“Donde
termina la razón, comienza la Argentina”, decía Jorge Luis Borges.
Las
épocas electorales en dicho país son cualquier cosa menos una apuesta a la
esperanza, porque es precisamente, cuando se registra a niveles mayúsculos la
fuga de divisas.
Siempre fue así y lo es ahora, a pesar del
cepo cambiario. Desde fines de 2011 y durante 2012 los argentinos sacaron
U$S 11.700 millones más del sistema financiero. Ese dinero se acumula en
cuevas, cajas de seguridad, cuentas en el exterior, acciones, bonos y otros
activos financieros. Según los datos publicados por el INDEC, la cifra asciende
a un total de U$S 170.635 millones.
Si
a esto se le agrega según el mismo estudio, que hay otros U$S 9.021 millones en
inversiones inmobiliarias en el exterior, el total asciende a U$S 180.000
millones.
Si se tiene en cuenta que las reservas que
tiene el Banco Central, a fin de año pasado sumaban US$ 43.290 millones, la
cifra de la fuga de divisas, es record, porque más que cuadruplica las Reservas
Internacionales Netas (RIN).
A
esto hay que agregarle que la deuda externa tanto la privada como la pública totaliza U$S
141.000 millones, de modo que el monto al
que asciende la fuga de divisas, supera por lejos el mismo endeudamiento
argentino.
Con
el cepo y todas las medidas policiales, el año pasado el Estado perdió de las
reservas U$S 3.086 millones.
Para
entender la dimensión de lo que ocurre en Argentina a fines de 2002, los dólares fuera del
sistema rondaban los U$S 90.000 millones, a lo que hay que agregarle U$S
6.300 millones de inversiones inmobiliarias. En 10 años, “la década ganada”
según Cristina, aunque no aclara, ganada para quien, los activos externos –por llamarles
de alguna manera- fugados de los argentinos aumentaron en U$S 84.000 millones.
Todo
esto está indicando que el dinero del ahorro interno que podía ir a financiar
el consumo y el trabajo, fugó.
Como
ya dije en otro lugar, el cepo cambio a fines de 2011 es el manotazo de ahogado
para frenar esa fuga.
No
logró contener la evasión porque los argentinos ante el temor a una
pesificación u otras medidas lo primero que hicieron fue retirar sus dólares
declarados de los bancos. Lo hicieron en una mecánica imparable a través del
dólar para el turismo o del mercado paralelo.
Del
balance de pagos surge que en los primeros tres meses de 2013, la fuga de
divisas continuó, porque se fueron otros U$S 3.000 millones.
Si
se tiene en cuenta que las reservas del BCRA y los activos de los argentinos en
el exterior superan lo que se adeuda, se podría decir que Argentina es un país
acreedor y no deudor. Pero eso tiene un valor meramente retórico, porque en los
hechos se está quedando sin Reservas Internacionales Netas (RIN).
Lo
que los activos del BCRA, respaldan son los pesos en circulación, pero no el
pago de la deuda externa.
Esos
US$ 43.290 millones de reserva que tiene Argentina, no alcanzan para respaldar
los propios pasivos del BCRA.
Para
resumir Argentina tiene una deuda pública (interna y externa) de más de U$S
200.000 millones y el Tesoro Argentino sigue registrando déficits crecientes,
mientras se aproxima la hora de la verdad después de las elecciones de octubre.