber aplicar la legislación vigente en
Chile.
Es
así de simple, así de complejo también.