A
Longueira se le puede reprochar mucha cosa, pero no se puede hacer de él, un
enemigo de paja, en donde el culpable de las cosas más inverosímiles, resulta
siendo nada menos que un hombre de 54 años.
Estamos
todos ansiosos, no sólo él.
En
política ocurre una cosa que nadie suele analizar y lo he dicho varias veces en
diferentes foros: Algo existe políticamente, porque existe socialmente, deja de
existir socialmente, ergo, deja de existir políticamente.
Lo
que está por verse en estas elecciones chilenas es si Longueira existe o no,
socialmente.
Michelle
Bachelet existe socialmente, hasta el punto de su transfiguración en el
bacheletismo, pero con Longueira ¿qué ocurre?
Nadie
hoy puede dar la elección del 17 de noviembre por ganada o por perdida en
Chile. Lo dije, y los comentaristas chilenos me están dando la razón.
No
sé si me leen, pero dicen cosas muy parecidas.
10
millones de personas a convencer, conquistar y persuadir no es poca cosa para
nadie.
El
chileno es un hombre muy parecido al uruguayo. No quiere cosas raras, quiere
vivir mejor, punto.
El
trabajador chileno ha de ser un socio del empresario, cuando los impuestos
bajen, ese es el tema. Cuando
haya una gran amnistía tributaria y cuando el
que más pague es quien menos trabajo genera
y quien menos pague es quien más trabajo logra generar.
Toda
la información que uno recibe de Chile confirma esta razón de Derecho
Tributario.
Cristo
se reveló contra el Imperio Romano, porque le hacían pagar un óvolo por las más
insignificantes cosas.
No
se puede agobiar impositivamente a la población, matando la iniciativa privada
y condenando a la gente a vivir a su pesar, de los mercaderes del Templo. La
sociedad se desintegra, cuando por un lado se controla abusivamente y, por el
otro lado es un vale todo. Esa es la enseñanza de Cristo. ¡Qué
significa trabajar con decencia en un
contexto así!
Sobre
los hombros de Longueira la sociedad pone el desafío. Es a él, a quien ahora
todas las miradas observan.
Tiene
que ser un mago. Cada chileno tiene que sentir que va a vivir mejor, cuando en
realidad, hoy Chile, está en los índices de crecimiento per cápita mejor del
mundo, tiene que ir a un gran pacto nacional –cosa que solamente se logra
cuando se llega al gobierno luego de muchísimos tiras y aflojes-, tiene también
que ser el San Jorge en la lucha contra el Dragón de las más espantosas
inequidades sociales, tiene que ser el John Stuart Mill de la lógica elemental.
A
los 10 millones que no votaron hay que explicarles hasta la evidencia que sólo
cuando los impuestos bajen, podrán tener un destino mejor en Chile.