miércoles, 3 de julio de 2013

La crítica necesaria y la innecesaria


        A Longueira se le puede reprochar mucha cosa, pero no se puede hacer de él, un enemigo de paja, en donde el culpable de las cosas más inverosímiles, resulta siendo nada menos que un hombre de 54 años.
        Estamos todos ansiosos, no sólo él.
        En política ocurre una cosa que nadie suele analizar y lo he dicho varias veces en diferentes foros: Algo existe políticamente, porque existe socialmente, deja de existir socialmente, ergo, deja de existir políticamente.
        Lo que está por verse en estas elecciones chilenas es si Longueira existe o no, socialmente.
        Michelle Bachelet existe socialmente, hasta el punto de su transfiguración en el bacheletismo, pero con Longueira ¿qué ocurre?
        Nadie hoy puede dar la elección del 17 de noviembre por ganada o por perdida en Chile. Lo dije, y los comentaristas chilenos me están dando la razón.
        No sé si me leen, pero dicen cosas muy parecidas.
        10 millones de personas a convencer, conquistar y persuadir no es poca cosa para nadie.
        El chileno es un hombre muy parecido al uruguayo. No quiere cosas raras, quiere vivir mejor, punto.
        El trabajador chileno ha de ser un socio del empresario, cuando los impuestos bajen, ese es el tema.  Cuando haya una gran amnistía tributaria y cuando el que más pague es quien menos trabajo genera y quien menos pague es quien más trabajo logra generar.
        Toda la información que uno recibe de Chile confirma esta razón de Derecho Tributario.
        Cristo se reveló contra el Imperio Romano, porque le hacían pagar un óvolo por las más insignificantes cosas.
        No se puede agobiar impositivamente a la población, matando la iniciativa privada y condenando a la gente a vivir a su pesar, de los mercaderes del Templo. La sociedad se desintegra, cuando por un lado se controla abusivamente y, por el otro lado es un vale todo. Esa es la enseñanza de Cristo. ¡Qué significa trabajar con decencia en un  contexto así!
        Sobre los hombros de Longueira la sociedad pone el desafío. Es a él, a quien ahora todas las miradas observan.
        Tiene que ser un mago. Cada chileno tiene que sentir que va a vivir mejor, cuando en realidad, hoy Chile, está en los índices de crecimiento per cápita mejor del mundo, tiene que ir a un gran pacto nacional –cosa que solamente se logra cuando se llega al gobierno luego de muchísimos tiras y aflojes-, tiene también que ser el San Jorge en la lucha contra el Dragón de las más espantosas inequidades sociales, tiene que ser el John Stuart Mill de la lógica elemental.
        A los 10 millones que no votaron hay que explicarles hasta la evidencia que sólo cuando los impuestos bajen, podrán tener un destino mejor en Chile.