viernes, 5 de julio de 2013

Al Partido Demócrata Cristiano Chileno el árbol no le deja ver el bosque.


        La política es compleja y es difícil.  Si fuera fácil qué lindo sería trabajar por el bien común.
        Pero las cosas son un poco diferentes.
        El Partido Demócrata Cristiano Chileno está enojado como un niño chico que no razona el momento histórico que está viviendo.
    Se puso en el centro izquierdo, porque se siente más cómodo no asumiendo responsabilidades en la hora crítica que Chile está viviendo.
        Desde su peculiar perspectiva, si bien los comunistas tienen cosas desagradables como seguir apoyando a Castro y sus simpatías con Venezuela y el bloque bolivariano, el hecho de que decida participar con Bachelet, eso solo, está indicando de su profundo abdicar del ultra izquierdismo. Puede que el PDC Chileno algo de razón tenga, pero razonar así es perder de vista el bosque.
        Los comunistas son expertos en maniobrar generando fraccionalismo en todos los lugares en que operan. No darse cuenta de eso es miopía en política.
       No quiero entrar en la interna del PDC chileno, sino simplemente recordar lo que ocurrió en el Uruguay con el PDC de aquí.
       Cuando le preguntaron a Juan Pablo Terra desde la Democracia Cristiana Internacional por qué había hecho una alianza con los comunistas, él contesta, porque en América Latina no se lo percibe como en Europa. No es algo que está allí ocupando posiciones sostenido en tropas soviéticas. Se lo ve distinto. Se lo ve popular y obrero. Lo mismo que le dijo Cárdenas al Papa en su momento, para explicar su apoyo a los sandinistas de la primera etapa.
        La Democracia Cristiana Internacional respetaba a Juan Pablo Terra y a más nadie y le recriminaba el hecho de haber hecho una alianza con los comunistas, cuando en Italia, concretamente, estaban en la vereda de enfrente.
    El arquitecto Juan Pablo Terrra se cansó de explicar su posición latinoamericanista, hasta que en un momento no aguantó más y se fue del Frente Amplio.
      Lo que el Partido Demócrata Cristiano uruguayo le reprochó cuando Seregni salió de la cárcel, no es que se hubiera ido del Frente Amplio, sino que lo hubiera hecho en dictadura. Le dijeron que hubiera sido mejor esperar a que Seregni saliera de la cárcel y después se va del Frente Amplio por la razón que fuere del caso en ese momento, pero no en dictadura, porque entonces esa determinación representa otra cosa.
        Juan Pablo Terra se sentía vencido por los acontecimientos, por lo difícil que es trabajar por el bien común en un contexto político así.
      Si algo enseña y cualquiera que lo lea se da cuenta, es que sea cual fuere la situación histórica dada, no se puede ir con los comunistas.
        Cuando a Ciganda –de la Unión Cívica uruguaya, de donde nace el PDC-, le preguntaron si él era anti frentista, contesta. “En ningún momento estuve contra la formación de un Frente Amplio, lo que si estuve, es contra su composición”.
        Lo que el PDC chileno tiene que darse cuenta es de esta dura lección uruguaya: los comunistas le van a quitar su base social -ya está tomada- y sea cual sea el resultado, gane quien gane, con esa línea, van a desaparecer del escenario histórico.
        La Democracia Cristiana no es el único partido en dificultades en Chile, pero es un doloroso recordatorio en cámara rápida de lo que en cámara lenta se vio claramente en el Uruguay.