La
política es compleja y es difícil. Si
fuera fácil qué lindo sería trabajar por el bien común.
Pero
las cosas son un poco diferentes.
El
Partido Demócrata Cristiano Chileno está enojado como un niño chico que no
razona el momento histórico que está viviendo.
Se
puso en el centro izquierdo, porque se siente más cómodo no asumiendo
responsabilidades en la hora crítica que Chile está viviendo.
Desde
su peculiar perspectiva, si bien los comunistas tienen cosas desagradables como
seguir apoyando a Castro y sus simpatías con Venezuela y el bloque bolivariano,
el hecho de que decida participar con Bachelet, eso solo, está indicando de su
profundo abdicar del ultra izquierdismo. Puede que el PDC Chileno algo de razón
tenga, pero razonar así es perder de vista el bosque.
Los
comunistas son expertos en maniobrar generando fraccionalismo en todos los
lugares en que operan. No darse cuenta de eso es miopía en política.
No
quiero entrar en la interna del PDC chileno, sino simplemente recordar lo que
ocurrió en el Uruguay con el PDC de aquí.
Cuando
le preguntaron a Juan Pablo Terra desde la Democracia Cristiana Internacional
por qué había hecho una alianza con los comunistas, él contesta, porque en
América Latina no se lo percibe como en Europa. No es algo que está allí ocupando
posiciones sostenido en tropas soviéticas. Se lo ve distinto. Se lo ve popular
y obrero. Lo mismo que le dijo Cárdenas al Papa en su momento, para explicar su
apoyo a los sandinistas de la primera etapa.
La
Democracia Cristiana Internacional respetaba a Juan Pablo Terra y a más nadie y
le recriminaba el hecho de haber hecho una alianza con los comunistas, cuando
en Italia, concretamente, estaban en la vereda de enfrente.
El
arquitecto Juan Pablo Terrra se cansó de explicar su posición
latinoamericanista, hasta que en un momento no aguantó más y se fue del Frente
Amplio.
Lo
que el Partido Demócrata Cristiano uruguayo le reprochó cuando Seregni salió de
la cárcel, no es que se hubiera ido del Frente Amplio, sino que lo hubiera
hecho en dictadura. Le dijeron que
hubiera sido mejor esperar a que Seregni saliera de la cárcel y después se va del
Frente Amplio por la razón que fuere del caso en ese momento, pero no en dictadura, porque entonces esa
determinación representa otra cosa.
Juan Pablo Terra se sentía vencido por los
acontecimientos, por lo difícil que es trabajar por el bien común en un
contexto político así.
Si
algo enseña y cualquiera que lo lea se da cuenta, es que sea cual fuere la
situación histórica dada, no se puede ir
con los comunistas.
Cuando a Ciganda –de
la Unión Cívica uruguaya, de donde nace el PDC-, le preguntaron si él era anti
frentista, contesta. “En ningún momento estuve contra la formación de un Frente
Amplio, lo que si estuve, es contra su composición”.
Lo
que el PDC chileno tiene que darse cuenta es de esta dura lección uruguaya: los
comunistas le van a quitar su base social -ya está tomada- y sea cual sea el resultado, gane
quien gane, con esa línea, van a desaparecer del escenario histórico.
La
Democracia Cristiana no es el único partido en dificultades en Chile, pero es
un doloroso recordatorio en cámara rápida de lo que en cámara lenta se vio
claramente en el Uruguay.